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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de junio de 2024.- Las vejeces enfrentan complejos retos como el bienestar financiero, cuidados, salud, libre desarrollo y movilidad, entre otros, afirmó la secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, Tamara Martínez Ruíz.
Además, existe un contexto de desigualdad estructural que se vive en nuestro país al pertenecer a la comunidad sexodiversa, ya que se trata de una históricamente invisibilizada, lo que repercute directamente en el crecimiento integral de las personas y en cómo se vive la vejez, aseguró.
Al participar en la inauguración de las V Jornadas de Vejeces Diversas. Configurando nuestro tiempo histórico, realizadas en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional, en las que se analizó la problemática de adultos mayores pertenecientes a la comunidad LGBTQI, añadió:
De acuerdo con información de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género de 2021, en México cinco millones de personas se autoidentifican con una orientación sexual e identidad de género LGBTQI, y cuatro por ciento tiene más de 55 años.
“Y según datos del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores en 2019 las personas trans en el país tienen una esperanza de vida de apenas 35 años, en contraste con los 74 para los hombres y 79 para las mujeres de la población en general”, acotó.
Martínez Ruíz destacó que la UNAM juega un papel fundamental en la promoción de la inclusión y el respeto hacia la comunidad sexodiversa.
Estas jornadas son resultado de la colaboración entre la ENTS, el Centro de Investigación y Estudios de Trabajo Social en Gerontología de esta Escuela; la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU); el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV); el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS); la organización “biENvejecer”; y el foro cultural “Somos Voces”.
Norma Blazquez Graf, titular de la CIGU, apuntó que en la UNAM nos encontramos frente a un escenario de cambio generacional motivado por los movimientos feministas y de las disidencias sexogenéricas, que cada vez hace más posible desafiar los mandatos binarios del orden de género, en particular entre sectores jóvenes de nuestra comunidad.
“Esto pone la atención en los jóvenes y nos impide reconocer la diversidad sexual y de género en las generaciones mayores. La disidencia no es exclusiva de las juventudes, de hecho, buena parte de las personas que nos ubicamos por encima de los 60 años formamos parte de las generaciones que en la década de los 70 y 60 pertenecimos a diferentes movimientos de liberación sexual que más tarde nutrirían el activismo LGBTQI”, señaló.
Aseguró que a las personas mayores de 60 años debemos la resistencia en momentos clave de la historia de la comunidad LGBTQ+, como la pandemia de VIH-SIDA, el alto a la criminalización e intimidación policiaca hacia las disidencias en espacios públicos, así como un conjunto de demandas que ahora son reconocidas como derechos humanos, entre ellas la no discriminación, el matrimonio igualitario y la educación sexual con perspectiva de diversidades.