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Escenario político
Religión y trabajo
La discriminación parte del desconocimiento, de considerar la “otredad” un peligro, se gesta en el miedo. Pero nada permanece inmutable y en las organizaciones se infiltran personas de diferentes nacionalidades, especialidades académicas, edades e ideologías. Ante esto, la cerrazón religiosa cede a nuevas formas de entender diversos rituales y dioses. Aparecen nuevas luces sobre las creencias y en el ámbito corporativo se vive un auge espiritual caracterizado por el respeto a la diversidad.
La razón de fondo es la comprensión de que el ser no solo es físico, intelectual y emocional. También posee una dimensión espiritual innata. Así, el viejo paradigma de dejar a un lado tus creencias cuando vas al trabajo ya no es satisfactorio. Más que nunca, la gente quiere una labor compatible con su objetivo en la vida. Para muchas personas esto incluye el concepto de Dios.
Independiente de la explicación ontológica, la fe genera beneficios que las personas pueden emplear para desarrollar sus labores diarias de una mejor manera. Entonces, es posible que por una simple cuestión “práctica” las empresas decidan incorporar la fe al ámbito profesional:
Reconocer la religión es el siguiente paso natural para satisfacer las necesidades de los empleados.
Los grupos judíos, musulmanes e hindúes responden: “siempre vemos felicitaciones por Navidad, pero nunca vemos felicitaciones por Rosh Hashanah, Ramadán o Diwali» y en algunos proyectos se requiere trabajar seis días a la semana 12 horas diarias y esto interfiere con las celebraciones religiosas de algunas personas, por lo que se recomienda elaborar un calendario multicultural.
Si en lugar de ver la religión como una barrera se incorpora como algo que permite a la gente ir al trabajo sin dejar a un lado una parte de su vida, la posición de la empresa mejorará.
En una investigación realizada por Grant Thornton con alrededor de mil trabajadores en más de 20 empresas, se les preguntó cuál era la principal expectativa personal. Más de un tercio de los encuestados indicó que lo principal en sus vidas era “tener una buena relación con Dios”. En el diálogo con los participantes evidenciaron que este era el fundamento para lograr sus otros anhelos, como ser íntegro, tener una vida familiar armónica, servir a la comunidad y lograr la excelencia en el trabajo.
Si se considera que el ser humano es una unidad biológica, psicológica y espiritual, cuyas dimensiones requieren ser integradas y jerarquizadas debidamente, cuando esto no ocurre se produce un desequilibrio que afecta todos los ámbitos de la vida de la persona, incluso el del trabajo.
Por ello, es paradójico que bajo el pretexto de la eficacia se abandonan espacios de intimidad y encuentro con Dios, que permiten sopesar y discernir las diversas situaciones con una mirada profunda. Más aún: cuando se está en una encrucijada o se pierde el sentido por el cual se hacen las cosas, el personal cae en la monotonía y experimenta apatía en el trabajo. En cambio, cuando se ponen los talentos personales al servicio de Dios o de una entidad superior, cualquiera que sea su nombre, se enriquece el ambiente laboral.
Aunque no existe un acercamiento significativo de las diferentes autoridades eclesiásticas con la empresa, más que algunas iniciativas aisladas, en el II Concilio Vaticano se enuncia así la interrelación espiritualidad-trabajo: la persona, con su acción, “no solo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí misma. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y trasciende”. Tal envergadura se manifiesta tanto al interior del ser como en el plano material…y los estados contables de la compañía.
El boom de la espiritualidad en los negocios comenzó a gestarse en los niveles directivos de empresas de todo tipo. Esto porque la vida empresarial exige trabajar con un espíritu fuerte, arraigado en convicciones profundas. Se insiste en la importancia de descubrir el sentido del trabajo directivo, con frecuencia bastante duro. Al mismo tiempo, se sugiere la necesidad de no dejarse arrastrar por la acción y contemplar la realidad más allá de lo inmediato para descubrir su trascendencia, darse cuenta de que el trabajo no es sólo un medio para ganarse la vida y para hacer carrera, sino que encierra una vocación y una misión que desarrollar. También se necesita entender el valor del sufrimiento ante decisiones o situaciones difíciles y encontrar la energía interior para afrontarlo con buen ánimo y sin perder la alegría.
Ahora, existe un escepticismo inicial ante la posibilidad de que se pudiera integrar la fe religiosa con la actividad empresarial. Tras realizar un amplio estudio se convenció de que miles de líderes empresariales y efectivamente todo el mundo trataba de hacerlo para encontrarle sentido a su negocio.
Pues si: después de un siglo muy materialista se recupera cierta sensibilidad espiritual. Pero la vinculación religión-trabajo no es nueva. Las creencias religiosas juegan un papel significativo a la hora de tomar decisiones profesionales, e incluso dichas creencias influyen sobre las interacciones con los compañeros de trabajo.
Musulmanes, hindús, budistas y de otros grupos crean una fuerza de trabajo más diversa religiosamente. La religión en el trabajo es un movimiento social de buena fe. La gente quiere traer su mundo entero al trabajo y para muchos eso incluye la religión.
Las opciones para satisfacer las necesidades espirituales y religiosas son pocas pero crecientes. Ahora es habitual permitir que los empleados intercambien días de fiesta, modifiquen el menú de la cafetería para cumplir requisitos religiosos, proporcionen espacios para la oración y meditación y permitir a los empleados crear grupos de afinidades basadas en la fe.
Empezar a ser respetuoso con la fe no es una fórmula: es una mentalidad. Alentar la espiritualidad en el lugar de trabajo debe ser el respeto a la diversidad, no la evangelización en la oficina. En un mercado mundial, el respeto por las diferencias religiosas ayuda a atraer y retener a empleados talentosos y permite a las empresas extenderse a una base de clientes más amplia.
Algunos asuntos que pueden necesitar de acomodo en el centro de trabajo son los atuendos religiosos significativos tales como el uso de hijabs (velo que usan las mujeres musulmanas para cubrirse la cabeza), crucifijos o kipás (tocado que usan los hombres judíos), tomar tiempo libre para la práctica religiosa y disponer de instalaciones para rezar y meditar.
Algunas compañías, incluso, contratan a capellanes para que aconsejen a los empleados que tienen problemas personales o profesionales.
Otra estrategia son los grupos sociales de empleados basados en la religión, conocidos también como grupos de afinidad religiosa. Tales grupos se juntan, comparten y realizan seminarios educativos para que otras personas puedan aprender a no temer tradiciones que son diferentes a las suyas. Debaten sobre lo que era importante para ellos sobre sus creencias, sobre cómo se estereotipan, cómo les afecta y el modo en que afectan su vida en el trabajo.
Conocer sobre las creencias de otros alienta el sentido de integración y respeto. Por otra parte, las empresas que reconocen a sus colaboradores como seres holísticos tienen mejores tasas de productividad y desempeño, reducen hasta el 50% accidentes laborales, generan hasta 17% más de innovaciones y se consideran más felices en el trabajo de acuerdo a diversas encuestas. En resumen: la espiritualidad sí se refleja en los estados contables