Masonería y catolicismo, nuevamente en la encrucijada
Qué nos pasó a los mexicanos; en qué se equivocaron los dirigentes de la nación, los encargados de “mover a México”; de impulsar a los agentes económicos.
Qué mal fario cargamos los hombres de maíz; qué demonio diabólico se nos metió en el alma:
En un solo día, en menos de 24 horas se acabó el encanto.
Dedicados a “mover a México”, reformamos la Constitución para dar cabida a los grandes capitales extranjeros para modernizarnos, para entrar en el círculo de las economías emergentes, para sentar las bases de un modelo que daría empleo pleno y bien pagado, y dinero contante y sonante en los bolsillos de todos, de repente nos dimos cuenta de que no crecemos, de que la economía está cesante, como muchos trabajadores.
Nos dimos cuenta de que los inversionistas extranjeros no estaban tan interesados en México como nosotros imaginábamos.
Se esfumó aquel entusiasta “Momento mexicano” alimentado por el cambio del primero de diciembre de 2012, luego de la “Docena Trágica” de dos gobiernos que no supieron gobernar.
Este dos de junio fue una jornada de informes contradictorios.
Por un lado, el periódico The New York Times informó que compañías estadounidenses habían optado por expandir sus operaciones en México en vez de China, como tradicionalmente ocurría en los últimos años, ante el incremento de los costos de mano de obra en el país asiático.
Desde ciudades fronterizas como Tijuana a las llanuras centrales, los trabajadores mexicanos están cada vez más en la demanda, indicó el influyente rotativo estadounidense. Y daba datos duros: El comercio estadounidense con México creció en casi 30% desde 2010, a 507 mil millones de dólares, de forma anual, y la inversión extranjera directa en México, el año pasado, alcanzó un récord de 35 mil millones de dólares.
En los últimos años, los productos manufacturados de México cobraron una mayor participación en el mercado de importación estadunidense, alcanzando un máximo de alrededor de 14%, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, mientras que la participación de China disminuyó.
Sin embargo, este mismo lunes no todo fue miel sobre hojuelas para los mexicanos. Nubarrones en el horizonte de esta gran geografía abrazada por los océanos. Tierra de volcanes. Campo de promesas y vergüenzas:
La consultora AT Kearney informó, al alimón con el TNYT, que el país pasó del lugar nueve a la posición 12 en el interés de los inversionistas. Estados Unidos se ubicó como el principal mercado para las inversiones, seguido de China, Canadá, Reino Unido, Brasil y Alemania.
A pesar de la serie de reformas estructurales que se aprobaron el año pasado, México perdió tres posiciones en el índice de confianza de inversión extranjera directa, lo que le hizo salir del top ten que registró el año.
De acuerdo con la consultora, México es el segundo país, tanto a nivel mundial, como en América Latina, para la atracción de capitales en el sector primario, en gran medida por las expectativas generadas por la reforma energética.
Pero a casi un año y medio de que el actual gobierno lo pusiera de moda, el llamado “Momento Mexicano” se encuentra estancado, al igual que la economía del país. Empresarios e inversionistas, nacionales y extranjeros, están a la espera de que las reformas estructurales aterricen a través de sus leyes secundarias y adecuarse a las nuevas condiciones tributarias que generó la reforma fiscal, de acuerdo con analistas consultados por el diario mexicano El Universal.
En noviembre de 2012 el semanario británico The Economist publicó un artículo del entonces presidente electo, Enrique Peña Nieto, al cual titularon Mexico’s Moment, donde se destacaban las ventajas del nuevo modelo económico, político y social que pondría en marcha el gobierno entrante.
En aquel entonces, las autoridades auguraban un crecimiento de 3.5% para 2013, con la generación de más de 600 mil empleos en el sector formal.
La historia del primer año de gobierno fue diferente.
El hecho de que el gasto público se rezagara por el cambio de sexenio, en un contexto internacional especialmente adverso, trajo como consecuencia que la economía entrara en un profundo proceso de desaceleración para cerrar el año pasado con un crecimiento de apenas 1.1%, la tasa más baja desde la crisis financiera de 2009. Con ello, apenas se generaron 463 mil plazas formales nuevas y una creciente desconfianza de las familias sobre su futuro económico y del país.
El gobierno justificó el descalabro calificando al año 2013 como un año de transición donde se presentaron y aprobaron una serie de reformas de “gran calado”, como no se había logrado en muchos años, por lo que se esperaba que 2014 sería el año del despegue económico con un crecimiento proyectado por las autoridades de 3.9%.
Sin embargo, la desaceleración se extendió a los primeros meses del año, resultado del menor dinamismo de la economía estadounidense, así como por un mercado interno deprimido.
Durante el primer trimestre del año la economía apenas alcanzó un crecimiento de 1.8%, por lo que las autoridades se vieron obligadas a reducir su proyección para este año a una tasa de 2.7%, que en opinión de algunos especialistas se antoja difícil de alcanzar.
Después de la desaceleración del año pasado, la economía mexicana entró en una fase de virtual estancamiento, porque si bien no cae como ha dicho el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tampoco repunta con la fuerza necesaria para salir del alertargamiento que vive el país, lo que ha puesto en entredicho aquél optimismo que generó el “Momento Mexicano”.
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