Abanico/Ivette Estrada
López Obrador se va con su deuda.
No cumplió su promesa de aclarar el crimen de Estado de los estudiantes de Ayotzinapa, como lo definió el ex subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas.
Lo usó políticamente en campaña para ganar votos y todavía durante su administración ofreció presentar con vida a los 43 normalistas desaparecidos en 26 de marzo de 2014.
Con aquel crimen supuestamente propiciado por el ex alcalde lópezobradorista de Iguala, José Luis Abarca, surgió un movimiento de leyendas, mentiras y demagogia transexenal.
Nada podrá demostrarse salvo la inexistencia de los alumnos como la muerte de los mineros de Pasta de Conchos, en Coahuila, el 19 de febrero de 2006.
El entonces candidato y hoy presidente saliente también prometió rescatarlos pero, al contrario, a aquellas 65 víctimas del Grupo México agregó diez cadáveres más de la mina El Pinabete.
REUNIÓN FRUSTRADA
Pero esa no es nuestra historia.
Enrique Peña Nieto pudo sofocar este levantamiento tan bien capitalizado por el candidato Andrés Manuel López Obrador si ha atendido la recomendación de sus asesores.
He aquí la historia:
La noche lamentable del 25 de septiembre de 2014 en Iguala se hablaba al viernes siguiente de 56 estudiantes secuestrados por policías municipales del lópezobradorista José Luis Abarca y entregados al grupo Guerreros Unidos.
El viernes 26 no había autoridad.
Ante el vacío, varios asesores del presidente Peña Nieto le propusieron tomar la iniciativa, rebasar al gobernador Ángel Heladio Aguirre y dar la cara con promesas de investigación y castigos a fondo.
Inclusive el entonces coordinador de giras presidenciales, Alejandro Guevara, contactó a padres de familia de los normalistas y preparó escenarios para un eventual diálogo: la presidencia municipal, una escuela o la plaza pública.
En Los Pinos hubo reuniones el viernes 26 y el sábado 27 por la noche, donde se habló de llevar a Peña Nieto a Iguala el domingo 28, antes de entregar viviendas a damnificados de Acapulco por el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel, causantes de al menos 40 muertos.
El sábado 27 de septiembre el grupo compacto, al parecer encabezado por el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, rechazó ese diálogo bajo un argumento único: no podía exponerse la imagen presidencial.
-Que le explote al gobernador del PRD -clamó alguien de mucho poder… y así fue: cayó Ángel Aguirre.
Ahí se perdió la oportunidad de dar la cara del gobierno, evitar la llamada verdad histórica y no se diga el falso crimen de Estado y resolver de raíz una masacre capitalizada políticamente por López Obrador y, vaya paradoja, hoy sombra oscura de su gobierno.
BOMBA EN LA UNAM
1.- ¿Qué perfila la UNAM?
Una bomba.
Sólo falta la aprobación del rector Leonardo Lomelí y podría explotar la semana próxima, según los enterados de temas universitarios.
Alude, dicen esas fuentes, a un falso título otorgado por la FES Aragón hace decenios a alguien muy, pero muuuuyyyy importante, pero al cual rehuyó su antecesor Enrique Graue.
De darse, como esperan los consejeros, impactaría en dos poderes, el Ejecutivo de López Obrador y el Judicial de Norma Piña.
Pero no adelantemos vísperas.
Y 2.- ¡pobre Acapulco!
Vive entre desastres naturales, desde el huracán Paulina, su similar Ingrid, la tormenta Manuel en 2013, Otis en octubre de 2023 y ahora John.
Los daños han sido similares y a ellos deberá hacer frente, una vez más, el gobierno de Evelyn Salgado aunque rebase sus posibilidades económicas.
Su labor será insuficiente si no hay recursos federales y ojalá lleguen.