Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICOM, DF., 21 de julio de 2015.- Como pocos, Álvaro Gálvez y Fuentes logró eslabonar un intenso programa de vida y de trabajo con las transformaciones que marcaron el rumbo e intensidad de la época y generación a las que perteneció.
Nacido el 27 de octubre de 1918, en la ciudad de México, en 1936 empezó su carrera en Radio Educación, a invitación de Agustín Yáñez. Cursaba en aquel entonces el bachillerato, así que el también locutor Pedro de Lille lo bautizó como El Bachiller. Al desempeñar estas actividades implantó nuevos esquemas para la radiofonía, convirtiéndose en una de las voces más conocidas del medio. A través de la XEW transmitió programas de amplia cobertura y arraigo, como El diario relámpago del aire, Donde menos lo espere, Los niños catedráticos y Sherlock Holmes. No menos significativa fue su labor pionera en la televisión nacional, donde compartió la visión de Emilio Azcárraga Vidaurreta y Guillermo González Camarena.
Entre sus primeras incursiones en el campo de las letras destaca su labor como director y editor de la revista literaria Tiras de colores, en la que colaboraron poetas, ensayistas y escritores como José Revueltas, Arturo Adame, Clemente Soto Álvarez, Margarita Michelena y Miguel Duhalt, entre muchos otros.
Periodista por vocación, Gálvez y Fuentes colaboró desde muy joven en la XEW, así como en diarios y revistas como Excélsior, El universal y Siempre! En sus artículos y reportajes impuso la modalidad de transmitir directamente al público la vivencia de los hechos desde el lugar donde ocurrían. Baste recordar su reportaje radiofónico transmitido desde Jerusalén, que una Navidad conmovió a todo México.
Su espíritu emprendedor lo llevó a fundar y dirigir la agencia de publicidad Gálvez, donde diseñó y desarrolló campañas y slogans de gran penetración. Un ejemplo fue la promoción para elevar el consumo de nuestros recursos marinos, encomendada por la Comisión Consultiva de Pesca, que sintetizó en una frase que aun hoy se recuerda: “¿Bueno? ¡Bueno el pescado!”.
Incursionó exitosamente en la cinematografía, donde produjo diálogos para la película Qué lindo es Michoacán, actuó en La hija del cielo o El final de Norma, y en 1943 dirigió Mexicanos al grito de guerra, junto con Ismael Rodríguez y Pedro Infante.
En 1961, cuando el manejo de la información nacional estaba en manos extranjeras, fundó Informex, primera agencia noticiosa mexicana.
Durante varias décadas impartió las cátedras de Publicidad, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y de Sociología, en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, donde obtuvo el título de licenciado en Derecho.
Formado en los medios de comunicación, y consciente de la necesidad de preparar profesionistas especializados y responsables en ese campo, fue uno de los fundadores de la carrera de Ciencias y Técnicas de la Información en la Universidad Iberoamericana, primera institución que adoptó un programa integral de estudios profesionales en materia de comunicación.
En 1965, en el auge de su carrera como publicista y figura reconocida de los medios, dio curso a una de las etapas más apasionantes de su vida, al iniciar en México –como director de Educación Audiovisual de la SEP– la aplicación de la radio y la televisión para fines didácticos. Así, en escasos cinco años, gracias a su iniciativa y con el apoyo del Agustín Yánez (secretario de Educación), surgió el primer intento de alfabetización por radio y televisión.
En 1968 creó la Telesecundaria, que contribuyó a satisfacer la demanda no resuelta de enseñanza media en nuestro país, sobre todo en áreas rurales carentes de oportunidades educativas. Un año después, la Radio Primaria ofreció diversos programas de apoyo para las escuelas rurales, en tanto que los Breviarios Culturales –primeras cápsulas radiofónicas en su género– cimentaron un nuevo concepto de difusión.
Posteriormente, y con esta misma concepción, fue director del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa, organismo regional de la UNESCO. Esa institución proyectó a México como paladín de los medios al servicio de la educación a través de proyectos como el intercambio de materiales educativos, satélites de hermandad con los países latinoamericanos, seminarios sobre tele-educación y centros de formación de expertos en comunicación para América Latina.
En su retorno a la televisión comercial, El Bachiller dejó sentadas las bases para la creación de la telenovela didáctica y diseñó y condujo Encuentro, ambicioso programa que llevó al público, en forma accesible, temas de interés general con los más destacados exponentes nacionales e internacionales.
Fue miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía, y representó a México en múltiples reuniones ante organismos internacionales como experto en comunicación. Asimismo, fue miembro fundador de la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión, de la Asociación Nacional de Locutores y de la Asociación Nacional de Publicistas, entre otras organizaciones, haciéndose acreedor a diversas distinciones en México y el extranjero.
El 27 de julio de 1975, la sociedad mexicana se conmovió por la muerte de Álvaro Gálvez y Fuentes, víctima de una afección cardiaca. Su obra, sin embargo, perdura como clara demostración de su vigencia y de la línea de conducta y el compromiso social de su impulsor.