Análisis a Fondo

De helicópteros y tarjetas de descuento

 ·         ¿Derroche en la campaña michoacana?

 ·         Los “ecologistas” y sus verdes marrullerías

Pésimo comienzo tuvo Silvano Aureoles Conejo en su campaña para la gubernatura de Michoacán.

Los dirigentes nacionales de su partido se gastaron los miles de pesos para estar trepados en el entarimado del mitin de Zitácuaro, donde el candidato se desgañitó para prometer las perlas de la virgen a sus paisanos, con el aura de ser él el elegido de dioses de Atlacomulco para dirigir los destinos de los michoacanos, ya con la Tuta encarcelado.

No se midieron los perredistas, desde que las fuerzas vivas de la chuchada tomaron por asalto y destruyeron el espíritu revolucionario y democrático que le imprimieron sus fundadores a ese partido.

¿Qué? ¿No se dio cuenta Silvano que por la renta de helicópteros para que llegaran a Zitácuaro los dirigentes de su partido, los periodistas lo iban a cuestionar severamente? Estaba tan fresco el helicopterazo de David Korenfeld, el encomendero de la Comisión Nacional del Agua.

Tan limpio que parecía el inicio de la campaña electoral del ex presidente de la mesa  directiva de la cámara de diputados. Iba en caballo de hacienda, con todas las bendiciones divinas de las divinidades de Atlacomulco.

¿Y ahora? No creo que el tricolor Chon Orihuela tenga capacidad para gobernar Michoacán. Y menos la Cocoa, que carga con el estigma de su hermano incómodo, el tal Jelipe.

Tan sólo para el traslado, de Toluca a Zitácuaro, de Carlos Navarrete, presidente nacional del perrede, el comité estatal tuvo que rentar un helicóptero que, por dos horas, cobró 54 mil pesos, sólo por el traslado de don Carlos. Y cuánto pagarían, y quién pagaría, por los helicópteros en los que viajaron el gobernador de Guerrero, el ex guerrillero Rogelio Ortega Martínez, y el de Morelos, Graco Ramírez Abreu. No se supo más. Lo cierto es que el domingo aterrizaron en Zitácuaro cinco helicópteros poquito antes de que arrancara el mitin en el parque central.

No dejan de tener razón aquellos que cuestionan severamente a la dirigencia del PRD de los chuchos, como el señor López (¡que se cuide porque de repente lo cogen en alguna maroma!), quien inmediatamente aprovechó la ocasión para afirmar que los dirigentes del PRD son iguales a los del PRI.

Pero qué quería, si como dicen en mi tierra, político es idea afín de sinvergüenza. (¿Será, don Andrés?). Todos los políticos son coyotes de la misma loma, con perdón de los coyotes. Y hay muchos que no pueden ocultar su imbecilidad. Bueno. Eso dicen los campesinos chiapanecos, o por lo menos eso decían. Algo sabrán.

Y si no son, nadie escapa del mal ejemplo. Y a pesar del mal ejemplo no aprenden la lección: La prepotencia ya no es patrimonio de los priístas y de los funcionarios emanados del tricolor, quienes se aprovechan del erario para sus fines personales.

El más reciente ejemplo de ello es el de Korenfeld, quien desde Conagua busca privatizar el agua y aprovecharse de su puesto para sus fines personales y familiares, mientras la contraloría de Virgilio Andrade ni cuenta. Con eso de que está investigando si su jefe Peña ha caído en la corrupción y el conflicto de intereses. Por aquello de la casa blanca.

Este funcionario priísta fue más aprovechado. Fue cachado viajando, con su familia y todo, al aeropuerto internacional de la ciudad de México en un helicóptero de la Comisión que regentea.

Otra sinvergüenzada fue la que denunció la otrora pemetista, ahora diputada perredista Julisa Mejía.

Esta señora mostró a los periodistas una tarjeta de descuento que recibió en su domicilio de parte de los verdes. Una pinchurrienta tarjeta que parece de crédito, pero sin fondos. Sólo para que hagan descuentos en una serie de comercios. La diputada cree que fue el INE quien le dio a los del partido verde las listas, entre las que está ella, para que distribuyeran la tarjeta de descuento.

Qué interesante. Julisa se presentó sola y su alma, sólo con el apoyo del de prensa del PRD, Norberto Carrasco, para hacer la denuncia ante los periodistas. Era como para que el mismo Miguel Alonso Raya hiciera ruido para denunciar a los verdes.

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