
De norte a sur
Por fin, el presidente Enrique Peña Nieto decidió manifestarse públicamente contra Donald Trump, el aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos.
En declaraciones a dos diarios capitalinos, Excélsior y El Universal, el mandatario decidió pasar de la indiferencia o lo que la oposición considera la “política del avestruz” para contraatacar directamente al que se ha cansado de despotricar contra los mexicanos, difamarlos y acusarlos de todos los males de su país.
Trump -descendiente de inmigrantes alemanes que tampoco entraron con papeles en regla a Estados Unidos-, fue comparado por Peña Nieto con Adolfo Hitler y Benito Mussolini, los dos dictadores que precipitaron a sus países y a una parte del planeta a una de las más sangrientas guerras del siglo XX.
El primer mandatario dijo que Trump daña la relación entre México y Estados Unidos, y expuso que un discurso similar al de Trump emplearon en su momento tanto el Fuhrer (líder) alemán como al Duce (caudillo) italiano para llegar al poder.
“Así llegaron Mussolini y así llegó Hitler: aprovecharon justamente un contexto, quizá, de un problema que vivía la humanidad entonces, después de una crisis económica. Y creo que lo planteado llegó a donde conocemos hoy por la historia, a una conflagración mundial”, afirmó.
El presidente señaló por otra parte que desconoce si las declaraciones vitriólicas del aspirante republicano y magnate de los bienes raíces, que ha prometido construir un muro divisorio entre México y Estados Unidos y hacerlo pagar nuestro país, son sólo retórica.
Este tono estridente exhibe los riesgos del populismo que lo mismo se da en la izquierda o la derecha, dijo.
El primer mandatario recordó que “ha habido episodios de la historia de la humanidad, lamentablemente, donde estas expresiones, de esta retórica estridente, sólo han llevado a escenarios muy fatídicos”.
Este tipo de mensaje manejado por Trump, quien también acusa a México de enviar a Estados Unidos a delincuentes, “buscan -precisó Peña Nieto- plantear soluciones muy fáciles, muy simples, a problemas complejos”.
Hasta hace una semana, el gobierno mexicano había decidido mantener la guardia baja ante el discurso racista del precandidato presidencial estadounidense, pero en los últimos días decidió pasar al contraataque directo.
En menos de una semana, dos de los más altos funcionarios del gobierno decidieron cuestionar a Trump, primero el secretario de Hacienda, Luis Videgaray y luego la canciller Claudia Ruiz Massieu.
Videgaray dijo que México “bajo ninguna circunstancia” va a pagar el muro que propone Trump y que construir esa valla es una pésima idea que se basa en la ignorancia, que no tiene sustento en la realidad de la integración de América del Norte, recordando que hace más de cinco años que la migración entre México y Estados Unidos viene a la baja.
La canciller Ruiz Massieu dijo en una entrevista al diario estadounidense The Washington Post que los comentarios de Trump son “racistas e ignorantes” y tildó de absurda su idea de que México pagaría por un muro fronterizo.
Qué bueno que por fin Peña Nieto y dos de los más importantes miembros del gabinete decidieron enfrentar la tóxica retórica de Trump, aunque lamentablemente la respuesta llegue tarde, cuando ya el hombre ha crecido como bola de nieve y amenaza en convertirse en el candidato republicano a la presidencia.
Y es que hasta ahora parte de la ofensiva para refutar a Trump y la defensa de los intereses de los mexicanos había corrido por cuenta de un personaje bastante impresentable como Vicente Fox, con una larga cola que le pisen.
Fox ha acusado a Trump de “falso profeta” comparándolo también con Hitler y precisando que el precandidato presidencial republicano cree en la supremacía de los blancos.
Inclusive, con su peculiar lenguaje pedestre -muy similar por cierto al de Trump-, señaló que “yo no voy a pagar por ese jodido muro”.
Sin embargo, quizá se le olvide que cuando era candidato presidencial también ofreció las perlas de la Virgen a quienes votaran por él. Entre otras cosas, hay que recordar que ofreció resolver el conflicto chiapaneco “en 15 minutos”.
Así que poner la defensa de México en manos de un hombre igualmente ignorante, francamente es como entregar la Iglesia a las manos de Lutero.
ALARMANTE QUE UN “PERFECTO FASCISTA” LLEGUE A LA CASA BLANCA: ENRIQUE KRAUZE
La mejor defensa la había hecho un intelectual reconocido: el historiador Enrique Krauze, quien calificó a Trump de “perfecto fascista” y dijo que la posibilidad de que llegue a la Casa Blanca y atraiga a millones de personas que histéricamente lo siguen, debe ser motivo de alarma.
También Krauze lo comparó con Hitler y con Mussolini y dijo que su discurso se ajusta a buena parte de la tipología fascista más que a la de un populista, por su “megalomanía, narcisismo y paranoia”. Lamentablemente, a los intelectuales y críticos no se les escucha y a veces hasta se les desprecia.
Ha llegado la hora de que el gobierno mexicano defienda realmente los intereses de los mexicanos y mantenga una actitud de cero tolerancia ante los atropellos verbales del magnate de los bienes raíces.
El señor del bisoñé rubio se ha cansado de despotricar contra los 11 millones de mexicanos indocumentados a quienes ha amenazado con confiscarles hasta las remesas, y ante un discurso antimexicano de esas proporciones, no es conveniente quedarse con los brazos cruzados y esperar a que cuando desafortunadamente llegue al poder -porque esto es una posibilidad muy real-, cambie su discurso.
Así pensaron muchos antes de que Hitler llegara al poder. Creyeron que su retórica antijudía no representaba más que desplantes de un demagogo delirante que tendría que moderarse apenas llegara al poder, pero eso no sucedió.
En Estados Unidos ya comienzan a tomarlo muy enserio y en amplios sectores sociales -sobre todo en la comunidad afroamericana y judía, para no hablar de la latina- está ocasionando preocupación y temprana ansiedad.
El diario The Washington Post publicó este lunes un reportaje en el cual afirma que muchos estadounidenses ya empiezan a sentirse estresados por el discurso antimigratorio de Trump.
De hecho ya hay muchos que están comenzando a planear su salida de Estados Unidos para el caso de que llegue al poder, recordando los mismos planes que hicieron muchos judíos cuando la retórica fascista comenzó a crecer en Alemania en los años 30 y 40 del siglo pasado.
Quienes vivieron el Holocausto saben que la violencia verbal puede fácilmente convertirse en violencia física contra migrantes mexicanos musulmanes, judíos y afroamericanos.
La psicóloga Alison Howard dijo al diario estadounidense que “la gente se pregunta cómo es posible que vaya adelante un individuo que destruye los principios antirracistas y de respeto común en el cual todos fuimos educados”.
Es hora entonces de que los mexicanos dejemos de quedarnos apoltronados en nuestra zona de confort, pero el gobierno de Peña Nieto debe ser el primero en salir en defensa de nuestros compatriotas y no esperar hasta que Trump comience a adoptar medidas que hoy podrían considerarse propias de un candidato astuto y oportunista -que apela al voto duro de sus posibles votantes y con sus proclamas intenta aflorar los sentimientos más retrógradas-, pero que mañana podrían convertirse en una dolorosa realidad.
Sin entrometerse en la política interna de Estados Unidos, desde México se le puede lanzar un mensaje a Donald Trump en el sentido de que habrá un frente común para que sus delirios supremacistas no se conviertan en realidad.
Es hora de dejar de pensar en que sólo es un “loco” y un “payaso” que quiere agradar a su público de rústicos conservadores estadounidenses aferrados a viejos dogmas racistas y proteccionistas. Trump habla en serio y hay que ponerle un hasta aquí. Quedarse inmóviles, a la espera, podría resultar muy lamentable para los mexicanos y su gobierno.