Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
El tabaquismo, responsable de 60 mil muertes al año en México
Ante la imposibilidad de hacerle llegar personalmente al gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, mis observaciones sobre el arbitrario comportamiento de Luis Humberto Morales Paniagua -uno de sus más cercanos colaboradores-, utilizaré este espacio periodístico para expresarle al jefe del Ejecutivo chiapaneco, mi absoluta inconformidad por la atípica conducta de su secretario privado, asumida en contra del autor de esta columna.
Lic. Manuel Velasco Coello.
Gobernador Constitucional del estado de Chiapas.
P r e s e n t e.
El jueves 5 de mayo, a las 11:44 horas., desde su número celular personal, su secretario privado, Luis Humberto Morales Paniagua, me llamó para advertirme con tono recriminatorio que ya había “leído” y estaba “enterado” de lo que yo había expuesto en “Café para todos”, el pasado 3 de mayo, en referencia al asunto de la compra de 13 departamentos de lujo en Miami, por parte de Sebastián Felipe Rodríguez Robles, adscrito hasta hace unos días, a la Secretaría de Hacienda estatal como “tesorero único”.
La investigación original había sido realizada por el portal de Internet “enlapolitika.com”, el cual señaló también que horas después de solicitar información al respecto, incluso el nombre de Rodríguez Robles había desparecido del organigrama de las páginas electrónicas del gobierno chiapaneco.
Me referí también al comentario del portal, en el sentido de que “en Chiapas, persiste una pobreza económica que, durante siglos, ha lacerado a las comunidades étnicas, las cuales se ubican en los índices de desarrollo más bajos de México. En ámbitos como educación y alimentación Chiapas muestra signos comparables con los países africanos que sufren las peores condiciones humanas de marginación y atraso.
“No deja de sorprender que el estado de Chiapas con una economía precaria puede producir el enriquecimiento de personas capaces de adquirir inmuebles en un estado como Florida, que se caracteriza por alojar a grandes empresarios de Estados Unidos”, señaló el portal “enlapolitika.com”.
De mi parte consideré que de ser cierta la compra de los departamentos en Miami, ello daba a entender que algunos de sus colaboradores “no se andaban con minucias y le tiraban a lo grande” y que era precisa una explicación detallada de los hechos publicados en el portal, porque de no hacerlo, la sombra de la sospecha recaería sobre su gobierno, ya sea por omisión o por encubrimiento”.
No consideré que este comentario desencadenara los demonios personales de su cercano colaborador. De ahí mi sorpresa al recibir su llamada intimidante, como sé de buena fuente, acostumbra hacerlo con algunos periodistas y editores en Chiapas.
Y debo suponer que el señor Morales Paniagua lo hace a título personal, sin que usted esté enterado de ese tipo de procedimientos intimidatorios, lo que me extraña, ante la cordial relación personal que usted -por lo menos hasta hoy-, me había externado en público y en privado.
Lo comprobé incluso el pasado 19 de marzo de este mismo año, cuando tuve oportunidad de saludarlo de manera abierta y afable durante el Simulacro Estatal 2016 de Protección Civil, en Terán, y recordarle una charla que usted precisamente, de forma personal, había ordenado agendar a sus colaboradores desde hace varios meses.
Debo aclarar que -mientras usted se encaminaba al evento, luego de haberme saludado con ostensible afecto-, en esa ocasión su secretario privado quiso reprenderme de forma arbitraria y abusiva, por haberle llamado a usted “Manuel” –como lo hago desde hace más de 15 años de forma amistosa-, y no con el título de “licenciado Manuel Velasco Coello, gobernador de Chiapas”, como pretendió él que me dirigiera a usted a partir de ese instante.
En ese mismo escenario, a lo largo del evento, afronté el cobarde acoso de las mujeres policías, vestidas de civil, enviadas por Morales Paniagua, para hostigarme. No lo denuncié en ese momento, porque no lo creí prudente, pero lo percibí como un exceso.
Sin embargo, la inesperada e intimidante llamada telefónica del pasado 5 de mayo, realizada por su secretario privado sí me alteró, y la considero resultado de las tribulaciones de un personaje soberbio, inmaduro e irracional, a quien al parecer ha trastornado el contacto con las altas esferas del poder local.
Me gustaría creer, señor gobernador, que Morales Paniagua tiene la piel muy sensible, y por él mismo o a instancia de terceros, se arrogó la atribución de querer intimidarme por mis comentarios realizados el pasado 3 de mayo en este espacio periodístico. Además, me preocupa su obsesión por convertirse en el nuevo Torquemada chiapaneco, para condenar sumariamente a quienes discrepen o critiquen el ejercicio de su gobierno.
Deseo creer, licenciado Velasco Coello, que a espaldas suyas, él intentó demostrarme el supuesto peso que ocupa en su administración y el cual exhibe y asume, a grado tal, que ya se le ve con recelo y temor entre algunos de sus más cercanos colaboradores.
Ante estos hechos, debo externarle públicamente, que por primera vez en más de 40 años de ejercicio profesional y labor docente en la materia -y varios galardones obtenidos por mi larga e impecable actividad periodística en México y el extranjero-, me siento intimidado.
De hecho, le informo que como medida de precaución y ante el supuesto poder y alcances de su colaborador, presenté este lunes una denuncia contra Luis Humberto Morales Paniagua, ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión de la Procuraduría General de la República.
Le reitero que no temo actitudes de esta naturaleza, porque nadie es invulnerable, pero lo hago para dejar sentado que responsabilizo a Morales Paniagua de cualquier atentado a mi integridad física, psíquica y moral así como a la de mis familiares, colaboradores y amigos.
Asimismo, ratifico públicamente que no transporto, tráfico o consumo drogas de ningún tipo; no soy alcohólico, no tengo inclinaciones pederastas, no pertenezco a cofradías de ningún tipo, ni visito departamentos o domicilios donde inexplicablemente pudiese resultar una víctima colateral de extraños “asaltos” o “robos”, además que soy extremadamente cuidadoso al conducir un vehículo o transitar como peatón en Chiapas, la Ciudad de México o cualquier otra parte del país.
GRANOS DE CAFÉ
El consumo de tabaco constituye uno de los mayores problemas de salud pública. En el país, existen, conservadoramente, 11 millones de fumadores activos y hasta el doble de pasivos. El tabaquismo es responsable de 60 mil muertes al año por diferentes enfermedades derivadas de la inhalación del humo de cigarro, y los jóvenes son el principal mercado para las tabacaleras.
Al consumo de cajetillas nacionales se suma un 17 por ciento de “piratas” que cuestan menos de la mitad de las producidas en el país y se expenden abiertamente en las calles de Tepito y en infinidad de mercados públicos en el interior del país.
A las miles de sustancias tóxicas que contiene aún la mejor marca nacional de cigarrillos, los “piratas” contrabandeados de China, India y Vietnam, añaden otros cientos, ya que tienen compuestos adicionados altamente tóxicos y adictivos.
Por ello y ante la proximidad del “Día Mundial Sin Tabaco” -que promueve el 31 de mayo la Organización Mundial de la Salud-, las autoridades fiscales, emitieron la alerta sobre el contrabando de cigarros provenientes de esas 3 naciones asiáticas, ya que ocasionan pérdidas importantes al erario, al no cubrir los impuestos correspondientes.
Por supuesto que todo tipo de contrabando atenta contra la economía nacional, pero en el caso del cigarrillo, el daño a la salud pública es mucho más importante que la afectación económica, aunque la misma sea considerable, ya que según cifras oficiales disponibles hasta 2008, los ingresos provenientes de los impuestos al tabaco fueron de aproximadamente 32 mil 400 millones de pesos. Esto incluyó 25 mil 500 millones de pesos del IEPS y 6 mil 900 millones del impuesto al valor agregado (IVA).
Se calcula que el precio final promedio, IVA incluido, de una cajetilla de cigarrillos en México en 2009 era de 26.52 pesos. Hoy la cajetilla de mayor precio cuesta aproximadamente 50, es decir sólo aumentó un dólar en promedio en los últimos 7 años. Por ello cuando se comparan con los precios internacionales, los cigarrillos de venta al público en México son bajos y, en consecuencia el consumo no se inhibe, pese a que México se convirtió en 2004 en el primer país de Latinoamérica en ratificar el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la Organización Mundial de la Salud.
El argumento oficial para conservar los bajos precios de los cigarrillos en México, es que los indicadores que económicos sugieren que el crecimiento de esa actividad en la última década ha sido muy inestable y la demanda de este producto es típicamente inelástica.
Pero esto de confiar la salud de los mexicanos a las variables del mercado es simplemente suicida, ya que son los fumadores pasivos -cuando menos 20 millones-, los que paradójicamente más se afectan.
De acuerdo con especialistas en enfermedades respiratorias, fumar y respirar el humo del cigarrillo causa exactamente el mismo efecto dañino.
Quizá deberíamos comenzar por preocuparnos más por crear más y mejores clínicas antitabaquismo, que en desplegar “cacerías de brujas” contra el contrabando de cigarros asiáticos, ya que, como en todo negocio ilegal, son más las autoridades corruptas coludidas que las que lo combaten.