Escenario político
¡El ‘Narco Estado’ de López Obrador!
Desde hace meses y casi a diario, el presidente mexicano se queja, de manera pública –en sus mañaneras–, de que en redes sociales lo motejan como “#NarcoPresidenteAMLO”.
Dice que sus adversarios pagan millones de pesos para hacer crecer una tendencia que, sin embargo, parece no tener freno.
Pero también está claro que “el mote” no sólo se ha vuelto referencia de curso corriente, sino que resulta desagradable para el mandatario mexicano, al extremo de que casi a diario lloriquea porque sigue creciendo en redes sigue la tendencia.
Lo cierto, sin embargo, es que “el mote” le viene “como anillo al dedo” al presidente mexicano.
¿Y por qué se ha convertido en la definición perfecta de un político y un jefe de Estado como López Obrador?
Por eso, porque en los hechos, López es un “narco-presidente” que, al mismo tiempo, es jefe del “narco-Estado” mexicano.
Y es que, a querer o no –y a los ojos del mundo–, México se ha convertido en la definición perfecta de un “Narco-Estado”, al tiempo que López Obrador es visto, también por el mundo entero, como un “narco-presidente”.
Y la mejor prueba es que el Gobierno de Estados Unidos llevó a cabo la captura de los líderes del Cártel de Sinaloa, sin comentar una sola palabra a las autoridades mexicanas quienes, de manera vergonzosa, siguen esperando una explicación de lo ocurrido.
Peor aún, el propio mandatario mexicano se ha encargado de alentar la versión de que el suyo es un “Narco-Gobierno”, al insistir en la retórica de que en México no se persigue a los jefes de los cárteles criminales, “para no generar más violencia”.
Y si lo dudan, basta acudir a la versión estenográfica de la “mañanera” del pasado martes 6 de agosto del 2024, en donde de manera risible AMLO justificó la abierta complicidad de su gobierno con las bandas criminales.
Así lo dijo: “No se tolera ninguna práctica ilícita, pero se busca que no haya violencia; que se atiendan las causas que provocan la inseguridad y la violencia… Y hay quienes no coinciden con nosotros, aquí en México, pero sobre todo en Estados Unidos, porque se apuesta más a detener a los capos y a los jefes y se olvidan de atender las causas.
“Por ejemplo, como todos sabemos, el principal problema de la unión americana es el consumo de drogas… Se detiene al señor Zambada, pero si no se atiende ese consumo y si nosotros no damos opciones a los jóvenes para que no sean enganchados en las bandas de narcotraficantes, no vamos a enfrentar el problema” (FIN DE LA CITA)
¿Qué significa lo anterior? ¿Cómo debemos entender la retórica de que no se persigue a los criminales para no provocar más violencia; todo ello frente al fracaso que significan las casi 200 mil vidas perdidas en el sexenio de AMLO?
Está claro, aún para los más ingenuos, que el jefe del gobierno y del Estado mexicano mantiene una clara alianza con cárteles del crimen organizado, como el Cártel de Sinaloa, entre otros.
Y las mejores pruebas no sólo son las recurrentes visitas a Badiraguato, Sinaloa, sino haber ordenado la liberación del “Chapito” Ovidio Guzmán y de no haber perseguido a ninguno de los jefes de ese cártel, como “El Mayo” Zambada, entre otros.
Lo cierto es que, a cambio del financiamiento al Partido Morena, López Obrador ha otorgado total impunidad a las mafias criminales, lo que al final ha resultado en lo que ya muchos llaman “el sexenio de la muerte”.
Es decir, el mayor número de muertes violentas de la historia –con casi 200 mil vidas perdidas–, la mayor cifra de desaparecidos, de feminicidios, de secuestros, de policías muertos y, lo peor de todo, que se ha normalizado el imperio de las bandas criminales en todas las actividades sociales.
Sí, a querer o no, hoy vivimos en un “narco-Estado” con “narco-políticos” en el poder y en medio de una “narco-economía”.
Y no hay indicios de que esa tendencia pudiera cambiar en el sexenio por venir.
Al tiempo.