
Emplaza PAN al Gobierno por la localización de Hernán Bermúdez
Los gobiernos de izquierda, protectores del narco
El gobierno de Estados Unidos aumentó la recompensa por la captura del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de 25 a 50 millones de dólares, por considerar que tiene vínculos y complicidad directa con los carteles de Sinaloa y de Los Soles y el Tren de Aragua, de Venezuela.
El Departamento de Justicia ha incautado más de 700 millones de dólares en activos vinculados a Maduro, incluidos dos jets privados, nueve vehículos y más. Sin embargo, el reinado de terror de Maduro continúa”, expresó la titular de esa institución de la Unión Americana, Pam Bondi.
La medida anunciada prendió todas las alarmas entre aquellos políticos mexicanos que pudieran tener cola que les pisen por una posible relación con el narcotráfico, especialmente cuando se habla, en lo oscurito, de que existe una presunta lista de ellos en la Casa Blanca, que pueden ser extraditables por estar relacionados con los carteles.
Pam Bondi calificó al mandatario venezolano como uno de los “narcotraficantes más grandes del mundo”, que representa una amenaza para la seguridad de Estados Unidos.
El ministro de Interior y Justicia de Venezuela, Diosdado Cabello, calificó como un “invento” de Estados Unidos la existencia del Cártel de los Soles y sus presuntos nexos con Nicolás Maduro.
A través de los años, se ha demostrado la complicidad de los carteles mexicanos y colombianos con gobiernos socialistas en América Latina, debido a varias razones, entre las que se encuentran las siguientes:
· La seguridad que les brindan los regímenes no democráticos, encabezados por un solo partido, como los existentes en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
· La permanencia de sistemas totalitarios, lo cual ocasiona que los jefes militares y policiacos duren muchos años en sus puestos y sean más fáciles de corromper y de establecer con ellos alianzas duraderas.
· Las instituciones policiacas, de inteligencia y de seguridad de Estados Unidos, como la CIA, el FBI y la DEA, no tienen presencia en dichas naciones.
EL NARCO EN NICARAGUA
Una comprobación de esta realidad ocurrió a fines de los años ochentas del siglo pasado, con el escándalo Irán-Contras durante la administración del presidente estadounidense Ronald Reagan en el que estuvieron involucrados narcos mexicanos y colombianos.
En 1984, Pablo Emilio Escobar Gaviria, líder del Cartel de Medellín, se fue a ocultar a Nicaragua, protegido por el gobierno sandinista, de Daniel Ortega, después de que mandó asesinar al ministro de Justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla.
¿Por qué se atrevería un gobierno radical de izquierda, que se suponía trabajaba por el bienestar de la salud de los nicaragüenses a encubrir al principal narco de aquellos años?
La respuesta es muy fácil: Escobar entregaba millones de dólares en sobornos al gobierno comunista de Ortega, que, a su vez, le abría su territorio para que desde ahí enviara cocaína a Estados Unidos, vía México, pero en ocasiones de manera directa desde aviones que arrojaban paquetes de la droga al mar, cerca de Nueva Orleans.
En este entramado de corrupción, en el cual se beneficiaban ambas partes, había un ingrediente de mucho peso: tanto Escobar, como Ortega, tenían en Estados Unidos a un enemigo común.
Desde que Ortega había derrotado en 1979 al dictador nicaragüense, Anastasio Somoza, la Casa Blanca amenazó con derrocarlo, “porqué no permitiría que existiera en el continente otro gobierno comunista, como el de Cuba”.
Esta amenaza se intensificó cuando Ortega ganó en elecciones su primer periodo presidencial en 1984, mientras que la Unión Americana le había sentenciado a Escobar que sería extraditado para llevarlo a juicio en cortes estadounidenses.
Esta acción propició que el narco formara con otros capos el grupo de “Los Extraditables” para arreciar la guerra contra el gobierno colombiano y evitar ser sacados de su país. “Preferimos una tumba en Colombia, que una cárcel en Estados Unidos”, era el lema de esa alianza de mafiosos.
En el escándalo Irán-Contra, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, aceptó que vendió armas a Irán cuando se encontraba en guerra con Irak y con las ganancias se financiaba a los contras nicaragüenses, guerrilleros encargados de derrocar al gobierno sandinista.
La CIA utilizó a los capos de la droga y a funcionarios de altos rangos, para combatir la “amenaza latente” del comunismo en América Latina, para lo cual se coludió con narcotraficantes para financiar la compra de armas a la contra nicaragüense.
Aviones salían de Estados Unidos con ayuda humanitaria para los nicaragüenses, pero regresaban a la Unión Americana repletos de droga llevada por los capos mexicanos y colombianos
Un informe de la comisión Kerry, encargada de investigar el escándalo Irán-Contras detalla que los narcotraficantes otorgaban dinero, armas, aviones y demás “ayuda” a la contra nicaragüense a cambio de que los capos pudieran enviar su droga a los Estados Unidos.
El Congreso de la Unión Americana aprobó una enmienda para que la CIA dejara de financiar a la contra nicaragüense, pero la agencia de inteligencia no se conformó y en la obscuridad siguió apoyando a los grupos enemigos de los sandinistas, mediante el narco mexicano y colombiano.
En contrasentido, la DEA continuaba su investigación para detener a los integrantes del cartel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero, y fue su agente antidrogas, Enrique “Kiki” Camarena, quien detectó no sólo los inmensos plantíos de mariguana en el rancho El Búfalo, de Chihuahua, sino que la CIA, estaba coludida con los narcos mexicanos.
El “Kiki” Camarena se enteró que milicianos de la contra nicaragüense eran entrenados, por orden de la CIA, en ranchos de Rafael Caro Quintero, entre ellos “El Búfalo”, en donde se detectó el cultivo más grande mariguana en la historia de México, hasta la fecha.
Este descubrimiento le costó la vida al agente de la DEA, quien fue torturado y asesinado, no se sabe aún, después de tantos años, si por los esbirros del Cartel de Guadalajara o por el agente cubano de la CIA, Félix "El Gato" Ismael Rodríguez.
El periodista Manuel Buendía Tellezgirón, experto en las acciones de la CIA, fue asesinado y entre las múltiples hipótesis que se manejaron respecto a la causa de su crimen, fue que detectó la intromisión de funcionarios del gobierno de Miguel de la Madrid, coludidos con la Agencia Central de Inteligencia para proteger a los narcotraficantes mexicanos.
Los testimonios de dos personajes de importancia relacionados con el cartel de Medellín fueron importantes para comprobar que Pablo Escobar tenía relación abierta con Daniel Ortega.
Se trata de Juan Pablo Escobar Enao, hijo del narco colombiano, y de Virginia Vallejo, quienes en dos libros de su autoría aceptaron que Pablo Escobar tenían tratos con el gobierno sandinista. Juan Pablo incluso afirmó que su padre pago, de inicio, 50 millones de dólares el gobierno de Nicaragua para que le permitieran permanecer con su familia un tiempo.
Finalmente, Escobar Gaviria tuvo que abandonar la isla cuando su piloto privado, quien era también soplón de la CIA, tomó fotos en las que se veía al propio Escobar padre cargar paquetes de cocaína en un avión que saldría hacia Estados Unidos.
El presidente Ronald Reagan dio a conocer la noticia por televisión y Pablo Escobar Gaviria tuvo que regresar a Colombia, en donde se acrecentó la persecución en su contra, que finalmente lo llevó a la muerte el 2 de diciembre de 1993.
EL NARCO EN CUBA
Otra parte del eslabón de la cadena que unió a los narcos colombianos con los gobiernos de izquierda, fue Carlos Lehder, otro de los capos del Cartel de Medellín, quien encabezó los contactos con el gobierno castrista para traficar droga colombiana desde Cuba, con destino a Estados Unidos.
En alguna ocasión, Carlos Lehder declaró a Martí Noticias, con la intención de despejar dudas: "Yo fui invitado por el Gobierno comunista de Cuba, por la dictadura castrista, a establecer allí un conducto, una línea, una ruta de tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos".
En información reproducida por Diario de Cuba, se menciona que el narco colombo-alemán, sostuvo: “Yo eventualmente renuncié a ello, pero Pablo Escobar y Gustavo Gaviria, su primo hermano, asumieron el mando y el control sobre esa relación, sobre esa conexión con Cuba, y exportaron cientos de toneladas de cocaína a Estados Unidos, a través de Cuba, con el apoyo del Gobierno dictatorial de la Isla: la familia Castro".
Sobre este asunto, a partir de una solicitud de comentarios hecha por Martí Noticias, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo: "No es un secreto que el régimen comunista y corrupto de Cuba tiene vínculos de larga data con los narcotraficantes".
A partir de la publicación de su libro “Vida y Muerte del Cartel de Medellín”, Lehder dijo en enero de 2024 a la revista colombiana Semana: "La dictadura castrista, por intermedio de la CIPAC, la agencia de inteligencia y operaciones especiales de La Habana, se había valido de una doctora cubanoamericana, pariente de una antigua compañera mía, para enviarme una invitación formal a visitar la Isla, con todos los gastos pagados por el Gobierno".
En la primera visita de negocios, dice que fue recibido por un grupo de oficiales vestidos de civil y que en una sala de espera conoció a los jefes de la misión, liderados por el coronel Antonio de la Guardia, quien entonces era jefe de la corporación CIMEX y fue posteriormente fusilado.
El ex narco dice que en un primer momento le autorizaron usar "Cayo Largo, una isla de veinte kilómetros de extensión, con una buena pista de aterrizaje" y en la primera fase CIMEX le informó que "necesitaba recibir cinco millones de dólares en efectivo para cubrir los gastos del Gobierno en esa isla (…)".
"Yo especulo que Fidel Castro estaba al tanto de todo, pero yo no sé, porque no los vi juntos conversando. Yo sé que Raúl Castro era el comandante de esa operación, el dirigente", insistió el ex narcotraficante, que después de cumplir una sentencia de dos décadas en una cárcel de Estados Unidos se fue a vivir a Alemania.
Sin embargo, las declaraciones de Lehder no fueron las primeras en señalar un vínculo entre el régimen y el cartel de Medellín, toda vez que, Jhon Jairo Velásquez, más conocido como "Popeye", uno de los sicarios de Pablo Escobar, escribió en su autobiografía “El Verdadero Pablo, Sangre, Traición y Muerte”, que: "Los militares cubanos, al mando del general Ochoa y el oficial Tony de la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro, se hacían cargo de la mercancía, custodiándola para posteriormente embarcarla en lanchas rápidas, tanqueadas con gasolina por cuenta de los cubanos, con destino a Estados Unidos entrando por Cayo Hueso".
La realidad demuestra que los gobiernos de izquierda de varios países latinoamericanos han guardado una actitud cómplice e hipócrita respecto al narcotráfico, pues sus principales jerarcas se han visto involucrados en pactos de corrupción con capos, en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En México hay mucho por investigar aún, después de que tuvimos un sexenio, en el cual a los capos, se les daban “abrazos y no balazos” y se les trataba con especial cuidado, saludando a sus familiares o enviando cartas al gobierno estadounidense para que fueran bien tratados en las cárceles del vecino país, en donde se encuentran algunos de ellos.