Visión financiera/Georgina Howard
¿Política social o de “caridad”?
Escuchando a doña Rosario Robles Berlanga, una mujer que cambió de piel, en su comparecencia de este martes ante los senadores de la LXII Legislatura, aparecieron en la memoria las lecturas que hablan de las poderosas cofradías de la Colonia, dedicadas a dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo hospedar al peregrino, pero manteniéndolos en su condición de excluidos para que, sabiendo, bien alimentados, no se rebelen a la “autoridad”.
Es muy importante mantener a las multitudes en la pobreza, en la ignorancia, para que no peligre la paz y el orden público. Imagine qué pasaría si las hordas de desempleados, hambrientos, los miserables de Víctor Hugo salieran de sus covachas, de sus chozas, de sus abrigos de cartón y en caterva se lanzaran contra las posesiones de los poderosos, apoyándose en el axioma tomista aquel que advierte que in extremis ommnia sunt comunia.
Por eso es muy importante la obra que encabeza la señora ex jefa de Gobierno del Distrito Federal, por el entonces revolucionario Partido de la Revolución Democrática, que moralmente encabezaba el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien le dejó el mando de la ciudad para jugar por la presidencia de la república.
El programa emblemático que el presidente Peña Nieto le encomendó a la señora Robles es la ambiciosa, pero fallida, Cruzada Nacional contra el Hambre, de la cual casi nadie habla ya, pero que debe de estar funcionando en los lugares donde el hambre pega duro a muchos mexicanos abandonados de la mano de dios y desheredados de la fortuna y del sistema económico y político. Hay que mantenerles el estómago lleno para que no se rebelen.
Importante tarea de calmar el hambre diaria de millones de personas sin opciones, con un presente de dolor y con un futuro sin sentido.
Y mientras la señora Robles despliega esa ingente tarea de dar de comer al hambriento, la calificadora Moody’s está segura de que México – léase los dueños de los grandes medios de producción; los slimes, los larreas – es el único país cuyo crecimiento excederá su promedio histórico. Las perspectivas de largo plazo para la clase media – cuál clase media, si ya no existe – de México son alentadoras, en gran medida por el impulso que generarán en las mismas las aprobadas reformas estructurales. Pero los de Moody’s se cuidan, aclarando que, aunque el crecimiento de México excederá su promedio histórico, ello sólo significará un pequeño «aliento», dada la tibia expansión que registró durante la última década.
Pero para los trabajadores, la situación no es tan boyante. Durante agosto pasado, la cantidad de personas que buscaron trabajo en México ascendió a 4.61 millones, sólo un poco menor a los 4.90 millones que competían por una plaza un año antes, según estadísticas de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
A pesar del visible crecimiento que ha presentado el sector manufacturero mexicano, la tasa de desempleo se mantendrá en los niveles actuales.
Aunque los propagandistas oficiales intenten convencer de que las cosas de la república están mejorando, es obvio que se requiere más que campañas contra el hambre. Porque la señora Robles no vuelve los ojos a la sabiduría oriental. De otra suerte, se gastará todo el multimillonario presupuesto para obras sociales asistencialistas que no conducen a ninguna parte. Dar una moneda a un mendigo no le resuelve nada; dar un plato de sopa le calmará el hambre por unas horas. Lo importante es crear empresas productivas que empleen a esa millonada de pobres, desempleados, mal empleados, que no tienen ni siquiera donde reclinar la cabeza…
«Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida.»
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