Nuevos dictadores
El plan presentado este martes, en la conferencia matutina de Claudia Sheinbaum, choca con la falta de medicamentos, el maltrato y la burocracia que enfrentan miles de usuarios; los discursos ante la realidad
Ayer martes, durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, el director general del ISSSTE, Martí Batres, presentó un ambicioso plan de reformas para transformar la institución. Los anuncios incluyeron homologación de salarios, ampliación de la plantilla médica, reducción de tiempos de espera y fortalecimiento de infraestructura hospitalaria bajo el programa La Clínica es Nuestra. Sin embargo, estas propuestas se estrellan contra la cruda realidad que enfrentan diariamente miles de derechohabientes, quienes padecen un sistema colapsado, lleno de deficiencias y marcado por la indiferencia y el maltrato
Alberto Carbot
El panorama es desalentador. En clínicas y hospitales del ISSSTE, la falta de medicamentos, la burocracia excesiva y el trato inhumano por parte del personal se han vuelto la norma. Casos como el de una persona con evidentes problemas de movilidad que al acudir a la CMF Narvarte de Medicina Familiar, de avenida Eugenia 230, en la alcaldía Benito Juárez —que por cierto no tiene director—, fue obligada a caminar varias cuadras sólo para obtener en un local la copia de un documento, con el argumento de que “aquí no es fotocopiadora”, evidencian la desconexión entre los altos mandos como Martí Batres y las necesidades reales de los usuarios.
Estos problemas no son incidentes aislados; forman parte de un problema sistémico donde los derechohabientes son tratados con desdén e insensibilidad y el reflejo de una institución que no cumple con su propósito básico. Olvídese del servicio de salud como en Dinamarca y ni se imagine siquiera acudir para buscar la intervención de un especialista, porque si bien le va, deberá esperar tres, cinco o seis meses o hasta un año, para ser atendido. En ese tiempo, si usted no dispone de recursos para acudir a un médico o institución particular —donde sí se atienden los políticos de antaño y hogaño—, deberá enfrentar estoicamente el agravamiento de su malestar e incluso la muerte.
Es evidente que el maltrato por parte de algunos trabajadores y la burocracia absurda no solo generan frustración, sino que agravan la vulnerabilidad de las personas que dependen del ISSSTE para su atención médica. De ahí que los anuncios de proyectos macro, aunque importantes en su intención, chocan contra una realidad donde lo esencial no se está cumpliendo.
¿Cómo podemos hablar de “modernización” si no hay medicamentos disponibles para enfermedades comunes? ¿De qué sirven las reformas estructurales si los médicos —cuando llegan a estar presentes— tratan a los pacientes con desprecio? ¿Cómo justificar un presupuesto destinado a grandes proyectos si no se destinan recursos para atender lo básico?
Los anuncios de proyectos macro, aunque relevantes en teoría, resultan vacíos si no resuelven lo esencial: garantizar medicamentos, ofrecer atención médica digna y eliminar las barreras burocráticas que agobian a los derechohabientes. Mientras se habla de nuevas clínicas y reformas estructurales, las personas siguen enfrentándose a un sistema que no tiene recursos ni personal suficiente para atender lo más básico.
Sin tratamientos básicos
El desabasto de medicamentos es uno de los problemas más graves. Es inconcebible que, en pleno siglo 21, los pacientes no puedan obtener tratamientos básicos. ¿Cómo puede considerarse exitoso un sistema que no garantiza algo tan primordial como el acceso a medicinas? Además, la falta de personal médico capacitado, combinada con condiciones laborales precarias, agrava aún más la situación. Es imposible esperar calidad en el servicio cuando quienes lo prestan no cuentan con los recursos ni la motivación para hacerlo.
La alta y mediana burocracia es otro obstáculo insostenible. Los trámites interminables, la desorganización y los procesos innecesarios generan frustración y desesperación entre los usuarios. La reforma del ISSSTE no puede limitarse a anuncios de nuevas políticas; debe abordar de raíz las prácticas que impiden un servicio ágil y eficiente, más allá de promocionar paquetes turísticos gubernamentales, sólo para intentar revivir proyectos faraónicos que nacieron muertos como el AIFA, Mexicana de Aviación, el Tren Maya y los hoteles operados por las instancias militares.
En este contexto, la situación actual del ISSSTE —y en este contexto también se encuentra el IMSS—, además de afectar a sus derechohabientes, envía asimismo un mensaje preocupante sobre el estado general del sistema de salud en México. Si instituciones de estas magnitudes no pueden garantizar lo básico, ¿qué podemos esperar del resto del sistema?
Es imperativo que las autoridades tomen acciones inmediatas para transformar al ISSSTE desde sus cimientos.
Se lo explico claramente a Batres —sin que le cueste un centavo—, por la consultoría de 4 puntos básicos que yo le doy en este momento:
Además, las autoridades deben abrir canales de comunicación directa con los derechohabientes para conocer sus necesidades y experiencias de primera mano. Las decisiones no pueden tomarse desde escritorios alejados de la realidad; deben basarse en lo que los usuarios enfrentan día a día.
La transformación del ISSSTE no puede quedarse en palabras. Los derechohabientes merecen acciones inmediatas que mejoren su calidad de vida. Mientras tanto, el maltrato, la negligencia y la falta de recursos siguen causando un daño incalculable a millones de personas que dependen de este sistema.
Martí Batres debe recordar, como premisa fundamental, que el ISSSTE es —además de una institución—, un pilar para millones de trabajadores y sus familias que dependen de sus servicios. Por lo tanto, cada acción, decisión y omisión tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas. Ignorar las necesidades inmediatas equivale a perpetuar una crisis que lleva años sin resolverse.
Un ISSSTE ajeno a su propósito original
Los derechohabientes no son cifras, ni estadísticas, ni simples usuarios. Son personas con historias, problemas de salud y familias que esperan respuestas de un sistema que cada día parece más ajeno a su propósito original. La indiferencia de algunos trabajadores, sumada a la falta de insumos y a procesos innecesariamente complicados, transforma lo que debería ser una experiencia de atención en un ejercicio de resistencia.
Un punto que no puede ignorarse es la crisis de medicamentos. Todavía existen clínicas y hospitales que no pueden surtir recetas básicas. Los discursos sobre compras consolidadas y transparencia pierden toda validez cuando una persona no puede obtener un medicamento esencial para su tratamiento.
También es preocupante que muchos médicos y enfermeras, que deberían ser el corazón del sistema, trabajen en condiciones de precariedad laboral. No podemos esperar un servicio de calidad si el personal de salud no tiene las herramientas ni el apoyo necesario para desempeñar su labor. La homologación de salarios anunciada por Martí Batres es un paso en la dirección correcta, pero no será suficiente si no se acompaña de mejoras en las condiciones laborales y un esfuerzo real por construir un ambiente de respeto y colaboración.
¿Por qué la presidenta Sheinbaum no hace un recorrido sorpresa para recorrer personalmente los hospitales y clínicas del ISSSTE? Que lo haga sin previo aviso, para que vea de primera mano las condiciones en las que se encuentran las instalaciones y el trato que reciben los pacientes. Que se tome el tiempo para hablar con los usuarios y escuchar sus experiencias. Únicamente enfrentando la realidad podrán comprender la magnitud del problema y actuar en consecuencia.
La presidenta Claudia Sheinbaum y el director Martí Batres tienen la oportunidad histórica de liderar un cambio real en el ISSSTE, pero ese cambio debe comenzar desde lo más esencial. México no necesita más promesas grandilocuentes; precisa soluciones reales.
La salud es un derecho, no un privilegio. Hasta que el ISSSTE que encabeza lo garantice plenamente, cualquier anuncio suyo será percibido como una simulación más. Y si quiere Batres referencias del maltrato que me motivó a escribir este texto, o de mis propuestas para mejorar la institución, sólo tienen que consultarme. A diferencia de sus grandes asesores y operadores, basta con tener dos dedos de frente y mucho sentido común.