Presupuesto y fiscalización/David Colmenares Páramo
Las encuestas, como se sabe, son retratos de un momento preciso y por lo tanto, hay que tomarlas como simples referentes, guías u hojas de ruta sobre el comportamiento de la realidad. Y a poco más de dos años de las elecciones del 2018, para relevar a Enrique Peña Nieto, los más recientes sondeos marcan tendencias inusitadas.
El estudio de opinión de El Financiero, basado en el encuestador Alejandro Moreno –un hombre muy respetado en el ámbito de los análisis demoscópicos–, señala que Miguel Ángel Osorio Chong encabeza las preferencias en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dejando en segundo y tercer lugar a Manlio Fabio Beltrones, presidente del tricolor y a Eruviel Ávila, gobernador del estado de México.
Otros aspirantes como el secretario de Hacienda Luis Videgaray –quien mantiene a numerosos hombres clave en el gabinete y aparece con frecuencia en los medios de comunicación o José Antonio Meade, que ha ligado cargos de secretario de Estado en 2 sexenios distintos–, no se ubican en los primeros lugares.
En el Partido Acción Nacional (PAN) las cosas son similares. Ricardo Anaya, el hombre que figura en los spots –siguiendo el ejemplo de Andrés Manuel López Obrador, sin que se justifique que aparezca en ellos porque no es candidato, sino presidente de una formación política–, tampoco pinta mucho. De la misma forma, no destaca en los sondeos el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.
Por el contrario, quien lidera las preferencias en el blanquiazul es Margarita Zavala, la esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Es decir, las grandes carretadas de dinero en publicidad electoral o propaganda implícita en mensajes de comunicación política, se han revelado como palmariamente insuficientes para posicionar a un candidato.
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Miguel Ángel Mancera figura como el favorito y si sigue adelante, podría representar sólo un riego reducido para Andrés Manuel López Obrador. Es el único candidato a quien le ha beneficiado su costosa campaña publicitaria, pero se ha echado en la espalda a un verdadero escorpión, pues ya López Obrador empezó a catalogarlo como “miembro de la mafia del poder” y ha decidido enderezar todas sus baterías para impedir que llegue a crecer en las preferencias del electorado de izquierda.
El tema radica en que el PRD –si no se decide por uno de sus verdaderos cuadros, como Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán–, podría al final optar por sumarse al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de AMLO, lo que obligaría a Mancera a probar suerte como “candidato independiente”, misma alternativa que también baraja Margarita Zavala, si Rafael Moreno Valle o Ricardo Anaya son ungidos.
El tema es que un candidato presidencial “independiente” sería gracia, pero dos ya serían una broma y tres sólo supondría una fragmentación política.
En el PRI, como en el resto de los partidos, las cosas todavía pueden cambiar en los dos años que restan para que se defina al candidato.
La ventaja del tricolor es que tiene un voto duro muy poderoso que se podría complementar con sus asociados, como los partidos Encuentro Social, Nueva Alianza y Partido Verde o su más reciente adquisición, el Partido del Trabajo, que se alquila para amenizar cualquier fiesta electoral.
Con una oposición fragmentada –como ya lo ha comentado Leo Zuckermann–, al PRI le alcanzaría con un tercio de los votos para ganar apretadamente en el 2018.
Otra encuesta, ésta del diario El Universal, muestra que Margarita Zavala ganaría en cinco combinaciones de candidatos de cara a la próxima elección presidencial.
De hecho, en algunos casos, Zavala se ubica por arriba de López Obrador, el aspirante único de Morena. Según este sondeo, ella obtendría 24 por ciento de los votos si se enfrentara a Osorio Chong, quien obtendría sólo el 23 y López Obrador quedaría en tercero, con el 20 por ciento.
En caso de enfrentarse a Eruviel Ávila, éste quedaría en segundo lugar. Zavala lo vencería con el 25 por ciento y López Obrador quedaría empatado con el mexiquense con el 20.
Otra combinación, en la cual el candidato tricolor fuera Manlio Fabio Beltrones, le daría a éste 17 por ciento de los votos y Zavala triunfaría con el 26.
La encuesta revela que Zavala ganaría también con 26 por ciento, si se enfrentara a Morena -coaligada con el Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo-, que le aportaría a AMLO el 23, mientras que Osorio quedaría en tercer lugar con 22 por ciento de las preferencias. El jefe de gobierno capitalino, teóricamente propuesto por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), solo obtendría el 6.
Según la encuesta, realizada en colaboración con la firma Buendía y Laredo, López Obrador ganaría con 22 por ciento de los votos sólo en caso de que enfrentara a Videgaray en el PRI (19), y a Moreno Valle en el PAN (17).
Otra posibilidad de victoria se abre para el jefe de Morena, quien lograría el 22 por ciento de los votos si compitiera contra Ricardo Anaya y Manlio Fabio Beltrones, los jefes actuales del PAN y del PRI, respectivamente, quienes empatarían con el 18 por ciento.
Sólo si López Obrador se coaligara con el PRD, el PT y Convergencia, podría vencer a Zavala, con 28 por ciento de los votos, contra 26 de la panista, misma cifra que obtendría Osorio Chong.
Mancera, sólo alcanzaría entre el 6 y el 10% de las intenciones de voto
A pesar de la buena imagen del jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, como candidato único del PRD sólo alcanza entre 6 y 10 por ciento de los votos.
Quizá parezcan muy intricadas las combinaciones y por supuesto que aún debe correr mucha agua bajo el puente para perfilar a los verdaderos finalistas.
No obstante, vale la pena el ejercicio realizado por las encuestas, porque muestran las posibles debilidades y fortalezas de los aspirantes presidenciales, pero sólo en un determinado lapso, una fotografía del momento político, pero la movilidad es constante y los últimos podrían recuperar terreno y llegar en primer lugar.
Sin embargo, de alguna manera, los precandidatos tienen que hacer un esfuerzo de reflexión para analizar qué han hecho bien y qué han hecho mal, y replantear sus estrategias.
Según los sondeos que se han presentado en los últimos días –aunque hay que dejar bien claro que en México muchas veces las encuestas son encargadas “a modo”, para favorecer de forma artificial a algún aspirante de cartón, como hay muchos entre los mencionados–, Miguel Osorio Chong, en el PRI, Margarita Zavala en el PAN y Andrés Manuel López Obrador, en Morena, surgen como las principales figuras ante el electorado.
De entre todos, el tabasqueño es quien no tiene ninguna duda de que será investido como candidato, porque es dueño de su partido, y puede darse el lujo de seguir realizando una tramposa y ladina campaña, casi sin despeinarse, gracias a los espacios gratuitos que le otorga la ley en los medios de comunicación y él aprovecha con cualquier motivo.
Su paranoia derivada del “me quieren borrar” y su cantaleta sobre “la mafia del poder” le han servido por más de 15 años para mostrarse como una víctima, ante el electorado.
Y más: con una demagogia muy parecida a la de Donald Trump, AMLO insiste en atacar al presidente Enrique Peña Nieto por comprar un avión presidencial, prometiendo que lo va a vender apenas llegue a la presidencia, sin reconocer que el avión anterior que usaban los mandatarios es un vejestorio que de no haber sido reemplazado hubiera representado un serio peligro para la seguridad de sus pasajeros y, de forma perversa, declina puntualizar que quien lo compró fue el ex presidente Felipe Calderón.
Seguramente lo primero que hará López Obrador si llegase al poder sería comprar otro avión, aunque más barato. Para él es más rentable señalar lo malo, que hacer propuestas viables y positivas.
Tal vez en algún cementerio aeronáutico pueda “armar” una aeronave a modo y quizá en vez de volar en un jet presidencial prefiera una austera avioneta Cessna de 2 plazas, que pueda conducir un “Nico” aéreo, que obviamente ganaría mensualmente el doble de lo que pudiese costar el aparato.
El jet -al igual como lo hizo demagógicamente con las costosas camionetas en las que él se negaba a transportarse, pero estaban al servicio de su familia-, podría cederlo igualmente a sus parientes, aunque muchos miembros del clan López Obrador no estarían invitados. Andrés Manuel es así, pero debo señalar que entre sus hermanos hay gente muy decente, honorable, inteligente y recatada, digna de mi mayor respeto. En fin, las ocurrencias de AMLO podrían no tener límites de llegar al poder.
En cuanto a Osorio Chong, parece que a él le ha funcionado muy bien el mostrarse en actos públicos en mangas de camisa y micrófono en mano, con aparente desenfadado, muy distante del aspecto rígido, casi siempre atrás de un atril, como lo suele hacer Luis Videgaray.
Respecto al PAN, no queda muy claro el por qué Ricardo Anaya -un hombre joven, bien articulado y hasta agradable en su accionar público-, no logra prender entre el electorado, que prefiere a una Margarita Zavala, quien por el momento va por encima de Rafael Moreno Valle, al que tampoco habrá que perder de vista, porque cuenta con el apoyo de varios gobernadores que no son de su partido y sin embargo, por debajo de la mesa, se sumarán a su candidatura.
Empero, si alguien está interesado realmente en los prolegómenos del relevo de Enrique Peña Nieto rumbo al 2018, deberá tomar en consideración al gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien pragmáticamente podría ser el candidato por el que finalmente el PRD se decida. Tiene nivel y un potencial político que su partido no puede soslayar. Seguramente sería un muy buen prospecto; tiene tablas, es capaz y si lo apoyan, tendría verdaderas posibilidades de hasta hacerles ganar la próxima elección presidencial.