La nueva naturaleza del episcopado mexicano
A veces el personaje que buscas está frente a ti. Encerrado en el espejo. Pendiente de que le compartas tus sueños. Paradójicamente lo ignoras. Tienen más atención “otros”. Incluso los fantasmas y desdenes…
¿Hace cuánto que no te observas? Con el trajinar de los días lo olvidaste, te alejaste de ti. Ahora eres lo que los demás desean. Te mueves a conveniencias y momentos, dejas paulatinamente tu esencia, tu grito de libertad se vuelve murmullo, tan débil y dubitativo que lo cubre el paso de las hojas.
Y lo buscas. Buscas a un ser que llene de magia tu vida, que le dé sentido a tus días. Te afanas en descubrir dónde está tu inspiración, quién será tu maestro de vida. Lo disfrazas de monje, aventurero, brujo, emperador o hasta loco. Y eres tú. Siempre tú. Aunque no lo admitas, aunque trates de pasar inadvertido.
Dejaste de hablar contigo. Te envolviste en el ruido. ¿Pero qué dices tú de ti mismo, ya encontraste el sentido de la vida?
Por favor, ahora no argumentes que careces de tiempo, que hay prioridades y el diálogo contigo puede esperar unos días más…hace muchos años que argumentas lo mismo. Cuando tienes silencio y soledad, cuando la vida te lleva a tu reencuentro lo evitas.
Basta ya de laberintos por favor. Concéntrate en la voz interna. Siente su abrazo, palpa las dudas y enfréntate ahora a tus propias preguntas. Cuando lo hagas reconocerás que eran fragmentos de una verdad que oíste en sueños, en la naturaleza y tus emociones. Verás que estuvieron siempre contigo en reminiscencias veloces de tus vidas pasadas, en la voz de tus ancestros que ya trascendieron, en tus emociones y en las vidas pasadas…
Detente un momento. Lo que vives ahora es intrascendente si no logras recordar nítida, exactamente, qué misión llegaste a realizar en esta vida.
Haz una pausa. Y obsérvate por favor. Ese extraño que tienes atrapado en una vasija de agua, ese desconocido eres tú mismo. Nadie te verá con más comprensión y amor que él, el ser que mora en ti.
Él, tu, tiene todos los arquetipos que anhelaste, los rasgos de personalidad que siempre deseaste, lo que amaste en esta y otras existencias, las enseñanzas que seguiste a plena consciencia. Ese ser frente al espejo eres tú: arcilla, guijarro, polvo de estrellas, perfección y cielo. Admítelo o vuelve a abandonarlo, pero todos soñamos con ser súper héroes un día. ¿Por qué no empezamos hoy?
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