
Teléfono rojo
Trump, prisión caimanes: el desprecio a la vida
La vida del ser humano no le pertenece a los estados. Eso no está a discusión, cosa que no han entendido los que aplican la pena de muerte. O crean condiciones para generarla. La apertura del penal Alcatraz de los Caimanes (Alligator Alcatraz) inaugurado por el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump con toda alharaca en Miami, expresa el desprecio que alguien tiene por la vida de los demás, cuando el derecho a nivel mundial ha tratado de generar vías humanas de transformación, de búsqueda de reinserción y en todo caso, penas que puedan cumplirse dentro de la dignidad de lo humano. Crear una prisión que carece de todas las vías de esos cambios, aislado en un sitio sin comunicación en una gran humedad Everglades, rodeado de bestias acuáticas y en las peores condiciones, es una forma explícita de desprecio elemental a la vida y la creación paulatina de la destrucción. En la gran mayoría de los países del mundo se han tratado de crear prisiones que conserven el halo humano en los que han sido criminales, porque en la medida en que estos vean valorada su vida, la misma sociedad gana, se enriquece con cambios y mejores formas de vida. Trump en su formación elemental, desconoce esos derechos.
PARA TRUMP LA LIBERTAD Y LA VIDA DE LOS DEMÁS, NO INTERESAN
La legislación interna define las sanciones que se deben de aplicar, pero hay principios internacionales y lo consigna la ONU al recalcar el respeto a la vida. Eso significaría en cualquier situación. Por eso extraña que haya todavía tantos países que tienen la pena de muerte, poderosos como China, Egipto, Estados Unidos, Irán, Irak entre otros. Frente a 112 que la han eliminado entre ellos México. En este momento, la vida y la libertad de los demás para Donald Trump no tiene importancia y no hay que sorprenderse por el hecho, sino porque se produzca en estos tiempos. Los que ejercían el poder a lo largo de los siglos se creyeron dueños de las vidas ajenas. Se mandaba a matar simplemente o ante la presión de los derechos que iban surgiendo, crearon sanciones específicas violatorias, entre ellas la pena de muerte. Se argumentaba que estaban en la ley. La gran mayoría de los países en el mundo llegó a tener un tipo de pena de muerte, la inmersión envuelta en sacos, la guillotina, la horca, el fusil, la decapitación, la silla eléctrica, las pastillas mortales, la inyección letal, el gas, entre otras. Y ahora, como lo está buscando Trump, un lugar inhóspito. Y tuvieron que surgir los grandes humanistas para que al filo de la presión social, las cosas vayan cambiando. Pero siempre quedaron los malos resabios y las mentes alteradas. En Estados Unidos todavía hay 27 estados que se consideran dueños de la vida de sus ciudadanos y tienen vigente la pena de muerte. En éstos se encuentran varios que nos pertenecieron Texas, Arizona, California, Nevada entre otros.
HASTA LOS REVOLUCIONARIOS MEXICANOS CAYERON EN LA VENGANZA PRIVADA
La no alternativa humanística, llevó a muchos países a aplicar la pena de muerte y pese a tener leyes, basándose de hecho en la venganza privada: el que a hierro mata, a hierro muere, como dice la biblia. Sobre todo en el caso de los atentados. A los que atentaron contra Álvaro Obregón y al que lo mató, los fusilaron aplicando muerte por muerte. Eso ha tratado de paliarse a través de leyes con sanciones de acuerdo al delito cuando no existe la pena de muerte, aunque en la vida real los delincuentes fueran muertos misteriosamente en las cárceles o en presuntos suicidios. Lo que está tratando de hacer Trump con lo que él considera delincuentes peligrosos “migrantes criminales” que merecen la cárcel que les instala, es aplicar lo que se hace en otros países radicales. Pero sirve además para alertar ideas cuando hay un movimiento casi global de humanizar las cárceles y en todo caso enfrentar los problemas que llevan al delito. Pero eso no creemos que a Trump le interese.