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Abusivo, el nuevo reglamento de tránsito en el DF
El nuevo reglamento de tránsito del Distrito Federal entró este martes en vigor, en medio de una gran expectativa sobre sus efectos para inhibir la mala conducta de los ciudadanos al volante. La nueva norma busca fomentar la cultura cívica, el respeto a los señalamientos viales, remarcar la obligación de los automovilistas de dar prioridad al peatón y al ciclista y hacer de la urbe un espacio más habitable donde impere una mayor convivencia.
En teoría, todo está muy bien. El problema radica que las multas son tan desproporcionadamente elevadas con relación al nivel de vida promedio de los capitalinos, que llevará a la ruina a muchas personas que con muchos esfuerzos y sacrificios se han hecho de su auto o que lo están pagando en no muy cómodas mensualidades pactadas a cuatro, cinco y hasta seis años, y harán que todos extrañemos la vieja y tan denostada tenencia.
Tal vez el gobierno capitalino piense que la mayoría de los que utilizan automóvil en la ciudad son ricos, pero esa es una percepción equivocada, porque la clase baja y la media optan por un vehículo -no por gusto-, sino por necesidad, ante la mala calidad del transporte público.
Por ello, las multas son a tal grado confiscatorias que parecen estar diseñadas para ser usadas con fines recaudatorios más que con el propósito de hacer cumplir la ley, proteger a los peatones y los ciclistas o desalentar el uso del automóvil.
Especialistas han alertado sobre el carácter excesivo de las multas de tránsito e incluso aconsejan acudir al Tribunal de lo Contencioso Administrativo para el caso de que injustamente la policía vial aplique una sanción por cometer alguna infracción.
Aunque el nuevo reglamento de tránsito del Distrito Federal es constitucional por las facultades que le confiere la Carta Magna al gobierno de la Ciudad de México para elaborarla y aplicarla, presenta ciertos aspectos inconstitucionales, según el abogado Elías Arturo Morelos.
El jurista considera que las multas elevadas no tienen razón de ser al menos en términos legales, además de que no se explica racionalmente la causa por la que se aplica una sanción pecuniaria más alta por una violación determinada que por otra.
Por ejemplo, utilizar el teléfono celular o cualquier dispositivo de comunicación mientras el vehículo esté en movimiento, amerita una multa de hasta 2 mil 446 pesos, pero circular sin licencia o permiso de conducir se castiga con hasta mil 398 pesos y remisión del auto al corralón.
Transportar mayor número de personas que el señalado en la tarjeta de circulación, se castiga con apenas 699 pesos pero no respetar el programa Hoy no Circula aplica una cuota con 2 mil 097 pesos y remisión del auto al corralón.
También se sanciona a quien usa el claxon para un fin diferente al de evitar un hecho de tránsito y provocar ruido excesivo con el motor, como lo suelen hacer los camiones de carga o de transporte público. En ambos casos se impone una multa de 699 pesos.
Transitar por zonas escolares sin disminuir la velocidad ni extremar precauciones, y no ceder el paso a los escolares, se salda con una multa de mil 398 pesos
Exceder los límites de velocidad en vías de acceso controlado (de 80 kilómetros por hora) en vías primarias (50 kilómetros por hora) y en vías secundarias, de 40 kilómetros, tendrá una penalización que alcanzará los mil 398 pesos.
El tema de la velocidad es por cierto motivo de debate, porque no se entiende por qué se puede circular a 80 kilómetros por hora en el segundo piso y sólo 50 kilómetros por hora en calzadas como Tlalpan, Periférico o Viaducto.
¿Será que ninguna de las autoridades capitalinas se ha desplazado en coche a esa hora por las madrugadas? Ir a 50 kilómetros es no sólo riesgoso porque otros automovilistas manejan como desaforados, sino el ciudadano queda a merced del hampa, que puede fácilmente interceptar al automovilista y asaltarlo o secuestrarlo.
Hay por supuesto multas justificadas. Por ejemplo, participar y organizar arrancones aplica un castigo monetario de 2 mil 097 pesos, arresto administrativo de hasta 36 horas y el envío de los vehículos al corralón.
Frente a estas megamultas, “quedamos en estado de indefensión todos los contribuyentes o todos los conductores, porque el reglamento aplica tanto a vehículos, como peatones, ciclistas y motociclistas, señala Elías Arturo Morelos.
“Se nos trata de inhibir, pero la Asamblea Legislativa no da argumentos de por qué de este aumento en las multas. Sólo dice que es para disminuir accidentes o darle seguridad al peatón”.
El argumento es pertinente y amerita recurrir a los tribunales, pero lo ideal sería que una buena masa crítica de ciudadanos capitalinos se pusiera de acuerdo para confrontar jurídicamente esa norma.
Sorprende la pasividad con que los residentes de la capital han recibido y tácitamente acatado la nueva reforma. Parece ser que los tomó desprevenidos o que se diseñó expresamente para que los humos generados por las festividades navideñas nublaran nuestro entendimiento y nos hicieran reaccionar como borregos.
IMPOSIBLE FRENAR EL CAOS VIAL EN LA CIUDAD
Es verdad que los conductores en la ciudad de México y en general en el país no se destacan por el cumplimiento de las leyes. Es cierto que no hay cultura de respeto, ni a las señales de tránsito ni a los peatones, y mucho menos a los agentes de tránsito, a los que se vilipendia con mucha frecuencia. Sin embargo, difícilmente con normas tan severas se logrará frenar el caos vial imperante en la ciudad.
La alternativa es dejar el auto en la cochera o fuera de la casa para los que no tienen donde guardarlo y tomar el Metro y los microbuses, pero el sistema de transporte masivo, subterráneo o de superficie, es tan ineficiente que parece no ser una opción.
El abogado Elías Arturo Moreno señala que las intenciones del gobierno de la ciudad pueden ser “extraordinarias”, pero el reglamento “es inaplicable, sobre todo en esta época decembrina”.
Ahora, habrá también qué preguntarse por qué se aplican multas tan altas, justo a mitad del sexenio del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera y no falta el desconfiado que se pregunte si en el fondo no será que el gobierno está creando un “cochinito” para en todo caso financiar una costosa campaña presidencial del 2018.
Y es que los ciudadanos están hartos de las mentiras y demagogia de quienes los gobiernan. Además, seguramente estos impuestos, tarifas y multas nunca tendrán un equivalente a las necesidades de la ciudad como la seguridad pública, pavimentación, recolección de basura o servicio de agua y drenaje.
Porque resulta que en esos rubros parece que vamos de mal en peor. Para ejemplo basta un botón: el encarpetado en la ciudad tiene más agujeros que un queso gruyere. Hace mucho tiempo que los ciudadanos no ven labores de pavimentación en el Distrito Federal, ni balizado de las calles.
A lo único que se ha limitado el gobierno de Mancera, es a tapar los agujeros, y eso después de que durante meses enteros, estos permanecen abiertos. La capital está llena de curitas, cuando lo que se requiere es una cirugía mayor.
El tema de la basura es otro ejemplo. Por doquier se observan -sobre todo en las colonias populares-, montones de basureros clandestinos. Ahí donde la gente descubre que hay un montículo de bolsas rodeado de moscas ahí se le ocurre arrojar más basura. Los camellones también están por el mismo tenor. Y nada de esto ocurriría si el gobierno del DF pusiera énfasis en usar los recursos públicos para mejorar el sistema de recolección de residuos.
Pero lo que parece ser es que la preocupación mayor del gobierno perredista es ver la mejor forma de esquilmarle el escaso dinero con que cuentan los ciudadanos sin atender las necesidades urgentes de la ciudad.
Más que fomentar la cultura cívica, lo que se disparará es la mordida y el abuso por medio de las famosas cámaras que captarán cualquier violación del reglamento.
Nadie discute que no se deba castigar a quien usa el celular mientras maneja o al que no se ponga el cinturón de seguridad. Sin embargo, no es la mejor manera de hacerlo aumentando exponencialmente las multas. Lo que se logrará es irritar aún más al ya molesto ciudadano, harto de que se le despoje de sus escasos recursos obtenidos con mucho sacrificio. Mancera lo pagará caro en las urnas, si es que, por desgracia, tiene la descabellada idea de lanzarse como aspirante a la Presidencia.
En el PRD nada podrá hacer frente al gobernador michoacano Silvano Aureoles, quien ha demostrado que sí tiene palabra y sobre todo, pantalones. Ya lo veremos en menos de mil días. Sus comentarios envíelos a [email protected]