
Territorio, prevención, capacitación, tecnología… igual a nueva Auditoría
¿Qué esconden?
Durante muchos años los políticos mexicanos escondieron la mayor parte de su vida privada, la que evitaron se convirtiera en pública.
Por eso sus gobernados nunca supimos de actividades fuera del ojo público y nos vendían que los servidores eran hombres de hierro, que jamás se enfermaban, ni siquiera tomaban vacaciones.
Estaban dedicados día y noche al ejercicio de sus funciones, sin alejarse jamás del servicio que brindaban al pueblo, aún a costa de su salud y de su familia.
No había maldad, ni alejamiento de sus labores durante el ejercicio de sus cargos.
Cuando se pedía alguna información sobre rumores de alguna enfermedad que atacaba a alguno de ellos, no se compartía la información, pues era parte de la secrecía.
Poco se supo de la enfermedad que tenía Adolfo López Mateos, cuyos principios se presentaron durante su sexenio.
Ni mucho menos de los cánceres que segaron las vidas de Lázaro Cárdenas, Gustavo Díaz Ordaz y otras figuras públicas gubernamentales.
La secrecía se mantuvo siempre y los Presidentes de México se mantenían en su trabajo, sin importar los días festivos.
Ernesto Zedillo fue uno de los primeros Presidentes de México en dar a conocer que tomaba unos días de asueto. Los que, regularmente, se dirigía al Caribe, donde le encantaba bucear.
Se conocía que lo hacía con algunos de su gabinete y alguna vez se filtró una que otra foto de su descanso.
Vicente Fox fue el primer Presidente en funciones del que se conoció que sería intervenido quirúrgicamente y hasta se tomaron previsiones sobre lo que pudiera ocurrir en caso de complicaciones.
De Felipe Calderón se supo que cayó de una bicicleta y tuvo el brazo inutilizado por unas cuantas semanas.
Enrique Peña fue operado en el Hospital Militar de una dolencia que tenía.
Y así a cuentagotas se sabía de algunas cuestiones de la vida privada de los funcionarios públicos.
Sin embargo, algo cambió desde la administración pasada y los datos sobre ese tipo de situaciones se ocultaron nuevamente, como en el pasado.
Los priistas fueron reacios a que antes de los 80 del siglo pasado se hicieran públicas estas historias y fueron muchas las ocasiones en las que la oposición exigió transparencia de esos datos, que no había porque ocultarlos.
Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador fueron varias las ocasiones en que se propagó la especie de que el entonces Presidente tuvo que ser llevado al hospital y casi siempre se negó.
López Obrador era un Presidente vulnerable, ya que había sufrido un infarto y otros micro infartos, antes de convertirse en el Ejecutivo Federal.
La secrecía sobre la salud de los principales mandos políticos se convirtió en un secreto a voces-
Existía un instituto de la transparencia que fue desaparecido, mediante el que se podían pedir datos sobre la salud de encargados del Poder Ejecutivo, Judicial y Legislativo, aunque eso quedó en el olvido.
El gobierno mexicano cerró todas las puertas de acceso a la información, reduciéndolo a pequeñas pestañas y por lo mismo se oculta la información.
Uno de los secretos mejor guardados es la salud del Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, un servidor público de 86 años que se convirtió en escrutinio público el conocer sobre su estado de salud.
En el sexenio pasado se ausentaba largas temporadas del mismo cargo que sigue ostentando y siempre se negó, en la actual administración se hace lo propio.
Él y otros más son funcionarios con precaria salud, por su avanzada edad, por lo que no pasa nada y se comprende que deban ocurrir a la atención médica, aunque no ganan con ocultarlo.
Eso si se desconoce el motivo por el que los funcionarios de primer nivel del gobierno federal recurren a los hospitales privados, teniendo en el IMSS y el ISSSTE el mejor sistema de salud del mundo, a nivel de Dinamarca, sin que tengan que gastar enormes cantidades de dinero, a no ser que las cuentas se las endosen a la administración pública.
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Ramón Zurita Sahagún