Escenario político
Si te vienen a contar…
Aparece un nuevo monstruo en la oficina: el rumor.
Es una de las estrategias más recurrentes para desacreditar en el trabajo y aparece en los primeros sitios de desmotivación laboral, incluso arriba de bajos salarios y falta de reconocimiento.
Se trata de la estrategia de rechazo que emplean por igual hombres y mujeres, pero mientras ellos se centran en cuestiones laborales como ineptitud, poca responsabilidad y errores al efectuar las labores, ellas refieren cuestiones personales como juzgar sus roles como padres o esposos, e incluso la apariencia personal de la víctima o sus hábitos aparece como tópicos comunes en los dimes y diretes que enrarecen el clima laboral y bajan la productividad hasta en una tercera parte.
Al ser una herramienta “aparentemente” inofensiva, las víctimas no saben cómo manejar esta hostilidad que incomoda y genera incompetencia por nerviosismo y acecho, sino que puede desencadenar psicosis, enfermedades y auto desvalorización. Se trata del bullying más común en las empresas latinoamericanas de la última década.
Al evaluar las principales emociones que privan en las empresas, aquellas en las que se detecta gran depresión o enojo, son las que mayores casos de acoso psicológico presentan, pero si hace un quinquenio la famosa ley del hielo (negar el habla a la víctima) era la principal estrategia empleada para molestar a alguien, hoy se opta por propagar rumores de diversa índole.
La forma en que se desarrolla el rumor parte de un error mínimo e incluso de mentiras y se difunde a través de los líderes de opinión informales. Una vez que se echa a andar el rumor, éste crece como bola de nieve y cualquier comentario o acción de la víctima refuerza el estereotipo de inadecuado.
Sin embargo, a medida que existen más víctimas o se vuelven más recurrentes los ataques, el centro de trabajo se convierte en una amenaza para todos y se comienza a actuar con suma cautela, tanta, que las ideas no se expresan y los planes se truncan por el riesgo de ser una nueva víctima. Lo que es más: se pierde el respeto, es decir, la personalidad de cada uno. Las labores entonces se automatizan y despersonalizan. La creatividad y productividad desciende, desaparece el sentido de pertenencia o contribución a la firma. Aparece el miedo, y con éste, el estatismo.
Así, las decisiones se postergan, se actúa siempre conforme a la tradición y se cierra el personal a nuevos procesos e ideas. Todos se sienten vigilados y ridiculizados. El temor es el peor sentimiento que puede tener una compañía.
Paradójicamente, sólo una de cada 10 empresas en México controla de manera eficiente la comunicación informal mientras el resto suele enfrentar desprestigio, información absurda o contraria a sus valores e incluso acoso y violencia laboral generada por los rumores.
Los temas más comunes abordados en los rumores de oficina tratan sobre desempeño profesional, errores en el trabajo, romance e infidelidades. En algunos casos un simple comentario puede dañar severamente la reputación de una persona, destruir un proyecto o dañar la percepción de la firma.
En casos menos graves se afecta el clima laboral y existe una correlación entre tiempos de ocio y rumor. Entre más horas muertas se generen, existe mayor posibilidad de que se divulguen rumores.
Contar con políticas claras de comunicación organizacional, evitan los rumores y se genera mayor certidumbre laboral. Así, urge establecer canales de comunicación oficiales que proporcionen la información que requieren los colaboradores como sueldos y compensaciones, planes de carrera, compensaciones diversas, prestaciones e interacción con los otros basados en planes y objetivos comunes.
Así, es conveniente identificar a los líderes de comunicación informal, persuadirlos a seguir ciertas reglas de comunicación que busquen la armonía de los trabajadores y exhortarlos a que divulguen información de beneficio colectivo como nuevas políticas de compensación, plan de becarios, estímulos por aportación de ideas y otros. Los buzones y revistas internas, donde participen todos los colaboradores e incluso proveedores, son ideales para encauzar la comunicación… y evitar que se propague el rumor.