¿Cooperar desde la desconfianza?/Felipe de J. Monroy*
Las órdenes del jefe se cumplen.
Y si Andrés Manuel López Obrador decidió poner a Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, su deseo es mantenerla ahí.
El la puso de presidenta en 2019 contra el deseo mayoritario de los senadores oficialistas, quienes al final cedieron ante el oficio político de su coordinador Ricardo Monreal.
Entonces la operación fue de zapa.
Piedra Ibarra, sin conocimientos jurídicos ni cumplir muchos requisitos para su designación, fue colocada al final de una lista de 57 aspirantes dominada por el rumor del padre Alejandro Solalinde.
Había personas de mucho prestigio para suceder a Luis Raúl González Pérez, pero uno a uno fueron desechados los 56 de adelante.
Se borró, por ejemplo, al ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, José de Jesús Orozco, para perfilar a la hija de quien puso la banda de la presidencia legítima a López Obrador en 2006.
LA HISTORIA SE REPITE
Esta vez no varió el mecanismo.
Si en 2019 a Rosario Piedra Ibarra le escalaron posiciones en las comisiones del Senado de la República, ahora se le colocó sorpresivamente en la terna final.
Sorpresivamente porque tuvo el rechazo de todos las organizaciones civiles dedicadas a la lucha de las garantías individuales, porque se le comprobó el uso de documentos falsos -¿o no fue eso la carta apócrifa del obispo Raúl Vera, descalificada por el mismo?- y por su pésimo desempeño durante el sexenio pasado.
Ojo: al momento de redactar este texto no había sido aprobada su reelección, pero todos los signos y preparativos morenistas se encaminaban hacia ese fin a pesar de concitar preferencias Nashieli Ramírez.
Entre los signos destaque usted la deferencia del presidente del Senado, el polémico Gerardo Fernández Noroña, de recibirla para una reunión con las bancadas del gobierno.
No hay tiempo para esperar el resultado, pero allá ellos si matan definitivamente a la CNDH… o si un rayo de razón desde Palacio Nacional los inclina por Nashieli Ramírez o Paulina Hernández.
PRIMICIAS DEL CRIMEN
Hemos entrado a un mundo surrealista.
Los adelantos de sucesos graves los aportan presuntos delincuentes y luego los corroboran las autoridades durante sus actuaciones.
Vea usted:
Del asesinato del ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Héctor Melesio Cuén. Tuvimos datos ciertos a través de la carta filtrada por los abogados de Ismael El Mayo Zambada.
Desmintió a las autoridades estatales encabezadas por el gobernador Rubén Rocha Moya, quienes quisieron disfrazar el crimen de intento de robo en una gasolinera de Culiacán.
Pero la Fiscalía General de la República de Alejandro Gertz Manero siguió la pista extraoficial y desenmascaró la treta de quien tiene hundido al estado en la violencia.
Y ayer fue detenido el encargado de la Secretaría de Seguridad Pública de Chilpancingo, Germán Reyes Reyes, fue aprehendido acusado de participar en el asesinato del alcalde de esa capital, Alejandro Arcos Catalán.
La banda de Los Ardillos, tan cercanos a la ex edil Norma Otilia Hernández, había denunciado en mantas sobre la autoría de un político de alto nivel.
A raíz de ese hecho gobernadora Evelyn Salgado prometió no encubrir a ningún funcionario ni nexos con la delincuencia y este es el primer fruto.