Teléfono rojo/José Ureña
Cuándo México era el líder
Muy pocos mexicanos lo saben. Pero México, su país, fue muy importante en el mundo. E imprescindible en América Latina. Aquí fue el líder. La primera economía y llegó a estar entre los primerísimos en el concierto de las economías del planeta.
Hubo inclusive exagerados que bautizaron a esta geografía meshicana el mote de “El cuero de la abundancia”.
Pero ya no más. Ahora somos segundones. Y en estos días nos lo vino a recordar la presidenta de los brasileños, Dilma Rousseff. Vino la presidenta a darnos lecciones en todas las materias. Hasta en el modo de pararse ante un atril, sin telepronter e imponerse a un auditorio. No se trataba de eso, pero la petista se impuso. Dejó huella en suelo mexicano donde pisaron sus pies.
Con decirles que nos recordó que Petróleos Mexicanos fue, en sus mejores días, la empresa de México, México, y la primera petrolera del subcontinente. Y ahora nos lleva la delantera el Gigante Brasileño por no mencionar a Venezuela, que causa escozor a nuestros gobernantes, a nuestros empresarios y a nuestros periodistas a modo. En estos tiempos Pemex tendrá que ser humilde y aceptar la asesoría de Petrobras, una empresa mucho menor.
Hubo una época en que México se daba el lujo de surtir de petróleo a los países más pobres de Latinoamérica, mediante créditos blandos. Y vendíamos energía eléctrica a muchos países que la necesitaban.
México era algo así como el hermano mayor. Todos le consultaban. Centroamérica, por ejemplo, era algo así como la extensión de la República Mexicana. En el Salvador, por ejemplo, tienen aún su símil de la Plaza Garibaldi, una plaza llena de mariachis cantanto, dando serenatas, con música mexicana.
México era respetado por todos en América Latina. La economía nacional iba viento en popa. Pero vino la debacle en el 1981, cuando las arcas del Banco de México se quedaron vacías. En las postrimerías de aquella gran crisis, la economía mexicana no volvió a ser la misma – la de aquel desarrollo estabilizador -. Siguió siendo exclusivista, excluyente, basada en la explotación inmisericorde de la fuerza de trabajo, pero ya no volvió por sus fueros.
Y menos ahora, cuando (aunque digan los juniors de Hacienda que la economía crece balanceadamente) todo progreso o retroceso lo hacen depender de la dirección de los vientos que soplan del norte, con lo que evaden su responsabilidad.
La visita de Dilma Rousseff fue aleccionadora. Y, antes de aleccionadora. Nos puso en nuestro lugar, como segundones. Ahora ella, la ex guerrillera torturada por los esbirros de los gorilatos, encabeza e impulsa a la primera economía latinoamericana, convertida en un emporio que poco a poco revierte las contradicciones económicas y sociales de ese enorme territorio del sur.
México, por mencionar un solo caso, ahora ocupa en preocupante segundo lugar en recepción de divisas del extranjero. Y eso que es el patio trasero de los gringos, muy dados a llevar sus inversiones a lugares donde no tienen que pagar lo que pagan en suelo estadounidense a los trabajadores. Aquí prácticamente les regalamos la mano de obra. En la entrega anterior les comentaba que las grandes empresas globalizadas, como MacDonald’s, por mencionar a la más globalizada, pagan un salario de 1 dólar por hora a los trabajadores mexicanos, cuando un trabajador, el más mínimo, no deja su hora por 10 o 12 dólares en el mercado laboral estadounidense. Y de ello presumen las autoridades mexicanas. Carajo. No tienen vergüenza.
Ayer me dieron un dato impresionante. México ocupa el segundo lugar en captación de inversiones foráneas. El año pasado, México recibió 22 mil 795 millones de dólares en inversiones extranjeras. Y qué cree. Que el primer sitio es del país en el que doña Dilma es adorada. Brasil recibió la estratosférica, para los mexicanos, cifra de 96 mil 851 millones de dólares americanos. No hay comparación.
Qué nos pasó a los mexicanos. A qué hora nos bajaron del mundo. Ahora estamos más sojuzgados por el imperio, con sus tentáculos en Europa. Y es que asumió el poder, la pura derechiza. Si aquellos nacionalistas que decían que gobernaban a México eran corruptos. Los de la derecha son peores. Toda política pública es un negocio para ellos. Aquellos medio patriotas dieron paso, con bombo y platillo, a sólo negociantes para beneficio propio.
Y aunque ellos digan que México crece balanceadamente, la verdad es que, como decíamos ayer, la economía sí crece pero sólo para beneficio de la alta clase política y los poderosos de la empresa particular. Pero no me digan que crece para los trabajadores. No veo ninguna mejoría en los vagones del Metro capitalino, particularmente a las horas pico, cuando los tumultos, la pobretada, lucha, materialmente se pelea, por un lugar incomodísimo para llegar a su trabajo o a la pinche realidad de una casita de “interés social”.
Pero, ¿volveremos a ser los primeros?…
¡Ay México! Creo en ti…