Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El destape de ALM y la aparición de un diario
Jorge Herrera Valenzuela
Las Tradicionales Ofrendas para Recordar a los Seres Queridos, el llamado Día de Muertos, Mantienen Vigentes Ritos Originados por Aztecas y Mayas, Guardando todas las Proporciones. El Mexicano Se Ríe de la Muerte y Se La Come en Figuras de Azúcar.
Hace 67 años, también fue lunes 4 de Noviembre. En esa fecha el PRI “destapó” al licenciado Adolfo López Mateos, como su candidato a la Presidencia de la República.
El mediodía de ese lunes, los voceadores salieron a la calle para vender el primer ejemplar del vespertino de Novedades, Diario de la Tarde.
CERRÓ CON LA DE SEISES
Don Adolfo Ruiz Cortines hizo un juego de dómino con todas las variantes que quiso. Movió las fichas para entusiasmar a sus invitados. A unos los inquietó, les despertó esperanzas. A otros les dejó ganar la ronda, haciéndoles caer en la confusión. Los terceros, entendieron la jugada.
Tal vez, Adolfo, como lo llamaban sus paisanos, como presidente recordaba sus tardes en el Café de La Parroquia, porteño e icónico centro de amistades. En su despacho de Palacio Nacional con la mula de seis puso fin “al juego que todos jugamos”, como decía mi colega Gustavo Mora.
Con suma habilidad, ARC, dejó que cada aspirante se moviera libremente o pensara contar con el visto bueno “para la grande”. Le hizo creer a Ignacio Morones Prieto que “México necesitaba un doctor” y a Rodrigo de Llano, director de Excélsior, “me habló muy bien de Gilberto, hasta me dijo dele, llévele mis saludos”.
Morones Prieto salió de Palacio Nacional con una amplia sonrisa y enfiló a su despacho de Secretario de Salubridad y Asistencia. De Llano creyó que Gilberto Flores Muñoz “era el bueno” y Ruiz Cortines le hablaba de Gilberto Figueroa, el gerente del diario.
Abrazos, caras sonrientes, especulaciones al canto, en las oficinas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Su titular, Adolfo López Mateos, sería el candidato presidencial para suceder a su tocayo, Adolfo Ruiz Cortines.
Caras tristes, pesar por “la derrota”, resignación, en los pasillos de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, allá por la calle de Tacuba, a un costado del Palacio de Minería. El nayarita Gilberto Flores Muñoz no logró ir a despachar en Palacio Nacional.
HUMBERTO ROMERO Y DON PANCHO
Dos personajes, ambos muy importantes, tuvieron acción significativa desde que “sonaron” los nombres de dos políticos aspirantes a cruzarse la Banda Presidencial.
Eran los responsables de tratar con los reporteros, columnistas políticos, editorialistas y con los fotógrafos, hoy reporteros gráficos. Por supuesto con directores y dueños de los medios.
Esa pareja de publirrelacionistas sentó precedentes. Dejó huellas imborrables. Uno siempre sonriente, diplomático, servicial. Otro, político forjado entre los grandes, de buen carácter, mal hablado, simpático y siempre cumplidor.
El michoacano, de La Piedad de Cabadas, abogado egresado de la UNAM, locutor de joven, poeta y amante de los tangos, Humberto Romero Pérez. Estaba de jefe de prensa en la Secretaría del Trabajo, pero don Adolfo “El Viejito”, lo nombró su secretario de prensa. Humberto nos regaló sus memorias en el libro “Los Dos Adolfos”, editado poco antes de fallecer a los 86 años.
Francisco Galindo Ochoa, famoso como “Pancho Galindo” o “Don Pancho”, era un jalisciense con oficinas privadas en Paseo de la Reforma, frente al Hotel Sheraton, donde desayunaba todos los días. En su mesa, reservada permanentemente, platicaba con la élite de la política y con los periodistas.
Operador político non. Influyente en los medios informativos. Se hablaba de tú con los más importantes políticos, industriales, empresarios. Fue jefe de prensa con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y José López Portillo.
En 1957 dirigió la campaña periodística en apoyo al precandidato presidencial Flores Muñoz. Tenía el mejor fichero político que, dicen, destruyó poco antes de morir a los 95 años de edad, en 2008. Nació en Tamazula, Jalisco. Nunca culminó el sueño de ser gobernador de su terruño.
Humberto fue llamado “vicepresidente” al lado de su jefe López Mateos, quien al final del sexenio dijo: “me voy a dedicar a administrar los bienes de Humberto, jajaja”. Galindo Ochoa siguió en su tarea de consejero político y publirrelacionista.
ALM Y SU CONTROVERTIDO ORIGEN
El presidente más popular, más carismático, más ojo alegre con las jóvenes y bellas, así como las señoras también suspiraban por él, se llamó Adolfo López Mateos.
Al paso de los años, el lugar donde nació y quién fue su padre, mantienen controversia, iniciada ésta cuando el joven profesor y director del Instituto Científico y Literario del Estado de México, fue llamado a la política como candidato a senador.
En Toluca el político Adolfo Manero, pretendiente a candidato a senador, inició la más controvertida versión sobre el lugar de nacimiento de López Mateos. En adelante surgieron datos contradictorios hasta de quién fue su padre, año de nacimiento y datos relacionados con su vida familiar.
Para empezar, Manero aseguró ante instancias gubernamentales que López Mateos nació en el poblado de Patzicia, Chicaltenango, Guatemala. Fue registrado con el nombre de Carlos Adolfo López Mateos. Recabó testimonios. No hubo resultados favorables para el denunciante.
MÁS CONFUSIÓN, NADA CLARO
La profesora Elena Mateos y Vega fue madre de dos hijas y tres hijos. Estuvo casada con el dentista zacatecano Mariano Gerardo López y Sánchez Román, quien murió el 12 de marzo de 1904; la boda fue en 1899.
Mariano José, Elena de los Ángeles y Rafael Fernando, fueron hijos del odontólogo. Nacieron en 1900, 1901y 1904, respectivamente. Doña Elena posteriormente tuvo relaciones con el empresario español Gonzalo Murga y Suinaga.
De esa unión procrearon a Esperanza y a Adolfo. Ella llegó a este mundo en 1907 y, en su momento, declaró que su hermano Adolfo era de 1909 o 1910. La fecha oficial del nacimiento, es 26 de mayo.
La confusión jamás quedó aclarada. Nunca se conoció una copia de Acta de Nacimiento de Adolfo López Mateos. En la Secretaría de Hacienda, se encontró un acta en que estaba asentado que el niño “era originario de la Ciudad de México”, entonces Distrito Federal.
Otro documento de esa naturaleza crea más dudas, pues está fechado el 26 de mayo de 1909, con el nombre de Adolfo Felipe Neri Matteios.
Hay otro antecedente documental, en el que se lee que el niño Adolfo López Mateos nació en Juárez 11, San Francisco Atizapán, después Atizapán de Zaragoza y ahora Ciudad López Mateos, Estado de México, aunque doña Elena y Gonzalo vivían en la Capital de la República.
Lo cierto es que nada impidió que, “El Toluco” como llegó a conocerse al licenciado López Mateos, fuese senador de 1946 a 1952 y en el sexenio siguiente Secretario del Trabajo y Previsión Social.
El Partido Revolucionario Institucional, el PRI, tampoco tomó en cuenta la historia confusa mencionada y postuló a López Mateos para Presidente de la República. Ganó con casi siete millones de votos y estuvo apoyado por tres partidos Popular, Auténtico de la Revolución Mexicana y Nacionalista de México.
Tomó posesión en una sesión del Congreso de la Unión, habilitándose para ello el Palacio de Bellas Artes.
Jamás Humberto Romero nos precisó el lugar donde nació su querido jefe. Ese si es un secreto que está bajo tumbas.
DOS MATRIMONIOS DE ALM
El licenciado López Mateos siendo presidente se divorció de su esposa, doña Eva Sámano Bishop y se casó por la Iglesia Católica con Angelina Gutiérrez Sadurni. Ambas profesoras. Con la que fue Primera Dama no tuvo hijos, adoptaron a Eva Leonor “Avecita” López Sámano, quien ya murió y dejó una hija de su matrimonio con un italiano apellidado Zolla.
De su segunda unión fue padre de Elena y Adolfo, nacidos en 1966 y 1967. El hijo murió en 2018, como su padre, de un aneurisma cerebral. Angelina, que tenía 23 años cuando contrajo nupcias, ahora tiene 77 años y vive con su esposo en La Jolla, California.
Una madrugada, el presidente López Mateos conducía su auto y chocó con un rulero (taxista) en un crucero de la Colonia Narvarte. Según el parte de los patrulleros, hubo inmediato arreglo entre los manejadores. Don Adolfo regresaba de visitar a un hijo que llevaba nombre y apellidos iguales.
Don Alfredo Kawage Ramia fue el más furibundo “lopezmateísta”. Desde el comienzo del sexenio se declaró su partidario. No lo decía a nosotros, los reporteros, lo comentaba con los jefes.
El célebre cartonista Abel Quezada hizo una caricatura, para Excélsior, con el título “El Tapado fuma Delicados”. Beto Arroyo fotografió al presidente fumando y, se dijo, la foto la compraron los fabricantes de esos cigarros.
EL DIARIO DE LA TARDE
La muy tempranera mañana del lunes 4 de noviembre de 1957, en uno de los pisos del edificio ubicado en Bucarelí y Avenida Morelos, había mucho movimiento. Era la temporal Redacción de un nuevo periódico defeño que circularía al mediodía.
Al primero que saludé fue a don Rodolfo “El Negro” Dorantes, Jefe de Información. En las reducidas oficinas estaban Elvira Vargas, Arturo Sotomayor, don Fernando Canales, entre los responsables de la fundación y dirección del Diario de la Tarde, primer y único vespertino del diario Novedades, éste fundado el 11 de septiembre de 1939 por Ignacio F. Herrerías.
Diario de la Tarde emprendió la aventura periodística en el Distrito Federal, cuando ya existían El Universal Gráfico (desde 1922), las dos ediciones de Últimas Noticias de Excélsior, la del mediodía y la de las seis de la tarde.
Uno de los reporteros redactores, Rafael Díaz de León y Torres, fue de los que permanecieron por años en esa Redacción. Era especialista en los asuntos financieros, información de temas económicos y llegó a ser reconocido por la cobertura informativa de las convenciones bancarias.
Rafael y este comentarista llegaron juntos al Diario de la Tarde, pero un servidor decidió permanecer como Jefe de Información en el diario Zócalo que dirigía don Alfredo Kawage Ramia.
Contemporáneo de esos años en el vespertino, Mauro Jiménez Mora, a quien es siempre grato recordar. Papá de mi coautor y fraternal amigo Mauro Jiménez Lazcano; ambos escribimos el reportaje “Bob Kennedy y Los Asesinos Sin Cara”, en agosto de 1988. Fue uno de leídos Populibros La Prensa. En seis meses se vendieron 100,000 ejemplares. La portada fue obra de nuestro compañero Manuel Arvizu Maraboto.
Por la Redacción de ese vespertino pasaron una cauda de excelentes diaristas, tanto mujeres como hombres. Mi estimada amiga, que hace años no veo, Carmen Lira, hoy directora de La Jornada, Rita Ganem, María Teresa García Guerra, Norma Bravo, Rosita Delgadillo, parte del equipo madrugador con las notas exclusivas.
Un trío de reconocidos columnistas: Fausto Castillo, Guido Barrón, Jorge “Sony” Alarcón y el implacable comentarista político, responsable de “Los Intocables”, columna que causó impacto nacional redactada por José Luis Mejías.
Del grupo de ases para imprimir las oportunas fotografías, los antes llamados fotógrafos de prensa y hoy Reporteros Gráficos, solo es superviviente, mi fraternal Jaime Andrés Arroyo Olín y los que se adelantaron, en el camino al cielo: Gerardo Su Hernández, Adalberto Arroyo Ríos, José Dávila Arellano, Alfredo Carral Juárez, Raúl Estévez, Teodoro Martínez y Pedro San Nicolás.
Uno de los directores del Diario de la Tarde, don Raúl E. Puga. Anoto a otro de esa época y que aún está en el activo, el chiapaneco Armando Rojas Arévalo, catedrático en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Los hermanos Rafael y Héctor, “El Pispín” Rivera Trujillo.
Con Domingo Álvarez Escobar, Jefe de Redacción, hice mi primer viaje a la entonces Alemania Occidental. El licenciado Héctor Dávalos, también formó parte de la plantilla de reporteros y ascendió hasta Subdirector.
El mediodía del sábado 4 de septiembre de 1982 dejó de circular, luego de 24 años y 10 meses, el Diario de la Tarde.
CONVIVENCIA MENSUAL
Precisamente Jaime A. Arroyo se convirtió en el alma de quienes seguimos en este planeta y que en nuestra juventud nos encontramos en el diarismo. Jaime, desde hace tiempo, nos convoca a desayunar el primer sábado de cada mes.
Durante una temporada las reuniones sabatinas fueron en el tradicional e histórico Café La Habana y actualmente muy ceca de ahí, en el restaurant del Hotel Imperial, Paseo de la Reforma y Morelos, en la glorieta donde por más de un siglo estuvo la estatua de Cristóbal Colón y de cuatro frailes franciscanos.
Recordar es vivir y más entre quienes somos apasionados de este sagrado oficio o bendita profesión. Nos saludamos con el internacional reportero Miguel Reyes Razo, Oscar Ramírez que ha estado en el otro lado del escritorio, como jefe de prensa. Alejandro Casso Miranda, Joel García Romero, Juan Gabriel Puga Espinosa, Salvador “Chava” Estrada Castro y Fernando Gutiérrez Pérez.
Un fraternal recuerdo para aquellos que convivieron en los desayunos, los más recientes fallecidos: Alfredo Cortina Espejel y Luis Roberto Botello Suárez. Carlos Esparza, Paco Rivero Gil, Rafael Rivera Trujillo, Fernando González Mora y Ricardo Salazar.
Una disculpa. Faltaron algunos nombres de compañeras y compañeros, pero cada uno de nosotros lo recordará con mucho afecto.