Visión financiera/Georgina Howard
Dólar, dolor de muelas
Y si no se ponen las pilas, como coloquialmente dicen los mexicanos; si no se las ponen Carstens y Videgaray, cabezas de la Comisión de Cambios, en cualquier momento a las reservas del banco central se las puede llevar el carajo.
El monto de las reservas con las que el Banxico pretende equilibrar la situación monetaria y cambiaria de la economía ha sufrido ya siete descensos en forma consecutiva en los nueves meses que van de este fatídico 2015, lleno de incertidumbres, de miedo, de terror, de sangre, de mentiras, de corrupción y de impunidad, por mencionar unos cuantos modernos jinetes del apocalipsis que se enseñorean del sombrío horizonte mexicano.
Desde que empezó este desmadre cambiario – el dólar estadounidense llegó a valer este martes 17.18 pesos, una devaluación bastante sustancial para una sola jornada. Si el gobernador del banco y el secretario de hacienda, en su calidad de comisionados de la política cambiaria, no toman medidas radicales, como podría ser un racionado control, al peso le va a ocurrir lo que le pasó en el 1976, con una exagerada fuga de capitales.
Ya se empezaron a ver negativos impactos como lo reportó este lunes la asociación de telecomunicaciones independientes de México: el costo de los contenidos de televisión de paga ya aumento un 30 por ciento por el efecto de la depreciación del peso y obviamente empresas prestadoras de servicios televisivos ya han trasladado el incremento a sus suscriptores.
Y así lo harán todos los productos, distribuidores, comercializadores de los bienes y servicios de la economía, incluso aunque no tengan contenido importado. Todo en estos casos es un mar o un río revuelto en el que los que salen ganando no son los consumidores sino la mafia en el poder de la oferta. Bueno. Ustedes me entienden mejor con este lenguaje coloquial, porque el léxico economicista ni los expertos del banco central o los académicos de la UNAM, y menos los de la obra de dios, entienden.
En el caso de los usuarios de televisión de paga, como lo denunció el dirigente del gremio, el 90 por ciento de los contenidos que compran empresas es adquirido a programadores ubicados principalmente en Estados Unidos, que cobran en dólares y no pagan impuestos en México.
No lo quieren decir desde hacienda, el Inegi y el Banxico, pero la inflación se va a disparar desaforadamente en lo que resta del año, que ya es sólo un trimestre, aunque digan que la tienen apergollada o acandadada. No es cierto. Es una mentira. Dese una vuelta por los mercados de bienes básicos y podrá degustar los exagerados incrementos en los precios de los productos de primera necesidad. No serán muy alegres las fiestas de fin de año, porque habrá una carestía generalizada de los productos que no son de primera necesidad pero que hasta los pobres trabajadores consumen, muy apretadamente, para celebrar la navidad o el año nuevo.
Y la cuesta de enero. Por dios, la cuesta de enero. Quisiera creer que no habrá problemas, que no habrá apretones de faja para los trabajadores. Y de ribete, las autoridades insisten en la celebración del famoso, del inefable, del estúpido “Buen Fin”, copia corriente del Black Friday estadounidense. Pero en los mercados del vecino país, si va a formarse en la cola desde la noche del jueves puede usted comprar algo que vale 5,000 dólares, en un dólar. Aquí, es el agandalle de los avorazados pulpos del comercio de grandes almacenes.
Fíjese en esta cifra, que a propósito deje para el final de esta nota: Al 18 de septiembre; sí, del septiembre que aún no concluye, las reservas del país sufrieron una disminución acumulada, respecto al cierre de 2014, de la estratosférica cantidad de 10,240.000,000 de dólares para quedar en 182,999.000,000. Este saldo no se parece en nada al de Brasil, por ejemplo, que viene siendo históricamente casi el triple de lo de México.
¡Abusados, amigos neoliberales! Como dicen mis paisanos, se puede ser cochi, pero no tan trompudos. Para quienes no entendieron el dicho, se los explico luego.
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