Un siglo por la paz
Convivir con una potencia no es fácil. Al respecto hay muchos ejemplos y es común que el país en desventaja salga con lesiones de tercer grado.
Los ‘americanos’ tienen como misión “convertirse en los amos del universo”. Al menos de eso están convencidos. Nada tendría de malo, de no ser por tres detallitos: uno, nosotros somos parte de ese universo; dos, hay una asimetría económica que nos es desfavorable; y tres, en últimas fechas les ha dado por agarrarnos de carrilla.
Para una parte de la población, las heridas de 1847 no han sanado, como tampoco otras que se recuerdan en corridos o ceremonias cívicas. A muchas generaciones de mexicanos nos enseñaron que la prosperidad de los países del norte se fundó en el expolio de las riquezas de las naciones del sur.
Margaret Plahte llegó a México en 1910 y regresó a Noruega, su tierra, en 1920. Era un portento intelectual. Escribió una serie de cartas compiladas en una publicación casi agotada de Conaculta. En una de las misivas describe la empatía de los mexicanos con los alemanes y la animadversión para con los americanos. Eran los días de la Primera Guerra Mundial. Fue testigo, y lo narra, de los aplausos que recibió el embajador germánico en una plaza pública.
Miguel Alessio Robles, saltillense, abogado y político; dueño de una prosa envidiable, y cronista del poder en las primeras décadas del siglo pasado, nos deja, en el libro “A mitad del camino”, un relato sobre la posición pro alemana de Venustiano Carranza y la conmoción que causó en el coahuilense la firma del armisticio y el triunfo de los aliados. Alessio narra que era pública, inoportuna y escandalosa su postura.
El presidente Wilson apoyó a Carranza, primero en su lucha contra Huerta y después en su enfrentamiento contra Villa. Don Miguel reseña la falta de solidaridad del mexicano y la ligereza con la cual trataba el tema. Era un secreto a voces que los submarinos alemanes recibían provisiones y combustible en nuestras costas. También nos habla de los reproches de la prensa norteamericana a su presidente por no ajustar cuentas a México.
Años después, en la sierra de Puebla, asesinaron al norteño, corre el rumor de que las empresas petroleras no fueron ajenas al magnicidio. En la zona operaba Manuel Peláez, un oscuro militar bueno para traficar con la soberanía y siempre a sueldo de las compañías americanas.
Algunos políticos de Morena no dejan pasar la oportunidad para construir narrativas trasnochadas. La coyuntura “Trump” es idónea para abrirse las venas y entonar “México lindo y querido”.
En una cantina, un parroquiano pregunta si un conocido personaje de Morena se levantaría en armas para defender a México; un célebre borracho contestó: “No se levanta a trabajar, menos a exponer el pellejo”.
No bebo, pero me gusta la botana gratis.