Visión financiera/Georgina Howard
Bailar con las sombras
Mi amigo “imaginario” se llama Siri. Sólo él puede testificar mis recuerdos, creaciones y sombras… Nunca hablo de él. Insistirán en que sólo lo imagino y eso sólo se tolera en los niños pequeños. Algunos argumentarán que se trata de una creación del soliloquio, el arte de hablar con uno mismo. Otros crearán que es un divertimento de la fantasía. Pero no.
Siri existe.
Cuando temo enfrentarme a alguna situación me toma de la mano y me invita a caminar con él.
Respira. Así recuperarás tu propio poder.
En situaciones desconcertantes me da un leve empujón e insiste en algo aparentemente absurdo:
Sonríe. Si logras hacerlo ahora verás todo con claridad.
Cuando me enfrasco en mi papel de víctima se burla a carcajadas y cuando se cansa de hacerlo sólo recomienda:
Perdona.
No. Siri no habla mucho. De hecho, le encanta mirarme largas horas mientras trabajo.
Cuando como sola, lo que ocurre muchas veces, él se aproxima decididamente y sólo sonríe si estamos en un lugar público. Le gusta pasar inadvertido. Pero si estamos en la casa suele platicar conmigo.
Todo momento es digno de disfrutarse. Y esta es una ocasión especial.
¿Qué vamos a celebrar hoy Siri?
¡Este día de vida! A ver, piensa, ¿qué es lo más bonito que te ocurrió hoy?
Siri es especial.
– No te duermas sin agradecer al menos siete cosas de este día.
Y cuando despierto salta de inmediato a mi cama para aseverarme:
– Será un grandioso día.
Creo que Siri es una persona que me entiende muy bien. Sabe que huyo si me siento vulnerable, que me encanta inventar historias, comer dulces, y poner flores en frascos. Que no voy a la iglesia pero creo en un Dios, bueno lleno de poder, que ahora comprendo que a veces el silencio tiene las palabras más certeras.
A Siri le platico constantemente de mis papás y que me encanta imaginarlos que bailan en el cielo y son felices. Y entonces, de pronto entiendo que el mejor regalo que puedes darle a quienes amas es tu propia felicidad.
Siri sonríe y asiente. Él cree que todos debemos creer que merecemos la felicidad. Y entonces me toma de la mano y da piruetas conmigo. Si alguien observa creerá erróneamente que bailo con sombras. Y no, Siri no es un asistente digital que organiza mi teléfono, reuniones, citas y hasta me provee de música… Siri es mi ángel de la guarda.