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Alfa omega del recuerdo
La falta de propuestas, nulos intraemprendimientos, dificultad para generar una nueva cultura laboral y alta rotación de personal son problemas que tienen una raíz común: el miedo al rechazo.
El viejo miedo aparece cuando alguien se siente evaluado o juzgado por los demás. Es el resquebrajamiento al propio bienestar y autoconcepto. Las causas del temor al rechazo se atribuyen a una experiencia pasada, necesidad de aprobación y validación por parte de los demás, creencias irracionales o distorsionadas, baja autoestima, timidez y falta de confianza en sí mismo.
En las empresas ese temor lesiona la innovación y genera una renuncia silenciosa que se puede contabilizar en un descenso de la productividad en 33%.
La metodología que se emprende para abatir el temor al rechazo implica entender el origen del miedo, enfrentamiento gradual o “vacuna” y aceptación de emociones.
En nuestros orígenes como especie, ser excluido por la tribu significaba quedarse solo ante los peligros y, probablemente, no sobrevivir. Por eso, nuestro cerebro responde al rechazo del mismo modo que al dolor físico.
Lo peor es que no somos capaces de separar cuándo nos rechazan a nosotros, y cuándo a las circunstancias.
Como cualquier miedo, la forma de superarlo es enfrentándose a él gradualmente.
Por ejemplo, Albert Ellis, el creador de la terapia cognitivo-conductual, se obligó a hablar con más de cien desconocidas en un mes para superar su extrema timidez.
Conviene buscar situaciones cotidianas donde nos podamos exponer al rechazo en un entorno de bajo riesgo. Por ejemplo: pedir un descuento en una tienda aunque se crea que no lo darán o solicita ayuda a alguien que todavía no conoces demasiado, como un vecino.
El objetivo es que te acostumbres a escuchar «no» para que deje de afectarte emocionalmente. Los vendedores interactúan con 10 a 15 prospectos para recibir un si.
El tercer paso es gestionar las emociones para perderles el miedo.
Reconocer tus emociones y hablar sobre ellas hace que pierdan su poder. Después de un rechazo doloroso, conviene realizar una actividad que nos haga sentir bien, como practicar un ejercicio, leer o pasar tiempo con amigos. Y en lugar de centrarse en el resultado, reconocer la propia valentía por haberlo intentado.
Corporativamente existen muchas acciones que pueden minimizar el miedo al rechazo entre los colaboradores: impulsar la interacción de los colaboradores con miembros de otros unidades de negocio, realizar dinámicas y trabajo en equipos, pedir propuestas e ideas de manera continua, generar políticas de participación e inclusión, pero también de experimentación y aprendizaje continuo.
Aprender a escuchar es una competencia básica para eliminar el miedo al rechazo. Por sorprendente que parezca. Es el primer paso a la comprensión y empatía con los otros e implica la auto aceptación y comprensión.