Descomplicado
La austeridad del toluquismo
La simulación siempre ha sido la teología política, la filosofía que les da vida, a los miembros, sobre todo a los prominentes, de la clase política de los gobiernos de la revolución mexicana.
Simulación nacionalista, simulación revolucionaria, simulación opusdeísta. Pero todo se simula: la honestidad, la corrupción, el conflicto de intereses, el latrocinio, el mal uso de los dineros públicos, la ligereza, el amancebamiento con el narco, la irresponsabilidad, y hasta el respeto a los símbolos patrios. Y el blablá en torno a los derechos humanos. Y a los derechos de las mujeres.
Y ahora, en estos días, se está simulando la austeridad.
Todos los políticos son austeros, empezando por los diputados de Morena, que se van a quitar mitad de su dieta y se la van a dar a Andrés Manuel para construir escuelas en los municipios donde ganaron la alcaldía.
Y ahora sale el doctor César Camacho Quiroz, pastoreador de los priístas en San Lázaro y presidente de la Jucopo, anunciando la austeridad a güevo en los gastos del órgano legislativo. Otro tanto seguramente anunciarán los senadores. Y los panistas. Y los perredistas. Ya lo había anunciado el team del señor López desde los primeros días de esta legislatura.
El chiste es que México, de un día para otro, porque se cayó el petróleo, porque se devaluó el peso, porque a Chuchita le salió una perrilla en el párpado izquierdo, se volvió austero.
Bueno, los que ahora se dicen austeros, populistamente austeros, populacheramente ahorradores, pero sin dejar de ser derrochadores, son los miembros de la clase dominante. Porque los mexicanos, la inmensa mayoría, los trabajadores, empleados o desempleados, y sus familias, siempre, desde endenantes, desde toda la vida, desde la eternidad han sobrevivido en la más supina austeridad.
Cómo recuerdo a mi madre, maestra de oficio, que daba clases mañana y tarde y por las noches regularizaba a sus alumnos que iban retrasados, por el mismo boleto, por el mismo salario (una mierda que apenas medio alcanzaba para lo estrictamente indispensable), proclamando ante sus hijos y discípulos que había que cubrirse hasta donde diera la sábana.
Esa simulación muy arraigada en los gobiernos emanados del PRI es parte importante del populismo institucional, revolucionario, que actualmente se ha sustituido por el populismo económico financiero, aunque los actuales gobernantes dicen que los populistas son Andrés Manuel López Obrador, otro populista de la izquierda sedicente. También engañabobos como Peña, como don Beltrone, como Camacho. O más asquerosamente, como los verdes, que no conocen lo que es la vergüenza.
Mas los chamacos venidos de Toluca para administrar el gran negocio de esta gran compañía que bien podría denominarse, como la llama mi querido Carlos Fernández Vega, México, S. A. y yo le agregaría S. A. de C. V ., porque ahora quienes mandan en su consejo de administración son los grandes capitalistas del mundo (léase EU).
Y todo este relajo (La simulación y el populismo de seudo izquierda y de derecha, político o financiero) viene, se desarrolla, cobra vida en la democracia. México es un país democrático. La alternativa de nación es democrática. El consenso es democrático. Y qué demonios es lo democrático. Y qué es la democracia. La clase política la usa sólo para vestir su mediocre discurso.
En realidad, amigos, en su significado teórico original, democracia es la forma de gobierno en la cual las decisiones sobre los asuntos públicos más importantes se toman por los ciudadanos de la comunidad…
Ay, amigos, con ese significado la democracia sería un sistema en que los individuos adultos de una comunidad establecieran o aprobaran las reglas básicas de la organización política y las reglas principales del Derecho y tomaran además las decisiones más importantes del gobierno, o controlaran los actos de sus representantes y sus otros empleados en la administración pública.
Pero qué es lo que ocurre. Que todo este asunto democrático es una falacia. Un engaño. Un medio de subsistencia y de enriquecimiento de los políticos del PRI, del PAN, del PRD, de Morena, y la chiquillería. Todos en el mismo costal.
Así conceptos idiotas, inexistentes, falsos, imaginarios, como austeridad devienen en mecanismos institucionales para dominar, para manipular a los manipulables, los miembros de la clase trabajadora. Y para la demagogia.
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