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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de diciembre de 2024.- La Iglesia católica criticó la premura con la que los congresos estatales han aprobado la despenalización del aborto, como si se tratara de una urgencia en la que no se escuchan los argumentos en contra.
“¿Por qué tanto interés en el aborto? En las últimas semanas hemos visto una vorágine legislativa por la despenalización del aborto; una serie de congresos estatales que han votado en procedimientos rápidos, de un solo día, las modificaciones a sus códigos penales, en ocasiones sin dictamen”, cuestionó a través de su editorial de este fin de semana.
Reprochó la cantidad de estados que han abordado el tema de manera sincronizada, y con una rapidez inédita en la que “no se escuchan los argumentos en contra, aunque éstos vayan fundamentados en la ciencia y el derecho; se mantienen las mismas narrativas de supuestos beneficios para la mujer y de supuestos derechos”.
Además, refirió el análisis de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del caso llamado Beatriz vs. El Salvador, un famoso caso de una mujer a la cual le fue negado en su momento un aborto por cuestiones de salud en su país, El Salvador.
Lo llamativo de este caso, destacó, es el conflicto de intereses que muestra la Corte, además de los procesos fuera de lo normal, pues no se ha publicitado el caso en las listas de la Corte mientras que se prepara un proyecto de resolución.
“¿Por qué hay un conflicto de intereses? Porque tanto la Corte Interamericana, como las organizaciones y colectivos feministas que litigan el caso, han recibido donativos de las mismas organizaciones, es decir una misma organización dona para el mantenimiento y operación de la Corte, y dona a otras organizaciones para que éstas presenten demandas y litigios”, sostuvo.
Recordó que en la Ciudad de México; en el 2007, cuando se despenalizó el aborto, se puso en práctica esta política de salud, con una serie de protocolos previos a que la mujer realizara el aborto, con la finalidad de darle opciones de vida, antes de que el aborto ya no pudiera echarse atrás.
Por ello, acusó que dichos protocolos desaparecieron de la práctica del sistema de salud con el tiempo.
“¿Porqué hay tanto interés en que la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad efectivamente aborte? ¿Porqué negarle opciones de vida? ¿Porqué no hay un seguimiento integral a la mujer que aborta, para monitorear su salud mental y física después del aborto? ¿Por qué no investigar si se vive un entorno de violencia que la haya orillado a abortar?
La dinámica de promover el aborto como un derecho de la mujer, ha invisibilizado la problemática de fondo de las mujeres y pareciera que agota la agenda femenina de derechos”, insistió.
Criticó que no se han escuchado las voces de las mujeres embarazadas ni las voces de las mujeres que han abortado y que han sufrido efectos postraumáticos. Además, a quienes han atendido a las mujeres que manifiestan daños en su salud después de un aborto ni se han tomado en cuenta los datos que apuntan que una de las razones más grandes por las que las mujeres abortan es porque son obligadas por el hombre y a veces por su propia familia.