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MÉXICO, DF, 10 de mayo de 2015.- La modificación de hábitos alimenticios y de estilo de vida es «muy importante» para que las personas que se someten a un tratamiento por sobrepeso u obesidad, aseguren los resultados y eviten recuperar los kilos perdidos.
Gualberto Mateos Pérez, cirujano gastroenterólogo y endoscopista adscrito al Hospital Ángeles del Pedregal, quien es especialista en la colocación de balones intragástricos en pacientes que tienen un sobrepeso importante u obesidad mórbida, aseguró que la disciplina en el consumo de alimentos es la etapa que reviste mayor importancia en el tratamiento, informa la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex.
«Sabemos que algo que podemos hacer de manera ya habitual, lo podemos hacer como costumbre, y es el poder masticar mejor y disminuir el volumen de la alimentación, pues a la larga también puede hacer que el paciente cambie sus hábitos», expresó el especialista, quien colocó en México el primer balón intragástrico Spatz, conocido como de «tercera generación», a una mujer de 52 años, 1.56 de estatura y 105 kilogramos de peso.
En entrevista, Mateos Pérez dijo que más de 90 por ciento de los pacientes que siguen un tratamiento mediante la colocación del balón intragástrico registra una importante reducción, se ubican en el peso que se fijaron como meta y se retiran ese dispositivo, pero de ellos, 80 por ciento se mantiene en esa talla, y los restantes registran lo que se conoce como el «rebote».
«Obvio, si empiezan a comer otra vez, a lo mejor no van a regresar al sobrepeso en una semana o en 15 días, pero si a lo mejor, en el lapso de seis meses a un año, puedan volver a incrementar otra vez su peso a como estaban», añadió.
Explicó que, en la actualidad, los balones intragástricos son un medio por el cual se puede ayudar a bajar de peso a las personas con sobrepeso u obesidad mórbida, y representa un procedimiento no invasivo, es decir que no implica una cirugía, como sí lo son la llamada manga gástrica, la banda gástrica o el bypass gástrico.
El balón gástrico se coloca en el estómago a través de un procedimiento de endoscopía «de entrada por salida», y una vez dentro, se infla con 500 mililitros de solución alcalina, lo que hace que ocupe un espacio dentro de ese organismo, que reduzca su capacidad y por consiguiente los pacientes se sentirán satisfechos o plenos, con una menor cantidad de alimento consumido.
Mateos Pérez comentó que en los pacientes que se someten a este tratamiento se registró que la curva de pérdida de peso, que va de los 15 a los 25 kilogramos, se detenía en un lapso de tres o cuatro meses, pues el cuerpo pasaba por un proceso de adaptación al volumen del balón y las personas empezaban a comer «un poco más».
Sin embargo, mencionó que con este nuevo balón intragástrico Spatz, registrado ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), se puede realizar una nueva endoscopía para ajustarlo e inflarlo más y que ocupe un mayor volumen «y por consiguiente el paciente tendrá el efecto de sentirse satisfecho».
Adicionalmente, comentó que los balones que se utilizaban anteriormente tenían un tiempo promedio de duración en el estómago del paciente de seis meses y no se podía aumentar o disminuir su volumen, pero con la nueva tecnología, el Spatz alcanza una permanencia de un año, y puede ser ajustados, por lo que ofrecen una pérdida de peso constante.
El balón intragástrico Spatz fue desarrollado en Israel por el doctor Jeffrey Brooks, quien inició su especialización en Nueva York, y quien, en entrevista por separado, informó que con este dispositivo, tres de cada cuatro pacientes se mantienen en un peso bajo, en tanto que con los anteriores sólo se mantenían una de cada cuatro personas.
El balón Spatz tiene un costo aproximado de mil dólares, y de acuerdo con el hospital en donde el paciente decida que se le haga el procedimiento de colocación, podría pagar entre 25 mil y 45 mil pesos.
Mateos Pérez comentó que el balón intragástrico es el método más sencillo de los procedimientos que existen en contra del sobrepeso y la obesidad mórbida, pero también es el que más requiere de apoyo y colaboración del paciente.
Dijo que se requiere además el apoyo de una nutrióloga y en ocasiones de un psicólogo «porque muchas veces los pacientes tienen problemas emocionales y eso los lleva a comer de más».