Escenario político
Las palabras son el ingrediente esencial de la magia. También crean realidades y resultan factores de éxito o fracaso porque proyectan lo que somos al mundo.
En las entrevistas de reclutamiento y selección el lenguaje y manera de expresarse del candidato conforma el 70 por ciento de la evaluación mientras el otro 30 por ciento es reafirmar conocimientos técnicos y aportaciones a un cargo específico.
El lenguaje por sí mismo, es la principal herramienta para convencer. No aparece un seductor o un político sin un manejo apropiado de las palabras, por lo que la manera de comunicar se convierte en una herramienta indispensable de trabajo y atractivo personal.
En la última década se fortalece el lenguaje como principal punto para establecer las competencias de una persona a puestos gerenciales y en la vida cotidiana resulta más atractivo para el sexo opuesto quien tiene un adecuado lenguaje respecto a quien se expresa de manera torpe o inadecuada.
En general, la forma como hablamos revela con claridad como pensamos. Más allá del mensaje que transmitimos, es importante elegir las palabras adecuadas y la estructura que les daremos, porque nuestra imagen personal y profesional depende de la manera en que comunicamos.
Así, es frecuente escuchar a personas que aseguran que importa si lo dijeron mal, el caso es que les entendiste. No hay peor error. La forma en que manejamos nuestro lenguaje aporta mucho acerca de quiénes somos, de nuestra formación, escala de valores, estructura de pensamiento, experiencias… En pocas palabras: de qué estamos hechos. Quien no valora el adecuado uso del lenguaje desprecia a los demás y se anula a sí mismo.
Así, quien posee un pensamiento caótico hablará en forma confusa y atropellada, quien sólo observa lo malo de la vida transmitirá tragedia e ideas negativas, el racista lo evidenciará mediante sus palabras; quien tiene pensamientos ordenados, valores superiores y actitud profesional se le notará en su manera de hablar y escribir.
En sí, quien comunica adecuada y claramente alcanza resultados, tiene relaciones estables y se forma una imagen positiva. En ocasiones caemos en errores imperceptibles que denotan nuestra falta de formación. Estos usos erróneos del lenguaje pueden ser el punto de diferencia entre una persona que logra una meta de aquella que se pierde en el camino.
Para mejorar el uso del lenguaje conviene convertirnos en lectores constantes. Buscar libros que produzcan gozo, sin importar si se trata de novela, ciencia, historia o cualquier otro tema, pues nuestro lenguaje cada vez será más rico y tendremos nuevas ideas que transmitir.