Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de septiembre de 2024.- A diferencia de lo que sucede en otros países, en Estados Unidos no se caen los edificios, al menos esa era la creencia hasta que el 24 de junio de 2021, cuando la torre Champlain Sur, un emblemático edificio de Miami, se desplomó en la madrugada causando la muerte a 98 personas.
El periodista y escritor Juan Manuel Robles se mueve en el tiempo para recrear las historias de vida y aspiraciones de los habitantes del edificio ubicado en Collins Avenue, logrando indagar no sólo circunstancias que rodearon el desplome y la negligencia con la cual fueron tratadas cada una de las alertas que deban los materiales y estructuras cuando empezaban a ceder al paso del tiempo a la par de los anhelos de quienes habitaban los trece pisos del inmueble.
El narrador peruano avecindado en Estados Unidos señala en entrevista con Quadratín México que su reciente libro Tragedia en Collins Avenue (Planeta) exhibe no sólo un hecho inédito en el país que se precia ser la mayor economía del mundo, sino que muchas de las cosas que estábamos acostumbradas a ver con regularidad América latina ocurren también en Miami.
Me di cuenta en cuanto comencé a ver las historias que muchas estaban conectadas con la historia de Miami, así como vínculos de Latinoamérica con la capital de Florida. De gente que partió de sus países de origen buscando como una especie de conquista y de calma porque una vez que ya tenían todo en la vida, pues habían conseguido un departamento frente al mar, se trata de personas a veces con pasados que nos vinculan a una convulsa América latina”, sostiene quien en 2017 fue considerado como uno de los mejores escritores de Latinoamérica según la selección de Bogotá 39.
-En un inicio fue impresionante el hecho en sí, que es bastante insólito y surrealista, y después me fui enterando por medio de las historias que iban saliendo, también me di cuenta de la atención que concitó en todo el mundo. La gente se sintió muy conmovida. Creo que eso se debía a esas historias tan diversas de personas que convivieron en ese lugar. Unos tenían muchos años viviendo ahí, algunos habían llegado recientemente, otros se habían ido ese mismo día de ahí a pasar vacaciones a otro lado, otros viajarían al día siguiente.
Una vez que lo comenté con Planeta y dieron luz verde al proyecto comencé a investigar con mayor acuosidad, enterándome más de ellos.
El primer reto fue periodístico, comencé a realizar este libro seis semanas después de lo sucedido, muchas personas todavía se encontraban viviendo el duelo, en algunos casos eran familiares mayores, pero en otros casos eran hijos, hermanos, entonces era algo difícil porque hay una tendencia natural a guardar silencio. Entonces, lo que pretendía y les comenté a los familiares era que quería contar las historias más allá de la tragedia. Aunque el libro se centra en la tragedia no es un libro sobre la muerte sino de las vidas de quienes residían en el edificio de la avenida Collins. Me di cuenta que quería contar esas vidas más allá de la relación con el edificio.
Fue muy interesante descubrir, que una de los primeros testigos de ese incidente, e incluso lo que tiene de particular es que fue un evento sin testigos, tanto los que estaban adentro murieron casi de manera instantánea y los pocos quienes sobrevivieron tampoco sabían muy bien ¿qué fue lo que pasó?
Uno de los pocos testigos que hay es una pareja de colombianos que estaban en un hotel contiguo quienes al mirar lo que está pasando se ponen a grabar un video, que es una de las pocas evidencias gráficas que se tienen de ese instante.
Algo que me llamó mucho la atención es que en un momento la mujer dice: ¡Se va a caer el edificio! Ya sea que lo dijo por intuición, pero su esposo le responde ¡estás loca esto es América, esas cosas no suceden!. Esa escena me parecía que resumía bien la idea que los latinoamericanos tenemos sobre Miami, de Estados Unidos y de esta ciudad en particular.
Creo, además, que se complementa con ese tipo de incredulidad de quien admira un lugar, que fue lo mismo que dijo el alcalde justo al día siguiente del colapso: “Vamos a investigar este hecho porque en Estados Unidos, los edificios no se caen”. Entonces esto fue como un punto de partida para el libro.
Al ir cimentado la narración con la tenacidad de llevar al lector hacía la cotidianidad que habitada los departamentos, el también profesor de escritura creativa de la Universidad de Nueva York descubre que aunque Estados Unidos se precia de ser un país de leyes, a las cuales ciudadanos, residentes y migrantes se tienen que someter, siempre hay maneras de transgredir el orden legal:
Es el tipo de cosas a las cuales me refiero que como latinoamericanos: estamos muy acostumbrados, es decir no se puede hacer por ley, pero siempre hay formas de torcerla. Esa inventiva que no es latinoamericana, la encontramos elevada, quizás porque en este país la ley es más estricta y quizás por eso hay una tecnología mayor para burlarla.
Y cuando uno va a los orígenes de este edificio, te das cuenta que hay un pasado de corrupción de manejos turbios, de inversiones de lavado de dinero, de construcciones que buscan acabar lo antes posible porque hay mucho dinero de por medio, porque Miami está por convertirse en la capital del narcotráfico moderno, o sea todas las formas de corrupción que puedas imaginar en Ciudad de México, del narcotráfico en Medellín todo eso que uno está acostumbrado a ver que pasan en nuestros países, pues son exactamente iguales por acá”.
– Los indicios de qué fue lo que pasó están ahí en el libro, existen evidencias por ejemplo que los encargados sabían que algo iba suceder con ese edificio después de la inspección que se hizo y al no generarse el consenso para realizar las obras que se requerían alguna de la gente comienza por abandonar el barco.
En los últimos ocho meses de vida del edificio se hicieron trece transacciones de venta, lo que no era un ritmo normal, porque antes se realizaban dos ventas al año. Luego se sabe que los que compraron no sabían nada de los problemas que tenía ese edificio. Quien no conocía los problemas les parecía fascinante el edificio, si se le veía alguna raspadura parecía parte de su atractivo vintage.
Es un edificio de los que llamamos de losa plana es una construcción de columnas sin vida, porque en Miami no hay terremotos entonces los edificios son más ligeros en general porque no necesitas que los pisos sean gruesos.
Ese tipo de edificios, que son una conquista de la modernidad en diseño, demostraron que no servían en terremotos como el de 1986 en México, pero curiosamente se siguieron haciendo y se volvieron a caer.
Hay también mala fortuna en ese edificio porque además de los problemas que tenía que son errores de diseño, construcción y filtración de agua que no se controla, la cual termina deteriorando la estructura. A parte, la torre Champlain Sur, tiene la mala suerte de que construyen un edificio muy grande a su lado el Eighty Seven Park, el cual una edificación muy bella, el segundo edificio diseñado por Renzo Piano hecho en el hemisferio, este edificio llega con un gran ímpetu y se come el espacio de al lado que albergaba una terraza grande que había existido durante décadas.
-Hay varias formas de resolver esa pregunta. Si bien se suele decir que es un mal momento para los libros, creo que es un gran momento para las historias, estamos llenos de cazadores de historias. Estoy convencido que quienes mejor podemos sacar esa historia, con sustancia, significado y que sea capaz de conmover y conectar, somos los periodistas y los escritores.
Esto se ve porque existen productoras que buscan historias para las plataformas de streaming, las cuales por más dinero que tengan no van a inventar la sustancia que está en lo que conocemos y podemos hacer.
Por ejemplo, nadie va a contar las historias como nosotros los periodistas las podemos contar, esto es importante enfatizar desde el punto de vista de que somos contadores de historias y periodistas en todas partes.