
Muchos pantalones ante las desapariciones
Mermelada que sabe a momentos idílicos e infancia, agua embotellada con bendiciones, pan con reminiscencias felices, vino cercano a la vida cotidiana, carne macerada con yerbas tiernas, sushi sin arroz con multicolores legumbres… ¿utopías culinarias? No. Son parte de las nuevas exigencias de los consumidores que ahora ubican a los alimentos y bebidas como experiencias hedonistas y no sólo comestibles.
La tendencia se inició con los platos típicos entre los emigrantes de Estados Unidos. La comida mexicana y sudamericana mostró ventas ascendentes. Tortillas, guacamole, tacos y “burritos” se posicionaron como nichos de altas ventas. Se consideraron los sabores de la añoranza.
Más tarde, después del ataque a las Torres Gemelas, el fenómeno de “anidación” que se caracterizó porque las personas comenzaron a pasar más tiempo en casa, dio pie a que las generaciones de baby boomer y “X” comenzaran a demandar platillos más elaborados como los que guisaban sus abuelas en fiestas importantes como Navidad y Día de Gracias. Se presentó un importante vuelco por los años felices: carne horneada con mucha antelación, ensaladas con largos procesos de elaboración, dulces confeccionados de manera artesanal…
De repente apareció una búsqueda frenética por los sabores de “antes”. Y eso, aunado por el hartazgo de la comida chatarra y el aumento de obesidad, presión arterial alta y diabetes, desembocó en nuevas propuestas en el sector de alimentos y bebidas: un viraje total y sin retorno a la comida sana.
La propuesta no fue suficiente. Los consumidores no sólo querían alimentos naturales, libres de conservadores y otros químicos. No les atraían los alimentos enriquecidos con vitaminas y suplementos alimenticios diversos. Querían experiencias de vida.
Una gran verdad se apoderó de todos los puntos de venta de comida: los consumidores consideraban aburrido adquirir alimentos. Los sabores habían perdido su encanto. Estaban muy lejos de la sensualidad y el placer.
Ahora, cada vez más consumidores en el mundo buscan sabores “divertidos”, plagados de promesas y experiencias de vida. Los fabricantes del sector inventan envases atractivos, nuevas combinaciones de sabores, diferentes propuestas culinarias, “recetas” que remitan a días de campo, soles de verano, navidad o la emoción de un romance.
Sí. Alimentos y bebidas, el sector más tradicional hasta ahora, en este momento se reinventa. Para ello contrata a especialistas en innovación y desarrollo, magos, chefs que impongan una ruptura con lo establecido, comensales deseosos de experimentar, duendes que mezclen lo inimaginable, recetas de la abuela, cazadores de mariposas y momentos felices.
Todos deseamos una rebanada de felicidad.