
Humo y consenso: la comunicación en su esplendor
Francisco nace en un remoto pueblo en lo que hoy es el norte de Italia. Funda una orden de locos que viven de la caridad, capaces de cruzar el mundo para mostrar con su ejemplo que los últimos serán los primeros y que la religión católica se debe a las periferias. Uno de sus santos es el novohispano Felipe de Jesús, el de la higuera, el que asesinaron en 1597 en Nagasaki.
Hace años me topé con Soldados de Salamina, libro que narra los últimos días de la guerra española y las pesquisas para encontrar a un soldado republicano que perdonó la vida a Francisco Sánchez Mazas. Por las páginas cruza la sombra de José Antonio y su falange. El autor: Javier Cercas, un ateo extremeño que hoy tiene 62 años.
“Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen volando a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Para eso me he embarcado en este avión: para preguntarle al Papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre su respuesta. He aquí a un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo”.
La historia de ese viaje y la respuesta que le dio el sucesor de Pedro es el más reciente texto del extremeño. Lo publica Random House y apareció en España y México el pasado abril. Lo que Cercas cuenta a su madre se encuentra en la excelente prosa de quien también es el autor de Anatomía de un instante.
Mongolia es budista y la rodean Rusia y la nueva dueña del mundo: China. En el país de Gengis Kan no hay más de dos mil católicos, que, de la mano de Giorgio Marengo, su cardenal, viven la fe en Cristo. Bergoglio es el papa de las periferias geográficas, sociales y eclesiales.
El Santo de Asís era un hombre de peligro, que con su ejemplo cimbró a su mundo. Lo mismo hizo el jesuita que llegó a papa. Tres mensajes, entre muchos, del argentino: la opción preferencial por los pobres, el amor a la creación y la misericordia, bálsamo que el Dios del Nuevo Testamento ofrece al que sufre.
Crucé pocas palabras con Francisco y me arrepiento de no haberle dado las gracias por mirar con misericordia a quienes estamos en la periferia de la iglesia. Javier Cercas sigue ateo, pero dice que Francisco le cambió la vida. Mongolia nos recuerda que los imperios no son eternos. Mientras, Giorgio Marengo, de 50 años, es el segundo cardenal más joven que hoy se encuentra en el Conclave.