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Las lluvias recientes, con cantidades no registradas desde 1968, pueden ser aliadas inesperadas ante la falta de agua, si existe una decisión firme de capturarla, gestionarla y redistribuirla.
En eso radica el fondo del programa Acupuntura Hídrica instruido por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, e instrumentado por el secretario de Gestión Integral del Agua, Mario Esparza.
La propuesta parte de una lógica de intervenciones pequeñas, estratégicas y distribuidas que permiten capturar el agua de lluvia justo donde cae. El nombre representa la metáfora de colocar agujas —en este caso la construcción de 100 pozos de absorción, lagunas de captación y vasos reguladores— en puntos precisos.
Una idea empleada en el México prehispánico, antes de que el urbanismo colonial desecara lagos, encajonara ríos y construyera sobre los humedales: canales de distribución, chinampas, albarradones, presas y acueductos. Las lluvias, lejos de ser un problema, eran parte del ciclo necesario para garantizar producción alimentaria y estabilidad de la ciudad.
Las precipitaciones registradas en junio —que como lo dijo Brugada ya no se pueden calificar de atípicas ante su cotidianidad provocada por el cambio climático—, con 337 millones de metros cúbicos de agua, son oportunidad para avanzar hacia un modelo de gestión hídrica sostenible.
Por lo que se pretende construir una urbe capaz de absorber la mayor cantidad de agua pluvial, en lugar de canalizarla al drenaje.
La experiencia internacional ofrece referencias valiosas. En países como Inglaterra y Alemania, los sistemas de captación pluvial forman parte de la infraestructura urbana cotidiana. En numerosos edificios, el agua recolectada se destina a usos no potables, como el abastecimiento de sanitarios o el control de incendios, lo que representa un ahorro del 15 por ciento del recurso.
En el caso de China, la captación de agua de lluvia ha sido clave en la resolución de problemáticas estructurales. La implementación de tecnologías especializadas permitió garantizar el suministro para más de cinco millones de personas, en quince provincias.
La Ciudad de México avanza en esa dirección. La captación pluvial no sólo contribuye a aliviar la demanda sobre el acuífero, también previene inundaciones y mejora la capacidad de respuesta ante eventos extremos.
Es una práctica que vincula lo individual con lo comunitario, lo doméstico y lo público. Como lo hace el acercamiento a las emergencias a través de las líneas H2O *426 o 9-1-1.
Por eso, programas como Acupuntura Hídrica son parte de una transformación cultural, una señal de hacia dónde puede moverse la ciudad e invitación a ver las lluvias como oportunidad política, ecológica y ética de reconciliarnos y aliarnos con el agua.