Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
#YaMeCansé de los cambios
· ¿Se atreverá el presidente a dar el golpe de timón?
· Cuidado, pese a pactos, la gente está más pobre
#YaMeCansé, Don Miguel Ángel, de todos los anuncios de cambio que he oído, escuchado, mirado desde que tengo memoria periodística. Y sólo he visto anuncios de cambios para que nada cambie, cambios de gatopardo, en esta sociedad marcada por la ignominia de la corrupción y la impunidad.
Y, de veras, Don Miguel Ángel, nada cambia en la relación de la estructura de gobierno y esta sociedad en la que sólo una mínima porción goza a lo bestia de la lujuria de la riqueza y la inmensa mayoría de ciudadanos – millones – se debate entre el vacío ardoroso del hambre y la pobreza.
Este lunes, don Miguel ángel, usted anunció que el presidente Peña Nieto anunciaría, esta misma semana, cambios en lo que no ha funcionado. Y yo me dije. Caramba. El presidente va a encabezar una revolución, porque en esta sociedad funciona mal casi todo, la política, la economía, la educación etc.
Y como casi todo no funciona, en su lugar funciona muy bien la estructura organizada del crimen y el narcotráfico, que ha creado un estado dentro del estado, una patria ensangrentada y coludida dentro de la patria, una gran economía de lo ilegal, muy boyante economía, dentro de la economía nacional, triste economía que no da para más y que no entusiasma a los inversionistas del extranjero.
Cuando usted anunció cambios, Don Miguel Ángel, inmediatamente pensé que el presidente convocaría a todos los sectores a otro pacto, además del fallido Pacto por México, dentro de ese esquema de emulación de aquellas políticas pactistas del pasado, desde Luis Echeverría a De la Madrid. Pero aquellos pactos del pasado no condujeron más que al vacío.
Habría que preguntarse, Don Miguel Ángel, suponiendo que estén ustedes pensando y sosteniendo la necesidad de un pacto para combatir la inseguridad pública, el crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción y la impunidad, si en verdad son funcionales los pactos, porque el de México no ha probado hasta ahora que haya cumplido sus objetivos más que en el papel, en las reformas estructurales.
Todo venía muy bonito, don Miguel Ángel, las reformas estructurales sacarían a la economía nacional de la postración en la que está ahora más sumida, y llevarían a México a los primeros planos mundiales, o a por lo menos ser integrante del grupo de las economías emergentes, que por cierto también ya probaron que son una fantasía.
Pero se atravesaron en el camino el grupo o los grupos de paramilitares que perpetraron el secuestro de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Y Zaz. Se acabó el encanto que el presidente Peña Nieto había provocado en el mundo occidental e inclusive en el otro hemisferio. Y se acabó porque el golpe de la desaparición de los muchachos normalistas fue brutal, pegó en seco a la conciencia de millones de personas a lo largo de este gran país y en muchas, sino es que en todo, partes del mundo.
Los cementerios clandestinos de Iguala y de todo el estado de Guerrero resultaron sólo la punta del iceberg de las desapariciones forzadas que acostumbran ordenar no sólo los capos del crimen organizado, sino de infinidad de autoridades para librarse de sus enemigos o por el temor de ver sus intereses en peligro.
La situación política, social, económica de México no es como la pintan los jovencitos economistas dirigidos por su colega Luis Videgaray Caso, Don Miguel Ángel. Este gran conglomerado de pobres sufre, Don Miguel Ángel, mientras la señora de la casa puede comprarse una casa de 80 millones de pesos.
Qué medidas va a anunciar el presidente que no se hayan ensayado en otros sexenios, y que no funcionaron. Cuidado, Don Miguel Ángel. Véanlo con cuidado. Si lo que va a anunciar no promete verdaderos cambios, cambios democráticos reales, es mejor que el señor mantenga la boca cerrada.
Fíjese, Don Miguel Ángel, después de toda una historia de gobiernos revolucionarios, sin contar la tristísima de los dos sexenios llamados “la docena trágica”, la cosas de la gente, de los millones de mexicanos que integran la PEA, la fuerza de trabajo, no sólo no han cambiado. Han empeorado. La pobreza, el hambre, la miseria, la indigencia son personajes diabólicos que matan a millones de mexicanos.
Y mire, Don Miguel Ángel, el objetivo de todo gobierno, de toda economía, es elevar los niveles de vida de la gente pobre, no de los privilegiados que pueden comprarse una casita de 80 millones en las Lomas. Y para ello, están obligados a satisfacer la demanda de empleo de los pobres.
Estará usted de acuerdo conmigo, Don Miguel Ángel, en que una economía que no cumple sus objetivos, que son crear empleos para incrementar la demanda agregada y de esa manera aumentar el capital, es una economía fallida. Y hasta ahora los encargados de la política económica, con don Luis a la cabeza, han sido un fracaso. Y ya que hablamos de fracasos, también la procuración e impartición de justicia son fallidas. ¿O no tengo razón, maestro Clemente Valdés Sánchez? Y de esta ingrata situación, Don Miguel Ángel, también #YaMeCansé
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