Teléfono rojo/José Ureña
En pleno proceso electoral, nuestro país es conducido a un escenario de extrema gravedad.
Mientras la delincuencia campea a sus anchas en nuestras colonias, carreteras, parques y playas, nuestra niñez y juventud sufre la amenaza creciente de narcomenudistas y raptores. Al mismo tiempo, las empresas están teniendo que asumir como costo operativo el cobro del derecho de piso, así como la restricción creciente por parte del crimen en la venta de numerosos productos.
Frente a ello, el gobierno federal contribuye con iniciativas prohibicionistas que lo único que logran es dejar el campo libre para que la delincuencia organizada comercialice productos de dudosa y peligrosa procedencia.
La crisis por falta de medicamentos e insumos hospitalarios no ve su fin. Por más ruido que se hizo con la inauguración de la que no es súper ni farmacia. Lo cierto es que los sectores más desprotegidos de la sociedad siguen sin tener medicamentos y se deteriora con ello su calidad de vida.
La educación pública cae aceleradamente en los peldaños de calidad y pertinencia. Mientras las brechas educativas se ahondan y condenan a millones de hijos de los hogares más modestos del país a vivir con menores oportunidades y desarrollo.
La violencia contra las mujeres no solo no cesa, sino que se potencializa. No se puede creer que no exista una política pública para su atención, prevención y castigo.
El robo de combustible no ha encontrado un freno, por lo que es común ya no solo el hurto de gasolina, sino también de gas natural y de agua. Ello, frente a autoridades que han renunciado a hacer su trabajo y solo se limitan a mirar para otro lado.
La estabilidad económica se ve amenazada por factores como la creciente y rampante corrupción; la falta de inversión en infraestructura; la ausencia de un ambiente propicio para la inversión productiva, y el derroche de cuantiosos recursos en proyectos inútiles que representan un barril sin fondo en el gasto público.
Es claro que México enfrenta desafíos que se han agravado a lo largo de cinco años y que requieren la acción inmediata del gobierno. El problema es que no tenemos gobierno, sino un grupo de oportunistas que desde el poder utilizan los recursos públicos para beneficiarse e impulsar a sus candidatos. Este gobierno se ocupa de tener cortinas de humo pretendiendo esconder los problemas, pero éstos han cobrado tal dimensión que es imposible que lo logren.
*Presidente Nacional del PRI.