Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Nuestra forma de gobierno es una democracia representativa porque los gobernantes son electos. Pero incluso para que esto sea así, se requieren condiciones básicas: si las elecciones son libres y disputadas, diríamos hoy, competitivas; que la participación sea ilimitada, que los ciudadanos cuenten con libertades políticas. Teóricamente, esto garantizaría que los representantes y gobernantes actuaran anteponiendo el interés del público.
El presidente mantiene el doble rol de mandatario-candidato y sugiriendo la agenda pública aún y, atacando a todo aquel que se le oponga. En la coyuntura más reciente ha ido lo mismo contra madres buscadoras que periodistas y, su cobertura por el desempeño de la Comisión Federal de Electricidad y los apagones en el país. Y quien le ha puesto los Puntos sobre las Íes ha sido María Amparo Casar, la politóloga y, periodista al dar en el corazón mismo del lopezobradorismo: la corrupción como una de las expresiones más notables de la gestión AMLO que, analiza en su libro y, por tanto, la vendeta del jefe del Estado.
La narrativa del presidente no genera más la emoción con su discurso, dado que se enfrenta a la señora realidad que le recuerda la ineptitud e ineficacia de su administración y, su rol de gobernante-candidato de su partido movimiento para comportarse como el operador electoral que, observa desesperado como se cierra la elección presidencial. Es el fin de sexenio y, también el comienzo del eclipse de AMLO y su liderazgo personal, acostumbrado a minimizar (antes y ahora) el peso específico de la realidad en el rubro más sensible de su administración, la inseguridad. Aunque la corrupción también ha dado al mosaico nacional las Casas Gris, de Bartlett, de Nahle y, seguimos contando.
En CDMX, el oficialismo realiza una campaña muy agresiva con una presencia (es verdad) notable de la delincuencia organizada. Un ejemplo: Alessandra Rojo de la Vega, candidata opositora a la alcaldía Cuauhtémoc es atacada con arma de fuego. El tercer debate entre los candidatos a gobernar la capital de la República mexicana plantea una responsabilidad compartida, aunque es cierto que hace 27 años, el cardenismo y el lopezobradorismo han ejercido su incapacidad para gobernarla. Es verdad que los discursos entre los candidatos a jefe de gobierno han sido atractivos para el espectáculo y, juega contra MORENA por ejemplo, la reserva por 3 años a la información en torno al agua contaminada en la alcaldía Benito Juárez.
Del Tintero
MC se ha consolidado como el aliado firme del lopezobradorismo y, el partido naranja tiene por misión ser el freno al crecimiento de Xóchitl Gálvez a través de sus plumas en medios de comunicación. Y en el descuido a las formas, la candidata presidencial oficialista habla muy bien en público del candidato naranja, extendiendo junto con las encuestas el vocabulario que practica el lopezobradorismo: el de la propaganda electoral, dado que el gobierno busca subir a MC al segundo lugar de la competencia política, como una evidencia de lo que ven en el oficialismo en torno a la evolución de la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez.
Mucho stress para una contienda que en el teatro del absurdo lopezobradorista plantea decenas de puntos de ventaja a su candidata…
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