Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
JUCHITÁN, Oax. 14 de octubre de 2014.-
“Juchitán desde más antes
tenía fama de valiente,
pues su hijos son tan bravos
como el Patrón San Vicente”
Fragmento del corrido de la Toma de Ocotlán
I
La caligrafía del ‘Güero Meño’ es clara en una libreta tostada por más de cinco décadas. La tinta azul transformada en violeta dibuja de manera detallada los pormenores de aquel 10 de octubre de 1964, hace exactamente 50 años, cuando Jerónimo Vásquez Márquez, el Güero, vio el regreso de San Vicente Ferrer a su patria indígena, Juchitán.
La anotación la comparte a todos los que se lo piden, aunque esta sección de la libreta se la dedica a sus hijos “De puño y letra del señor Jerónimo Vásquez Márquez. Para que mis hijos lean cuando estén ya grandes”, acompañada de una posdata que aclara las cuatro veces que vio al santo patrono de Juchitán en una casa de San Blas Atempa antes de su retorno.
“P.D. Yo ya lo había visto antes de San Blas Atempa, en 1957 dos veces, en 1958, dos veces, fueron cuatro veces antes de que supiera esa gente dónde estaba San Vicente Ferrer”.
Efectivamente, la primera vez que Jerónimo se topó con el Apóstol de Europa, otro de los títulos que recibió el santo valenciano, además de El Ángel del Apocalipsis, fue en 1957 mientras fumigaba una vivienda en San Blas Atempa como parte de una campaña contra el Paludismo.
Don Jerónimo fue el que encontró al santo empolvado, escondido detrás de una montaña de tiliches en un cuartito de la zona habitacional, obligando a la dueña de la casa a colocar a San Vicente en el altar familiar. San Vicente Goola (San Vicente Grande) fue encontrado por casualidad por el abuelo de aquella anciana en el camino entre San Blas y Juchitán después de que el gobernador de Oaxaca Félix Díaz Mori, el ‘Chato Díaz’, ordenara su quema después de robarlo de la iglesia un 29 de diciembre de 1870.
La historia de este hecho registrado en diversos libros, explica que el hermano del dictador Porfirio Díaz, ese antepenúltimo día del año entró a la iglesia de San Vicente Ferrer y ordenó que lo bajaran del altar mayor, la imagen fue amarrada a su montura de caballo y lo arrastró por toda la ciudad y le prendió fuego en lo que era conocido como Camino Real a Tehuantepec. Esta acción fue para darle un escarmiento a los juchitecos que se levantaron en armas contra él y cuestionaron su poder.
Por casi 100 años San Vicente Ferrer Goola estuvo escondido en San Blas hasta que fue recuperado por los juchitecos, aunque desde el día que el Güero Meño lo encontró hasta su retorno, pasaron ocho años durante los cuales fue venerado en una humilde vivienda blaseña. Durante ese lapso el pueblo lo suplió por San Vicente Ferrer Huiini (San Vicente Chico).
II
“Invitación a los Habitantes de Juchitán/San VICENTE, el Viejo Patrón de Juchitán fue Encontrado/San Vicente Regresa Mutilado pero Triunfante a su Pueblo después de 94 años” reza un viejo volante que aún se conserva en los archivos personales de la familia del que fuera presidente municipal en 1964, Victoriano López Toledo.
La alegría por el retorno del patrón de Juchitán lo expresaron en cada línea los integrantes del Comité de la Vela Grande San Vicente Ferrer, así como el milagro que hizo sobre la imagen.
“Regresa a su pueblo amado después de 90 años de haber sido robado por el General Félix Díaz (Chato Díaz) quien en su camino a Oaxaca pretendió deshacerse del Santo y lo mandó quemar sin que lograra su deseo, pues el fuego sólo consumió una parte y el milagro se consumó, quedando intacto el rostro y los brazos”.
Además explican que fue el propio santo el que se presentó en sueño a la que lo resguardaba en San Blas Atempa pidiéndole lo regresara. “San Vicente ha pedido a la persona que lo tuvo secretamente en su poder durante tantos años, que lo regresara a Juchitán, y ella, obedeciendo esa voz que a todas horas escuchaba, ha cumplido con ese mandato.”
De ese histórico y emblemático suceso para la comunidad han pasado exactamente 50 años. El pasado viernes 10 de octubre, la sociedad católica de Juchitán rememoró el acto con una procesión por la avenida principal, recreando el acontecimiento que hizo que miles de juchitecos salieran a las calles a dar la bienvenida a San Vicente.
Habitantes de todas las secciones se concentraron en el crucero de Juchitán, allí, después de las seis de la tarde, llegaron en dos camiones por el camino de Cheguigo los dos San Vicente que existen en la ciudad. El principal fue colmado de cadenas de Guie Chachi y acompañado con música de banda.
Los dos santos cargados en andas atravesaron la ciudad hasta la iglesia principal, a su llegada una docena de cohetes iluminaron el cielo. Fueron colocados en el altar y los fieles devotos le prendieron veladoras y los colmaron de flores. Para la celebración, la iglesia programó tres días de festejos, comenzando con la procesión el viernes, una serenata el sábado y concluyendo con una misa el domingo.
III
Vicente Ferrer Miquel nació el 22 de enero de 1350 en Valencia España, el segundo de ocho hermanos. Murió el 5 de abril de 1419 en Vannes, Francia. Realiza estudios especiales de Teología y Lógica. Toma el hábito dominico. Fue profesor de teología en la Seu de Valencia. Se convierte en confesor de la reina Doña Violante en la Corona de Aragón, consejero de reyes y príncipes. Redacta varios tratados filosóficos y espirituales como: Tratado Sobre el Cisma Moderno, Tratado Contra los Judíos y Tratado de la Vida Espiritual.
En el libro San Vicente Ferrer en Juchitán, Oaxaca de Germán López Sanmartín, se dan detalles de este valenciano en cuanto a su físico, basándose en documentos e investigaciones: “físicamente era de estatura mediana, bien proporcionado, ancha frente, cabellos rubios y tez clara, en sus últimos años, calvo. Con el rostro devorado por los ojos grandes, negrísimos, llenos de viveza y de dulzura, que hablaban cuando miraba. Tenía tanta calma como ardor.”
Sobre cómo el santo terminó como el patrono de Juchitán, Sanmartín explica que en el libro San Vicente Ferrer. Vida, Milagros y Manifestaciones se expone que llegó a la ciudad en 1551 con los frailes dominicos españoles durante la evangelización del sur de México.
“Llegó a Juchitán en 1551, lo trajeron los primeros padres dominicos que venían acompañando al conquistador Hernán Cortés. Estos padres dominicos traían la imagen de San Vicente Ferrer que después de caminar por los estados de Oaxaca y Chiapas, finalmente optaron por dejarlo en Juchitán, en donde de inmediato se optó por nombrarlo santo patrono del pueblo” documentan los escritos consultados por el historiador López Sanmartín.
La antigüedad de la imagen que habita en la iglesia es de más de medio siglo. Ha sobrevivido dos quemas, la primera que le afectó medio cuerpo en 1870, la segunda hace casi diez años, cuando alguien le prendió fuego en el interior del santuario católico, aunque no se consumió en su totalidad sí sufrió graves daños, por lo que tuvo que ser reconstruido por el artista plástico Miguel Ángel Charis.