El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
En el silencio se resguardan hipótesis de toda índole y también la certeza negra de que se engaña, tima o simula. Ante un hecho controversial y cuestionable, nada convence más que la verdad y contundencia. Evadir, desdeñar y rehusarse a explicar se consideran acciones de culpabilidad ante la opinión pública.
En México nuestro gobierno no tiene una política de comunicación anti crisis. Calla. Le apuesta al silencio, a la no explicación. Apuesta al olvido, a que todo se diluya. Entonces se genera la percepción de incapacidad o ineptitud. La opinión pública primero se muestra cauta: ligeros comentarios, crítica velada. Sube su tono, se vuelve ríspida. Ahora es el escarnio público, la risa franca, el atrevimiento de seudo líderes de opinión que piden la renuncia del Presidente o vaticinan groseramente su divorcio. Se cae en el franco desdén y la falta de respeto. Las redes sociales caricaturizan la imagen presidencial. El silencio sigue.
¿Por qué caímos en esto? Sí. Por el silencio. Por no hablar, por excluir la generación de un plan de comunicación anti crisis, por ignorar a los medios de comunicación, por no informar. Curiosamente, es en materia de seguridad donde se acumulan las “taches” en comunicación.
Por favor rompan el silencio. Expliquen la verdad de hechos controvertidos, respondan. ¿Quiénes son los asesinos de Ayotzinapa?, qué pruebas se tienen y cuál es la confesión con la que se cuenta; en Tlatlaya quiénes son culpables y cómo se llegó a esta conclusión; y si no se recaptura al Chapo congelen sus cuentas. Es comunicación, pero también hechos.
Esa sería la mejor respuesta a los detractores de las inacciones del gobierno.
Mientras se actúa algo importante sería recordar que no se puede mentir. Las explicaciones falaces y carentes de lógica sólo generan burla y descrédito. Si algo no se sabe o no se ha investigado debe admitirse así, no dar explicaciones absurdas.
Ganar el favor de la opinión pública si precisa trabajo y honradez, pero también coherencia y un sistema adecuado de comunicación. Responder, no callar ni evadir, enfrentar. Responder. Y hacerlo con sumo respeto. Las mentiras, verdades a medias e hipótesis descabelladas no se sostienen ni un momento. Generan resquemor en la opinión pública, alimentan el desprestigio.
En el sector político y gubernamental el silencio y la mentira son las acciones más peligrosas y equivocadas que pueden tomarse. Señor Presidente, por favor no calle. Por favor responda. Queremos volver a creer.