
Teléfono rojo
@guerrerochipres
Desde el corazón de la Buenos Aires, una casa comienza a resignificar lo ignorado durante décadas: el trabajo de las mujeres cuidadoras, y lleva el nombre de una mujer incansable, entregada, siempre dispuesta a servir a las personas.
La Casa de las 3R —como se conoce a los espacios del Sistema Público de Cuidados para el empoderamiento de las mujeres cuidadoras, por su enfoque en reconocer, redistribuir y reducir el trabajo— inaugurada por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, ofrece servicios como asesoría legal, atención psicológica, espacios de respiro o actividades formativas.
Ese primer espacio abierto en la capital nacional, en una colonia emblemática de la alcaldía Cuauhtémoc, nace cargado de simbolismo. Araceli Damián, secretaria de Bienestar e Igualdad Social, develó no solo la placa, también el nombre del lugardestinado a dignificar a las mujeres: “Casa Ximena Guzmán”.
Un poderoso mensaje vinculado al aprecio personal y profesional de Brugada por su secretaria particular asesinada este martes en Tlalpan junto con otra de las personas más cercanas en afecto a la mandataria, su asesor José Muñoz. A ella, la mandataria la definió como “una mujer maravillosa, incansable, buena, muy buena».
En esa Casa tienen cabida mujeres que sostienen, organizan, ayudan, acompañan, cuidan. Su apertura resignifica la labor del cuidado: quien cuida merece espacios propios, redes de apoyo, tiempo, salud, vida.
La justicia social necesita leyes, lenguaje, rostros, espacios, referencias. Requierevisibilizar lo ignorado. Por eso, un lugar donde las mujeres cuidadoras pueden tener un espacio donde procurarse, representa un cambio de paradigma y un modelo desde la Ciudad de México.
En México, el 75 por ciento de quienes realizan tareas de cuidado son mujeres, según el INEGI. Muchas de ellas dedican entre 30 y 40 horas semanales a cuidar hijos, madres, padres, personas enfermas o con discapacidad. Ese esfuerzo físico, emocional y mental pocas veces es remunerado, reconocido o redistribuido. La carga es de ellas, sin generar ingresos, pensiones ni derechos laborales.
Construir sociedades igualitarias implica establecer acciones institucionales para la atención de niñas, niños y adolescentes, desde recién nacidos hasta los 17 años, y de personas adultas mayores con necesidades especiales y dependencia de otras. También asumir la desigualdad estructural desde la cual se construyen las identidades de las mujeres.
Esta política reconoce que el cuidado no constituye una obligación natural ni exclusiva del género femenino, sino una función social necesariamente redistribuible. Es una apuesta por desmantelar la injusticia estructural desde lo cotidiano.