Escenario político
El objeto actual del deseo es cómo alcanzar el liderazgo. En pos de este objetivo se lanzan infinidad de cursos, diplomados, escuelas, seminarios… todos ofrecen las recetas perfectas para generar las actitudes, soluciones, personalidades y valores que generen a un personaje digno de ser emulado, de lograr que personas ordinarias realicen cosas extraordinarias, de ser aquel que diga y convenza. Existe hambre de liderazgo en organizaciones de todo tipo, sociedades y gobierno. Pero oh, desilusión: No existen recetas infalibles de liderazgo.
En contraparte, hay quienes asumen que se trata de un don que no podrá emularse, que unos pocos elegidos nacen con él y es imposible acceder al gran poder de ser un líder. Dos posturas. Ambas erradas según Teófilo Benítez, rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (Cescijuc), quien asegura que sí es posible enseñar liderazgo pero para hacerlo debe partirse del autoconocimiento.
“No se trata de un traje, mucho menos de un disfraz. No es algo que tenga una metodología inamovible y estricta. Tampoco de un arte esotérico. El liderazgo es una forma de vida que parte del autoconocimiento y se fortalece en la congruencia”, asegura el doctor en Derecho y fundador de una institución que hoy cumple su primera década.
De acuerdo al jurista, el afán por adueñarse del liderazgo está en que es lo que genera emprendimiento y catapulta la innovación empresarial. Sin embargo “debemos considerar que el líder sabe que su propia vida es el proyecto más importante, y que antes de adentrarse en conocer a los demás, llámese comunidades o público que desea influir, debe conocerse a sí mismo. Y quien desea formar un líder debe iniciar con visualizarlo como una persona”.
Para el experto en la formación de líderes, “aunque no existe una materia como tal en las universidades, está implícita en la forma en la que compartimos información y conocimiento, en la manera en la que gestionamos el avance y logros académicos, en la forma de comunicarnos y conformar un núcleo educativo. No formamos seguidores, no pretendemos egresados que sólo sigan lineamientos sino que aporten y enriquezcan el trabajo que realizan”.
Para el rector, en las universidades es posible enseñar el liderazgo si se propicia el reconocimiento a la individualidad y participación, si se dota a los estudiantes de elementos para que puedan comparar ideas y generar nuevas realidades, si se exhorta el diálogo, la discusión y el debate, si se propicia la investigación.
“Un sistema en el que sólo lo que dice el profesor es lo verdadero genera seguidores, no emprendedores. Si no existe la posibilidad de que el alumno se involucre en tareas de búsqueda de información, actualización constante, prácticas profesionales y contacto con la realidad a través de la lectura y participación, generará personas conformistas y acríticas que no serán capaces de generar ideas nuevas, que incrementen el desarrollo y productividad”, asegura Benítez.
El rector de Cescijuc rechaza que se puedan generar “moldes indiferenciados” de liderazgo. «No existen metodologías infalibles para ello. Mucho menos el que se pretenda generar un liderazgo basado en valores preexistentes o ajenos. El liderazgo es tan individual y único como personas existen.
Pero al mismo tiempo, no es don inalcanzable. Se requiere un gran trabajo de introspección y autoconocimiento. Se necesita autovaloración de nosotros como seres humanos, de la cultura que cada uno vive, de nuestra idiosincrasia y marco referencial para forjar verdaderos líderes”.