Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Vivimos en tiempos difíciles, donde tenemos un gobierno que llegó a gobernar enojado y le ha resultado muy difícil generar acuerdos que le permitan entender la realidad y entrar a los problemas de fondo, sin rencillas personales ni guiados por el desconocimiento. Es tan peligroso no comprender lo que está ocurriendo en el país, como el crimen mismo, porque las acciones carecen de sentido.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador carece de una orientación estratégica, y pareciera que se toman las decisiones mojándose el dedo y sintiendo hacia dónde sopla el viento, lo malo es que esta corriente de aire la provoca el propio presidente, quien ha dejado en muchos sentidos, inmóvil la acción gubernamental.
Pero hay un punto que debe preocuparnos mucho, y es que el presidente se ha acostumbrado a querer desaparecer o esconder lo que lo rebasa; su estrategia se basa en manipular los números, los datos, y en intentar cortar aquellas instituciones incómodas, las que exhiben su incapacidad para generar acuerdos o estrategias efectivas.
Los ejemplos los tenemos cada día, y se vuelven más preocupantes cada vez. Ayer nos enteramos que la nueva acometida de violencia institucional son los organismos autónomos, específicamente se refería al Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI), al Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE), organismos creados para generar equilibrios institucionales y permitir que los ciudadanos tengan una participación dentro de las decisiones de gobierno.
Quizá hay cosas que ajustar, eso sin duda, porque todo en esta vida es perfectible, pero desaparecer lo que no entiende o las cosas que le producen animadversión, es querer imponer una visión unipersonal, donde no se admiten críticas y la pluralidad está vetada, y esta soberbia envuelve y marca todo su estilo de ejercer el poder.
Pero el ejemplo más peligroso es que esta forma de trabajar cubre a todas las deficiencias y áreas de la vida nacional, y se refleja en los resultados en materia de seguridad. El presidente López Obrador miente en las cifras que presenta, maquilla los resultados, y manipula la realidad para tomar decisiones a su modo.
La semana pasada presentamos una denuncia para que se sancione a los responsables de un subregistro de homicidios y desaparecidos; una de las pruebas es la masacre en contra de nuestra familia, ya que el 4 de noviembre de 2019, día de los hechos, sólo se reportan en Sonora, de acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, 5 asesinatos, pero ese día, sólo por la masacre fueron 9.
Mismo resultado arrojó otros casos, como en Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, y diversos lugares, por lo que podemos asegurar que el crimen mata una vez, pero el gobierno en seguida los desaparece, lo cual también es un segundo crimen, por lo que se vuelven cómplices, esperemos no sea tan predeterminado como parece.
La noticia esperanzadora es que ya le queda menos de un año al presidente en el poder, lo malo es que trate de heredar una forma de trabajo, donde los resultados dependan de tu capacidad de alterar la realidad. No se puede trabajar escondiendo ni despareciendo los problemas, porque en ese autoengaño, el que pierde es el país.