Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
México crea el concepto “turismo de fantasía” que fusiona historia con tradición y magia. Se trata de un producto dentro de los viajes que generan experiencias de vida, reto del sector de la hospitalidad a nivel mundial.
Destinos exóticos, con una historia atrayente y una cultura autóctona son los que privilegian los turistas de las clases socioeconómicas A, B y C+ de entre 23 a 45 años de edad.
Este target, considerado el que marca las tendencias de viajes al extranjero, paulatinamente se aleja de los destinos convencionales y busca opciones que enriquezcan su percepción de vida. Así se olvidan las llamadas vacaciones “bobas” para sólo descansar y se privilegian destinos holísticos: sitios con pasados asombrosos, usos y costumbres no estandarizados, creencias que salgan de lo ordinario, paisajes diferentes, cultura gastronómica única…
El turista ya no quiere sentirse parte de una industria homogénea y aburrida, desea explorar posibilidades, hacerse ciudadano del mundo, experimentar cosas nuevas… Australia, Dubai, Japón y Nueva Zelanda ganan adeptos mientras entre los “ricos” se desploman destinos convencionales como Francia, Estados Unidos e Inglaterra.
El auge económico que experimentaron en su momento Brasil, Rusia, India y China modificaron las predilecciones tradicionales en el sector de la hospitalidad y se abrieron nuevas opciones. En este panorama los pueblos mágicos mexicanos podrían ser altamente atractivos. Sin embargo, el concepto los cercaba al mero mercado doméstico.
Ante esto, se comienza a construir un producto integral dentro de la oferta cultural y concretamente histórica, enológica, religiosa y hedonista. Se denomina de una manera simplista “turismo de fantasía” pero es urdimbre de paisajes, atmósfera, cultura, usos, creencias, autenticidad y un carácter único. Es brindar al turista realidad cotidiana que implica una deslumbrante historia, gastronomía única, artesanía, diversión, tradiciones y fiestas.
Apuntalar el concepto de este turismo implicó recurrir a los hoteles boutique y al carácter único de cada lugar y región. Los pueblos mágicos vieron en la personalización hotelera y restaurantera el camino para incrementar su mercado, restringido hasta el momento de su creación al turismo local.
Ampliar el turismo a todo el país e incluso consolidarse como un fuerte atractivo internacional implicó sumar usos y costumbres locales con historia, vestigios culturales, paisajes únicos y elementos más sutiles como el encanto del paso del tiempo, artesanías únicas, peculiaridades arquitectónicas, nuevos emblemas de belleza y disfrute…
Hoteleros y restauranteros mexicanos coinciden: “no vendemos habitaciones ni comida, sino experiencias de vida y sensaciones, ofrecemos el espíritu del lugar”. Esto resume el concepto de turismo de fantasía, un turismo cultural holístico que ejemplifican dos hoteles boutique en Tepoztlán: La leyenda de Tepoztlán y La leyenda del Tepozteco, de 16 y 24 habitaciones respectivamente, edificadas con materiales locales como la laja volcánica, cantera, patinados de lámparas, vidrio templado.
Cada detalle del hotel lo eligieron minuciosamente sus propietarios en largos paseos por Morelos. Columnas arquitectónicas, puertas, acabados y mobiliario son parte de un concepto único de confort y belleza. De esta manera se garantiza el carácter único de cada espacio.
Los platos que ofrecen son de insumos locales, en cada habitación existe obra plástica original además de objetos artesanales. En este lugar se vive el sincretismo entre creencias precolombinas y rituales cristianos, la magia comulga con la mitología, las fiestas paganas con las católico-cristianas y el fervor con tradición. Dos leyendas apuntalan el turismo de fantasía, creación de México.