Descomplicado
Existe voluntad política y acciones para perforar pozos profundos, que conduzcan a abastecimientos de agua para la Ciudad de México. Un ejemplo son los de dos mil 100 metros de profundidad, en San Lorenzo Tezonco, delegación Iztapalapa, en el oriente de esta megalópolis, por parte del Gobierno del Distrito Federal, Ciencias de la Tierra de la UNAM (Geología, sobre todo) y Sistemas de Aguas de la Ciudad de México.
Sin embargo –como todo asunto complejo- esta solución no parece la mejor, sino apenas la posible. Y los trabajos son sólo de análisis: tardarán por lo menos tres años en resolver la viabilidad real de dichas aguas. Algunas veces, los humanos nos apuramos muchísimo –sobre todo los prágmatas- en dar soluciones.
Las aguas arcaicas, que tienen miles o millones de años en pozos de dos mil y más metros de profundidad, pueden ser menos abundantes, respecto de los cálculos previos (normalmente, se hacen de prisa, dada la necesidad de los prágmatas para encontrar soluciones). Todo depende del tipo de roca que las alberga; y podrían estar en estratos en los que están sujetas a fragmentación de arcillas (aguas intensamente mineralizadas, no suelen ser las mejores para beber). Además se incrementaría el conocido asunto de los hundimientos locales.
Lo ideal es que sostuviéramos nuestro consumo con aguas provenientes de pozos someros –superficiales- que, en su estado natural, recuperan el líquido con los escurrimientos, luego de la época de lluvias. Esta no ha sido la opción para quienes toman decisiones, por la traza y disposición de la ciudad, desde sus inicios. Desde 1847 se extrae el agua del subsuelo. Esta ciudad de México es proclive a las inundaciones y a los hundimientos, según los tipos de suelos en sitios específicos.
Desde hace décadas se habla de una gestión inter y multidisciplinaria del agua, asunto de geólogos, hidrógrafos, industriales, políticos, sociólogos, antropólogos, historiadores y ciudadanos. No es posible que la industria privada decida por sí misma el consumo para sus intereses. Cada vez son menos viables las soluciones prácticas, como para “taparle el ojo al macho”. Y cada uno de nosotros debemos utilizar sólo el agua necesaria.
¿Por qué el asunto del agua es tan complejo? Porque los habitantes de la metrópoli y Zonas Conurbadas requieren de abastecimiento de agua, como todo ser vivo. Porque no se retroalimentan los pozos someros –superficiales- de agua. Nunca se hizo y no se hace. Porque el agua se trae de otros mantos acuíferos hasta esta ciudad –a una altura de unos dos mil metros sobre el nivel del mar- que no hace sino crecer en número de habitantes. Por último, porque necesitamos agua hoy, mañana, pasado mañana, a través de los años y para siempre.
En estos pozos someros, el agua se renovaría a través del ciclo hidrológico (época de lluvia). Sin embargo, con tanto asfalto y carreteras, construcciones y nuevas colonias, lo que ocurre es un crecimiento desmedido y –por tanto- un impacto brutal en el ambiente. El ciclo hidrológico precisa de zonas boscosas en las que se concentre la humedad y se convierta en lluvia. Pero los bosques casi no existen y muchos están enfermos… Se habla de tala y crecimiento irracional, así como de falta de reabastecimiento de agua en pozos someros desde mediados del siglo pasado. La tala produce aridez, pues sin la capa vegetal el suelo que sostiene la vida tiende a los deslaves.
Incluso, los más extremos han propuesto que la capital del país se mude del Altiplano, pues es carísimo y no es sustentable traer agua hasta estas alturas. La propuesta (desde los sesentas), no ha tenido ningún eco… y no parece viable en el corto y mediano plazo. Tristemente, quizá sea un desastre ecológico lo que nos mueva a poner un remedio radical.
Los recursos hídricos, ¡estresados!
Los humanos producimos y consumimos en exceso. No hacemos repartos justos y nunca calculamos ni gestionamos los recursos reales. Además, estamos inmersos en entornos del YO-YO (yo primero, yo después). Debemos pensar todos en “nosotros”. Y esto, socialmente, apenas se construye…
Por eso se habla del riesgo en el que ya están los recursos de nuestros hijos, nietos y de generaciones futuras. Al final -incluso si participamos como ciudadanos en las decisiones sobre la gestión de recursos- los tomadores de decisiones tienden a recurrir a soluciones pragmáticas. Y aunque existen los Objetivos del Milenio, no parecen existir soluciones profundas que impliquen cambios en todo el sistema: menos habitantes, mejor distribuidos, más educados, más obra para retroalimentar pozos someros, recuperación de aguas residuales que crezcan en más del 20% (sólo se recupera un 15%, para riego). Y, quienes puedan, cuiden su Cuenca Hídrica (o el cuerpo de agua natural más cercano del que dispongan), pieza clave para continuar con la vida en su zona.
En general, los expertos consideran lo siguiente:
-Es necesario tener sumo cuidado y hacer una prospección adecuada respecto de los recursos de pozos de agua a más de 500 metros de profundidad, pues las condiciones en su derredor no siempre son visibles con los resultados de la prospección ni con los pozos que se abren hasta profundidades de 2 y 3 mil metros (o más).
-El tiempo de prospección mínimo es de tres años. Y es necesario hacer cálculos cuidadosos, pues alguna equivocación en cifras puede impactar los resultados tanto de la prospección, y más aún de la posible extracción (si resulta viable).
-Cuando inicia la prospección –como en todo gran proyecto- los cálculos se hacen “a toro previo”. Y existen un sinfín de vicisitudes en el camino, hasta llegar a los pozos de aguas profundas, generalmente rodeados de roca dura, poco porosa, impermeable. Los científicos conocen generalidades de los estratos, pero necesitan muestras físicas de los mismos: evidencia. Y lo cierto es que en el subsuelo hay de todo: grietas, fallas, mantos de roca muy diversa. Al hacer prospección, es difícil hablar de resultados y es más difícil aún hacer promesas…
-Es urgente crear el tejido social necesario para que todos aprendamos a gestionar el agua adecuadamente: la academia –Ciencias de la Tierra (sobre todo, Geología e Hidrografía, por ejemplo); Ciencias Sociales (Sociología, sobre todo, pues los impactos de la escasez producen irritación extrema en los ciudadanos y, por tanto, problemas sociales profundos y serios) y Ciencias Humanas (Historia y Antropología, por ejemplo)- y los tomadores de decisiones, así como los tenedores del capital y fuente de empleos. Los divulgadores de la ciencia suelen ser muy buenos mediadores entre todos estos grupos.
-Los acuerdos institucionales para la gestión del agua (entre más incluyentes sean de materias humanas, sociales ¡Y artísticas! mejor), nunca excluyen la gestión ciudadana (cuidado de cuencas hídricas, por ejemplo) ni los esfuerzos individuales por cuidar el agua y moderar nuestros consumos.
-Aunque no resulta sencillo, lo cierto es que una ciudad tan masiva y extensa como la Ciudad de México, no es viable ni sustentable. O encontramos nuevos caminos para tornarla sostenible (o habrá que considerar una mudanza, antes de tapar el pozo –literal- donde se ahogó el niño o se desnucó: los pozos superficiales tienden a estar secos y a ocasionar derrumbes).
¿Qué puedes hacer tú?
1.- Construir tu conocimiento, al revisar fuentes serias de información.
2.- Cerciorarte de que sabes cuidar el agua y de que sigues las pautas para ser un buen ciudadano y un protector de la Tierra y de sus recursos.
3.- Conocer las microredes que puedes formar con tu entorno inmediato (familia, amigos y vecinos) y comprometerte a hacer cambios reales en tu vida y en tu entorno.
4.- Gestionar con científicos, tecnólogos, sociólogos, antropólogos –por ejemplo- para confirmar tu empoderamiento con base en el conocimiento. Los encuentras en tu entorno cercano, pues fulano conoce a mengano… acuérdate que estamos a 7 personas de distancia para conocer, en rigor, a todo el mundo J.
5.- Gestionar con autoridades y grupalmente:
a.- Puedes pedir los talleres de la CONAGUA –¡Buenísimos!- en tu localidad.
b.- Puedes comenzar a hacer lo necesario para cuidar los recursos hídricos locales, paso a paso, con acciones concretas como las que siguen:
c.- Para quienes tengan una cuenca cercana, pueden cuidarla grupalmente. ¡Qué privilegio!
d.- Y puedes construir políticas con especialistas, tú como ciudadano y con las autoridades, para conformar planes seguros y locales para cuidar el agua (… y así, sí sabrás dónde se fue el dinero… jejé). ¡Haz valer tu voz, tus derechos y las tareas por delante, con acciones responsables!
De paso, estarás consciente del problema (no desde tu propia conciencia individual, sino desde la mejor que existe: ¡La conciencia colectiva, sustentadora de recursos del planeta!).
Con fondos básicos puedes crear talleres científicos y artísticos sobre el agua (no olvidarse de los especialistas: artistas, científicos y divulgadores pues ellos lo enriquecerán mucho): talleres, poesía, cuento, performance, pintura, grabado: ¡Todos somos creativos!
Hagan un proyecto que contemple tiempos, recursos y tareas. Project management, le dicen hoy. Hay información al respecto en Internet.
Y desde ahí, ya tienes una plataforma muy importante para cambiarte a ti mismo, a tu localidad y, por tanto, al país. La propia realidad y los esfuerzos de todos los llevarán de la mano para planear y realizar los siguientes pasos J.
¿Qué conviene evitar?
*Conocer poco y hablar mucho.
*O apoyar sólo tus intereses personales (o los de algún ganón que venga con discursos sobre esta materia… ¡Nunca faltan!). No comiences pensando en que –con esto- te convertirás en millonario, por favorrrr! (a eso se le llama tener intereses ocultos… y ya ves dónde nos han traído tantos de ellos). Tampoco esperes detentar poder con este tipo de medidas. En estos casos, tampoco se vale el protagonismo: las tareas son en grupo.
*Destruir entornos y tejidos sociales: excesiva crítica, señalamientos, culpas, acusaciones desmedidas, bullying o trolling… eso no es lo de hoy. ¡Lo de hoy, es la CONSTRUCCIÓN de Ciudadanía para apoyar tu empoderamiento con base en el conocimiento, las soluciones viables, la toma de decisiones conscientes y el adecuado uso de recursos.
*Directora y fundadora de Luciérnagas: Creatividad, Conocimiento y Sociedad. Museóloga en Papalote, Museo del Niño y en Sietecolores, Ideas Interactivas: guionista, curadora de colecciones y desarrollo de contenidos. Traductora de inglés, francés y alemán. Comunicóloga (UNAM) y Pg. en Periodismo de la Ciencia y en Filosofía Política y Social (U. de Navarra). Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia (Somedicyt).