Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Calumniando los conceptos
Las categorías, los conceptos y las definiciones de la Filosofía Política y la Ciencia Política sufren por su ausencia en el lenguaje de la clase política nacional. Sin pudor alguno, se expresan en textos, notas, entrevistas, declaraciones o debates palabras de las que se ignora tanto su significado como su uso.
Un tirano es un gobernante ilegítimo, un sujeto que individualmente concentra todo poder posible. Los griegos denominaban tirano al rey soberano que mantenía el mando absoluto sobre una Polis, un poder unipersonal que alguien adquiría mediante la violencia de facto que echa abajo a la legitimidad de iure. La tiranía es un régimen abusivo, cruel, injusto y represor, un tirano es un gobernante que ejerce el poder con violencia y sin respeto a la justicia y a la ley.
La dictadura es el uso del poder político por un solo individuo o un grupo que conculca las libertades políticas y el pluralismo ideológico. En una dictadura no hay cabida para la competencia electoral, la dictadura es la antítesis de la democracia. En la Roma antigua, un dictador era un magistrado que durante la República se elegía de forma provisional por el Senado para hacerle frente a un estado de urgencia. El dictador antiguo estaba sujeto a reglas en tanto que el dictador moderno (Mussolini o Hitler) rompe las reglas para imponer sus propias reglas anulando el orden constitucional.
En México hemos tenido dictadores pero tiranos nunca. Quienes hoy manosean y calumnian los conceptos políticos no sólo hacen gala de su ignorancia sino de su neurótica emotividad posmoderna. Con pleno dolo, echan al cesto de la basura a las instituciones que se jactan defender, una negación irresponsable de la realidad legal y política de la República. Si en algo ha evolucionado el sistema político mexicano es sin duda en la desconcentración y en la descentralización del poder político, se ignora que la Constitución manda e impone los controles al ejercicio de la política.
Si bien hoy hay una fuerza política mayoritaria (Morena y la cuarta transformación), esta no es hegemónica y ni por mucho se asemeja al antiguo Partido Revolucionario Institucional, que por más de 70 años modificaba a las instituciones al antojo del presidente en turno, frente a una oposición partidista menos que testimonial.
Decir que el presidente de la República es un tirano o un dictador, no sólo es un despropósito sino una mentira que se refuta con las votaciones en las cámaras del Congreso y en las sentencias de la Corte que han eliminado constitucional y legalmente varias de sus más importantes reformas. En el mismo sentido, ningún tirano o dictador permitiría que periodistas, medios y redes sociales se expresaran de él como los opositores lo hacen con AMLO. El dictador perfecto pone a sus enemigos tras las rejas, los desaparece o los ejecuta públicamente sin mediar defensa alguna de los derechos humanos.
Mucho ruido y pocas nueces, en México la oposición no defiende al Estado de Derecho, a las instituciones y menos a la democracia sino a los privilegios oligárquicos. Oligarquía es el poder absoluto de unos cuantos, de una minoría hegemónica cuyo sentido de la política es el uso patrimonial del Estado.