
Impulsa MC lactarios en administración pública y órganos desconcentrados
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo de 2024.- A poco más de seis meses de que Andrés Manuel López Obrador culmine su mandato como Presidente de la República, el análisis de cuál será su legado económico es tierra fértil entre seguidores y detractores, cada uno de los bandos magnifica o minimiza los aciertos o errores de la administración que fenece el próximo 30 de septiembre.
La periodista de investigación especializada en economía, negocios y finanzas, Isabella Cota escudriña las decisiones económicas que caracterizaron a la llamada cuarta transformación.
En su reciente libro, Suerte o desastre, el azar como modelo económico de AMLO, la comunicadora encargada de la fuente económica para América Latina en el País, afirma que López Obrador “no se portó como un presidente de izquierda, sino un neoliberal de clóset”, entre otras cosas por adelgazar el aparato de gobierno y dejar que las fuerzas del mercado actuarán a lo largo de la pandemia.
En entrevista con Quadratín México, la experta en medios y globalización señala que su libro busca ser un “fiel corte de caja” sobre la manera en que el país se organizó desde el 2018 a la fecha en materia económica, en donde la suerte del mandatario y el azar fueron factores preponderantes.
– ¿Cuál será el legado económico de AMLO? ¿Cómo será recortado en esa materia?
-Responder esa pregunta hace seis años hubiera sido más fácil, pero yo en el título del libro suerte o desastre estoy ofreciendo una pista del momento tan polarizante en el que estamos, no sólo en México sino en el mundo, decir cuál va a ser el legado económico de AMLO es difícil porque depende de a quién le preguntes.
Habrá gente que recordará este sexenio en materia económica, porque consideran que sacó a millones de la pobreza -y estarían en lo correcto- una administración que elevó el salario mínimo y que se benefició por la relación comercial con Estados Unidos. Todo eso es correcto.
Sin embargo, hay otro lado, hay personas que lo vemos desde mi punto de vista. El sexenio va a ser recordado como una enorme oportunidad perdida. AMLO llegó al poder con una popularidad inmensa, la cual aún tiene, arribó con una mayoría en el Congreso que le duró la mitad del sexenio y aun así no capitalizó el momento geopolítico y no se dedicó a buscar qué necesidades tiene México. Por lo tanto, los retos que tenía el país en el 2018 se siguen conservando.
– ¿Cuáles fueron esos retos que le pasaron por un lado al Presidente?
-Cualquier mexicano lo primero que te diría es la inseguridad. Sin embargo, lo que nos aboca aquí es la economía, aunque sí la inseguridad tiene un costo, yo señalaría tres retos muy grandes, las cuales son condiciones que han empeorado en el país en este sexenio, las cuales no se abordaron o no se mejoraron, para el plan económico.
Recaudamos muy pocos impuestos, no se implementó una reforma fiscal progresiva, a pesar del avance en materia tributaria, cuando grandes contribuyentes tuvieron que pagar los impuestos que debían, eso es muy bueno pero es un curita. México no registró un cambio sistemático, lo que necesitamos es una cirugía del sistema tributario, entonces ese es un gran reto para la próxima presidenta o presidente que llegue, porque va tener que hacer algo al respecto ya que simplemente no le va alcanzar sobre todo para mantener la asistencia social.
El segundo pendiente, es la capacidad en la gestión del agua. Yo hablo con muchas empresas extranjeras que quieren venir a México y salirse de China y estar pegados a Estados Unidos, pero cuando estudian la situación hídrica del país dicen: “no me puedo arriesgar”, porque no hay ninguna garantía que en cuatro años van a contar con un suministro de agua. Esto no tiene que ver con la idea de que México no tenga agua sino que en realidad carece de una política federal, inteligente y bien pensada. Por ejemplo, que elimine las fugas; el 46 por ciento del agua que viaja por el sistema se pierde.
El tercer reto, es la generación y transmisión de energía eléctrica, -yo no estoy aquí para decir si se necesita o no a los (inversores) privados, eso ya el sector lo dirá, pero lo que queda muy claro es que la CFE recibió recursos y no se incrementó de manera sustancial, la generación y la transmisión de energía; sin eso no hay desarrollo en cualquier sentido que lo quieras ver.
Estas son las tres áreas que son más urgentes, las cuales ya lo eran desde el 2018 y sólo han empeorado.
-En tu libro señalas que AMLO en varios aspectos se comportó como un neoliberal, incluso mencionas que podría ser un neoliberal de clóset. ¿Por qué lo consideras así?
-En el libro tengo un capítulo que se llama AMLO el neoliberal, el título es provocador, un poco adrede para retar no sólo nuestras percepciones sobre el Presidente sino del neoliberalismo -al cual no defiendo, lo considero una doctrina como hay muchas- lo que parece interesante es que si tú le preguntas a fondos internacionales ¿en dónde ven buenas oportunidades para invertir en México? muchos te van a decir que en educación de bajo costo y en salud de bajo costo, la razón por lo que se volvieron una oportunidad de negocio reside que el estado se retrajo de estos temas.
El ingreso familiar aumentó pero las familias no pueden estar seguros que acudirán a la farmacia y estará disponible la medicina que necesitan, porque el Estado no ha hecho lo suyo, cosa que antes sí hacía por lo menos, aunque le faltaba mucho por mejorar.
Entonces, en el libro le propongo al lector que lo piense, e imagine a AMLO como un neoliberal del closet, que quizás tomó estas decisiones no por sentido económico sino como una manera de concentrar el Poder en el Ejecutivo.
A lo largo de los dos años en los cuales Isabella Cota fue siguiendo la historia económica de la cuarta transformación, entre los especialista a quienes la periodista consultó y entrevistó para documentar su libro se encuentra, el recientemente fallecido, Carlos Urzúa quien fuera secretario de Finanzas en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México que encabezó López Obrador y posteriormente en el 2018 fue designado como secretario de Hacienda, cargo que ocupó por siete meses y renunció al gabinete obradorista argumentando discrepancias económicas con el titular del Ejecutivo.
-En la entrevista con Urzúa, él señala las diferencias que tuvo con el López Obrador que gobernó la Ciudad de México y el que llegó como Presidente. Incluso pareciera apoyar la idea del neoliberal de clóset.
-Yo no sé si Urzúa esté de acuerdo con llamarlo neoliberal de clóset, pero definitivamente, lo que Urzúa trae a la discusión es lo que muchos mexicanos aún no logran entender; que esta persona que fue su Jefe de Gobierno, que hizo un buen trabajo y una buena gestión ¿Cómo puede ser la misma persona que está haciendo esto ahora? Esa es una pregunta que sigue en el aire.
Al escuchar hablar así a Urzúa fue como sentir en él una gran decepción, porque él se sumó a su proyecto de gobierno pero luego resultó ser distinto. Es una posición difícil no sólo para él sino para muchos mexicanos que votaron por AMLO quienes ahora están desencantados.
– ¿Impulsar una reforma fiscal sería uno de los costos que tendría que asumir Claudia Sheinbaum, en caso de ganar Presidencia? Algunos detractores de AMLO sostienen que le está dejando esa papa caliente.
-Totalmente, si recuerdas a Peña Nieto se le juntaron dos cosas; por un lado Ayotzinapa y por otro la Reforma Fiscal, la gente recuerda las protestas por Ayotzinapa pero se le olvida que el contexto era que se había empezado a pagar más impuestos. Entonces el costo económico cambia el rumbo de un país, porque no es un costo que un político absorbe y luego el curso sigue. Estamos hablando de que otra reforma tributaria en un país donde la clase media ya paga muchos impuestos, es casi inviable.
Entonces por ahí hay especialistas que aseguran que hay posibilidades de una reforma más tributaria que fiscal, esto quiere decir cerrar huecos en casos de elusión y simulación. Con todo este tipo de mecanismos creen que sería suficiente. Lo que sí está claro es que las finanzas del país están comprometidas no en el mediano y largo plazo sino en un corto tiempo.
La próxima Presidenta, quien quiera que vaya a ser, va a tener un muy reducido margen, cuando se tome en cuenta la asistencia social, la cual va a pasar a ser Constitucional, y la deuda de Pemex. Por cierto, la deuda de Pemex es un lastre para las finanzas públicas.
Ahora, si es inevitable una reforma o no, es casi un ejercicio en filosofía porque si tú te fijas en América Latina tenemos presidentes y líderes que no les importa la calidad de vida de sus ciudadanos, que no invierten los pocos impuestos que cobran en sus ciudadanos y ¿por qué pensar que en México esto es inevitable? A mí me parece que en México no lo es, lo cual es muy triste y peligroso.
– ¿Los programas sociales de López Obrador percibes que redujeron la pobreza?
-Yo creo que los programas de asistencia social impulsaron el consumo, ayudaron ligeramente a subir el Ingreso familiar y por lo tanto contribuyeron a la reducción de la pobreza. Es muy importante aclarar que el gran efecto de la pobreza tiene que ver con el incremento de los apoyos y no con la asistencia social.
A López Obrador no le importan los pobres y queda claro cuando ves que él tomó programas que estaban focalizados a quienes más los necesitaban, quienes vivían en la extrema pobreza, y los eliminó y abrió para poder dar a más personas y formar una red clientelar. Esa no sólo es mi postura y la de expertos que he entrevistado. Eso está en los datos: el impacto de la asistencia social de López Obrador no ha sido para eliminar la pobreza extrema, eso está comprobado.
– Por tu trabajo como periodista especializada en economía, pláticas con líderes de empresariales y directores de empresas ¿qué piensan en general de esta relación del Ejército como contratista del Gobierno?
-Es un tema interesante, tú escuchaste las declaraciones de Carlos Slim, en donde dice que el Ejército está demasiado metido en todo, pero yo también, off récord, cuando los empresarios hablan conmigo me dicen que no les preocupa tanto porque el presupuesto del Ejército sigue siendo pequeño en comparación de países de nuestro tamaño, entonces que a pesar de que AMLO les está dando estas empresas en diferentes actividades productivas, siguen siendo casi empresas de papel, no es que de un día para otro la aerolínea del Estado vaya a competir con Aeroméxico porque esas cosas se tardan y necesitas muchos recursos.
Entonces, yo veo a los empresarios un poco confiados en que AMLO no quisiera abusar de las facultades del Ejército para que entrara a estas actividades productivas a pesar de que sí lo hizo una vez, lo cual lo denuncio en el libro, en el caso de Grupo México y los ferrocarriles, en el incidente ocurrido el 19 de mayo del año pasado, eso fue una gran excepción.
Los empresarios como que están sentados en la banca esperando a ver cómo se desarrolla y en la víspera de ver qué tan redituable pueden ser estos negocios para el Ejército y mientras tantos siguen el curso de sus negocios como si nada.
Esto es muy distinto a como se siente la ciudadanía, porque yo creo que los ciudadanos sí están muy divididos con eso de la presencia del Ejército en sus vidas, hay unos que se sienten muy confiados de que tengan empresas y a otros les da miedo, porque los militares han sido acusados de violaciones derechos humanos, entonces es un tema en el que no hay un consenso y no hay mucha claridad de hacía dónde van.
¿En México tenemos también una clase empresarial que nos ha quedado a deber debido a que no expresan abiertamente sus puntos de vista sobre los grandes temas del país?
Totalmente, yo digo en el libro que la clase empresarial ha sido tan decepcionante como la clase política. Sabes que Mariana Mazzucato, esta economista que funge como asesora de muchos gobiernos en América latina, ella dio una entrevista en la que hablaba en el mismo sentido, y decía que en América Latina, quizás por razones históricas, las empresas están muy acostumbradas a extraer rentas y ya; mientras que en Europa y quizá en los Estados Unidos los empresarios son como figuras involucradas que están metidas en los temas y ahí creo que en México nos han dejado muy mal los empresarios; no conocemos sus opiniones sobre temas importantes, no sabemos a quién están donado su dinero, qué campañas financian, esto es imposible de saber, y lo siento pero no es justo económicamente, Si son personas que son tan importantes en nuestra vida, cuyos productos consumimos y pagamos, pues tenemos un derecho a saber.
Al menos que consideres a Ricardo Salinas pliego, pero yo creo que su agenda no es la del debate sino de sus intereses y eso es terriblemente decepcionante. México ya no es una colonia y no pueden ver a la población como la ven y creo que los empresarios deben de reaccionar a que si aspiran a tener una economía más justa tienen que armarse de valor.
¿Es un tema de valor, conveniencia o prefieren quedarse callados como estrategia?
Si les interesa los temas sociales, el tema como el racismo, clasismo ellos tienen su postura en torno a los derechos reproductivos de la mujer, pero no los expresan, pero sí los financian, eso está muy mal. Es un tema de conveniencia, al empresario en México históricamente no le es de provecho expresar su opinión o exponerse porque si se le cruza algún gobernante o Presidente le va mal. Son personas que piensan que no deben meter las manos al fuego, que no se exponen y prefieren negociar a puertas cerradas.