Visión Financiera
México está condenado a no ver a expresidentes corruptos en la cárcel, por más grave que sea la evidencia de presuntos vínculos con el crimen organizado, violación a los derechos humanos, abuso de poder o desvío de recursos.
Se debe a un pacto no escrito de protección entre quien llega y quien se va, porque el que se marcha, deberá ser arropado, en una complicidad maquiavélica de la clase política, quien toma el poder sabe que al final, deberá pactar para vivir en su retiro, rico y sin la preocupación de que podría ser procesado.
En el caso de la detención de Ismael El Mayo Zambada, las acusaciones que figuran en la carta que firma y que compartió su abogado, más allá de revelar una traición interna en el Cártel de Sinaloa, lanza una bomba que implica la presunta relación de Rubén Rocha Moya, Gobernador de Sinaloa con uno de los grupos criminales más importantes de México y su probable responsabilidad en el asesinato de Héctor Melesio Cuen Ojeda, excongresista federal, Alcalde de Sinaloa y Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, también refiere que entre sus cuatro apoyos de seguridad, figuraba José Rosario Heras López, comandante de la policía judicial de esa entidad.
De parte del presidente López Obrador, se ha reaccionado con una tímida instrucción para investigar el caso y con el espaldarazo total al gobernador Rocha Moya, tanto de AMLO como de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, fue en un evento público en Culiacán, acto en el que el gobernador se dijo inocente y fiel a la política anticorrupción del presidente. Santo remedio.
Las declaraciones envalentonadas de cada presidente en turno, son alentadas por la historia de impunidad que no ha llevado tras las rejas a ningún exmandatario, como sí ha sucedido con decenas de expresidentes de Centroamérica y Latinoamérica.
Tan solo en los últimos 30 años, esa ha sido la historia de los expresidentes mexicanos Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, según algunas investigaciones, hay suficientes pruebas y testimonios en su contra, por abuso
de poder, tráfico de influencias, violación a los derechos humanos, desvío de recursos públicos y por presuntos vínculos con el crimen organziado.
Por ejemplo, a Ernesto Zedillo y la familia de su esposa Nilda Patricia Velasco, se les relacionó con la organización de los hermanos Amezcua Contreras, conocidos como los reyes de las metanfetaminas, su sucesor Vicente Fox no lo tocó y en el sexenio del guanajuatense, -curiosamente- se registró la fuga de
Joaquín El Chapo Guzmán, del penal de Puente Grande, en Jalisco.
Felipe Calderón tuvo en Genaro García Luna, a su super secretario de seguridad y su hombre de confianza, quien espera sentencia el nueve de octubre próximo, después de ser declarado culpable de narcotráfico, delincuencia organizada y falsedad documentada, por un tribunal de Nueva York. ¿En verdad Calderón desconocía esa red de complicidades?. La caida de García Luna fue aplaudida por el presidente López Obrador.
A unos días de que el presidente Andrés Manuel López Obrador se retire a su rancho La Chingada, quedarán grabados en la historia de su adminsitración: El culiacanazo, (17 de octubre de 2019), el saludo a la madre de Joaquín Guzmán Loera, (marzo del 2020) y ahora, la traición de Los Chapitos al líder fundador del Cartel de Sinaloa, Ismaél El Mayo Zambada. ¿Se nota de qué lado esta su corazoncito, en un México condenado?.