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MÉXICO, DF., 19 de diciembre de 2015.- Desde el principio de los tiempos, los campos magnéticos han influenciado no sólo a nuestro planeta, sino al universo.
La UNAM informó en un comunicado que en la Tierra su efecto suele mostrarse débilmente en el movimiento de la aguja de una brújula, pero gran parte de la tecnología moderna se basa en la acción de los campos magnéticos: desde el motor de un automóvil hasta los trenes de levitación magnética, que alcanzan velocidades de 500 a 600 kilómetros por hora.
Además, son ubicuos. Están en cada neurona del cerebro humano, en planetas, en estrellas como el Sol, y otras más exóticas, como pulsares o enanas blancas, en agujeros negros, en la galaxia y en el cosmos entero. Mientras que el campo magnético terrestre tiene una intensidad del orden de un gauss, en una enana blanca su valor puede ser de 10 millones de gauss.
De acuerdo con Marco Antonio Martos Núñez de Cáceres, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, esas fuerzas tienden a ser parte de configuraciones inestables en plasmas como el cósmico, donde acompañan el movimiento de partículas. En la galaxia, los rayos cósmicos, las partículas más energéticas del Universo, continuamente inflan y deforman el campo magnético.
Su carácter es dinámico, con configuraciones continuamente fluctuantes; a su vez, su geometría cambiante gobierna la dinámica de las partículas cargadas que tienden a seguir trayectorias a lo largo de las líneas del campo; este último es resultado del movimiento de fluidos cargados, es decir, de corrientes.
La mayoría de los planetas del Sistema Solar cuentan con ellas, o por lo menos en algún momento las han tenido. Quizá pasen por épocas de mayor y menor importancia dinámica. Hay evidencia de que el campo magnético terrestre está cambiando su orientación.
En el Universo la actividad de esos campos es capaz de producir explosiones de muy altas energías, como lo hace en el Sol, indicó.
En la Tierra
Fue (William) Gilbert, médico de la reina Elizabeth I de Inglaterra, quien en el año 1600 avanzó la idea de que la Tierra es un enorme imán. Las leyes del electromagnetismo fueron desarrolladas por Faraday, Henry y otros, alrededor de 1830-33.
En 1865, Maxwell unificó la electricidad y el magnetismo, pero 10 años antes, las primeras plantas eléctricas y de transmisión habían sido puestas en operación en América y Europa. La Revolución Industrial había comenzado, basada en unos cuantos principios científicos. Esta fuerza que influencia al mundo es un fenómeno entendido en la Tierra, pero sus consecuencias aún están por explorarse en las condiciones del espacio interestelar e intergaláctico, afirmó Martos.
Hoy se sabe que este fenómeno que rodea a nuestro planeta es fundamental para la vida. El Sol emite un viento y poderosas emisiones de partículas muy energéticas –a su vez producidas por su actividad magnética– que son canalizadas por la curvatura de las líneas de campo magnético terrestre.
Su geometría hace a las partículas entrar a la Tierra con mayor facilidad por los polos –generadores de auroras boreales y australes– que por el Ecuador. Sin el escudo que representa el campo magnético, la intensidad de la radiación proveniente del Sol, como los rayos X o ultravioleta, exterminaría la vida como la conocemos.
En el otro extremo, la energía que radia esa estrella debe suministrar una porción microscópica del total, que es crítica: la utilizada por las plantas para sintetizar las complejas moléculas orgánicas que son básicas para la vida, mencionó el investigador universitario.
Hace miles de años los chinos conocían las propiedades de la piedra magnetita y su virtud de alinear norte y sur cuando era suspendida de una fibra. Las más antiguas paredes de Pekín fueron trazadas siguiendo el norte magnético y no el norte geográfico, una diferencia en la época de aproximadamente un grado.
Esto se debió a que era más fácil trazar de día y de noche con una brújula, a esperar la noche para buscar la estrella polar. Hoy el polo norte magnético continúa separándose del norte geográfico, acotó.
Lo que movió al mundo por siglos hoy se aplica de manera cotidiana, sobre todo en el desarrollo tecnológico. Por ejemplo, los motores de autos funcionan con los principios descubiertos en el siglo 19: utilizan un imán rotante (o bobina) que genera una corriente eléctrica y, a fin de cuentas, un impulso.
Otro ejemplo son los trenes de levitación magnética, que mueven un gran peso al flotar sobre los rieles a gran velocidad. No requieren motores de combustión. Un campo magnético puede producir fuerzas atractivas o repulsivas, a diferencia de la gravitación, estrictamente de carácter atractivo.