Matan a balazos a 3 hombres en negocio de maquinitas en Culiacán
MÉXICO, DF., 7 de diciembre de 2014.- Presentamos la segunda parte de la entrevista realizada por nuestra reportera el 25 de octubre de 2013, con el entonces subsecretario de Operaciones de la SSP-DF.La entrevista con el Jefe Apolo se realizó en su despacho de la Secretaría de Seguridad Pública. A continuación, el diálogo con el ahora encargado de la seguridad en el DF:
–¿En sus 41 años de servicio dentro de la SSP DF, ha visto corrupción?
–Sí.
–¿Y qué ha hecho al respecto?
–Erradicarla. En lo personal, erradicarla. Yo creo que la corrupción nadie puede negar que existe o que no existe. Tenemos que poner los pies en la tierra y reconocer que la corrupción somos todos. Un policía corrupto tiene a alguien que le ofrece, si nadie ofreciera, el policía no es corrupto. Yo creo que al policía lo corrompe la misma sociedad.
El Jefe Apolo nació en el DF en 1954, en una vecindad ubicada entre los límites de lo que hoy se conoce como el Centro Histórico y la Colonia Morelos.
“Fuimos 16 hermanos y mi padre en aquél momento trabajaba en la Jefatura de Policía”. La entrevista sigue y se percibe la admiración por su padre y uno de sus hermanos.
“Mi hermano mayor, en paz descanse, también estuvo en la Policía. Creo que de ahí comenzó a nacer la espinita de querer ser policía”.
Al pertenecer a una familia numerosa, explica, a su padre le fue complicado sostenerla por lo que desde los 6 años comenzó a trabajar. A esa edad comenzó a ayudarle a un compadre de su papá, en una tortería acomodando envases de refresco. Al acabar de acomodarlos “me daban un peso, mi torta, y me subían al camión para ir a la escuela”, recuerda.
“Para nosotros no hubo juego. Para nosotros fue trabajo. Recuerdo que ahí estaba la terminal de Camiones Urbanos Hospital General y, bueno, a las cinco de la mañana mi papá nos levantaba, nos bañábamos en el baño comunitario con agua fría, porque no había caliente, y había que brincarle. Y si hay algo que le tengo que agradecer a mi padre -que acaba de fallecer- es que nos enseñó a ser responsables y limpios. Éramos humildes pero la limpieza siempre por delante. De ahí sacábamos mesas, sillas, bancos. Íbamos a formarnos a la leche, luego recoger el pan, y mi abuelita vendía ahí en las mañanas y pues teníamos el desayuno seguro”.
Fue el 16 de abril de 1972 cuando ingresó a la policía de la ciudad de México. Han sido cuatro décadas al interior de esa institución, lo que le permitió, en los primeros años conocer áreas administrativas y posteriormente operativas.
Siendo ya Primer Oficial en 1988, recuerda que un día le dijeron “Ora sí, a la calle”, lo que al paso del tiempo le permitió ascender a mandos directivos: director Ejecutivo Regional, director General de la Policía Sectorial, coordinador de Proyectos Especiales, subsecretario de Seguridad Pública, Jefe del Estado Mayor Policial, subsecretario de Control y Tránsito, e incluso, encargado de despacho.
“Son 13 años de estar en niveles de director general, de director ejecutivo, de subsecretario”.
–¿A qué hora llega a descansar a su casa?
–A las 11 y media, depende de lo que haya.
–Es decir ¿duerme alrededor de cinco horas diarias?
Menos. Tres, cuatro horas. Y yo quisiera dormir de corridito; si durmiera tres horas corriditas sería feliz. Me marcan, o uno se queda con la preocupación de algo… Pero también tengo que decirle que para mí mis sueños también han sido productivos, muchas veces he resuelto problemas que me preocupan, estando dormido.
–Perdone la pregunta, pero ¿su esposa ha aguantado este ritmo de vida?, ausencias, desvelos…
–Pues ahí está… Y si yo no la tuviera, no estaría aquí. Mi esposa para mí ha sido el respaldo y el apoyo más sincero que he tenido en la vida. Ella es quien me impulsa. No me gusta revolver mi familia con mi trabajo, ni le comento cosas de mi trabajo, pero me entiende. Me ayuda a dormir, y ese lapso en el que ella me ayuda a dormir “para mí es la gloria”.
–¿Cuál sería su peor pesadilla?
–Que pase algo en la ciudad. Que se metan a una casa y haya violencia; si tengo muertos, eso me preocupa. O sea me siento impotente, me siento, “caray qué falló”.
–¿Y esa pesadilla es sólo relacionada al servicio público, o incide en su vida privada también?
–No, a mi vida laboral nada más. La vida privada no la tiene uno. Yo creo que voy a recuperar mi vida privada cuando me jubile.
–¿Alguna vez trabajó bajo las órdenes de Arturo Durazo Moreno?
–Cuando él estuvo, yo estuve en áreas administrativas. Cuando estuvo este señor yo creo que fue el retroceso del Servicio Secreto (SS), que para mí fue la mejor policía que ha tenido México. El Servicio Secreto era un área donde había investigadores, “tenían muy en los dedos lo qué sucedía en la ciudad”. Había un robo y sabíamos dónde estaban. Habilidad. Pero cuando llegó el señor Arturo Durazo Moreno, se creó la División de Investigación para la Prevención de la Delincuencia, la DIPD, y ya vino gente que no era, que no había salido del SS, porque (anteriormente) primero eras policía, y los mejores policías eran parte del SS. Y yo creo que con Durazo se acabó eso, porque vino gente de la Federal de Seguridad, de otros lados…
–¿Cuáles serían las diferencias que percibe entre la delincuencia de los años 70, y la de hoy?
–Yo creo que ahora es más violenta, su mente es más criminal. Yo recuerdo a la delincuencia que te asaltaba, que te quitaba tus cosas, se metía a tu casa pero no te agredía, no te lastimaba, y yo creo que la delincuencia se ha vuelto criminal o la hemos vuelto criminal. Sí porque, de una u otra manera, la gente ya no se deja, la gente cuando se quiere desquitar, se desquita. Ellos sí quieren revancha. Yo quiero decirle que antes, grupos como Los Panchitos y toda esa gente, delincuentes que agarramos, “mete-manos” ellos ponían la pistola, tomaban las cosas, y vámonos. Limpios. Pero creo que conforme uno fue metiendo (a la cárcel) y acabando a esta gente, los hijos, familiares de ellos, que también traen la misma tendencia, traen ese resentimiento, se vuelven con mente criminal, ya no es despojar de los bienes a la persona, sino lastimar a la persona. Han avanzado tanto, y con resentimiento.