Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Un programa pendiente del GDF: ‘Hoy no hagas ruido’
Los rarísimos ejemplares de homo sapiens en el planeta que no gustan del futbol -mi marido y yo nos contamos entre ellos- seguramente sufrieron la larguísima pesadilla del Campeonato Mundial de ese deporte.
Un domingo de esos en que se desarrollaba la competición, por compromisos familiares fuimos a comer a un restaurante, que más bien parecía una tienda de artículos electrónicos, pues cada 20 o 30 centímetros había una pantalla gigante sintonizada en cualquier canal de los muchos que todo el día bombardeaban a los espectadores con las transmisiones de los partidos; el sonido en decibeles, sobra decirlo, era punto menos que insoportable; además los narradores lo hacían a gritos y el ruido retumbaba en los oídos… el cerebro a punto de estallar.
La reunión, como ya imaginará el lector, no fue nada agradable, porque la mayoría de los comensales tenían todos sus sentidos -menos el sentido común- puestos en la pantalla y era imposible entablar una conversación, aparte de que el infernal escándalo ya de por si lo impedía.
Una vez terminada la ¿convivencia? y apenas readaptándome a los sonidos ambientales más o menos normales, que no al bendito silencio, pensé por qué a nadie se le ha ocurrido hacer secciones, tal como sucedió con fumadores y no fumadores, para alienados teleadictos y otras para quienes pretendemos reunirnos con amigos o familiares para platicar mientras compartimos los alimentos o disfrutamos una aromática infusión de café.
¿Será tal vez porque somos pocos los que sabemos que también el ruido contamina y daña, o porque la masa consumidora irracional de los medios electrónicos ya está acostumbrada a ese elevadísimo nivel de decibeles?
No lo sé, de lo que sí estoy segura es que se ha perdido ese añejo gusto por la conversación, por la comunicación interpersonal; hoy las familias o amigos reunidos a comer o tomar café, sea en restaurantes o en las casas, platican a través de teléfonos, tabletas y demás maravillas tecnológicas, que están acabando ¿o ya lo hicieron? con las tertulias tan disfrutables de antaño.
Desafortunadamente los lugares apacibles en los que ni siquiera había música de fondo y se podía charlar o leer a gusto han desaparecido, pues aunque no haya campeonato mundial de futbol, esas pantallas están en restaurantes, bares y cafeterías transmitiendo cualquier deporte, programa de concursos o de los llamados ‘reality shows’, o videos de música con un volumen capaz de perforar hasta los tímpanos de un artillero y alterar al más ecuánime.
Ojalá el Gobierno del Distrito Federal también se preocupara por la salud auditiva de sus habitantes y estableciera algo así como un ‘Hoy no hagas ruido’ para que la gente descanse un poco del aturdimiento que provoca el exceso de decibeles; es sólo un sueño, pero qué agradable sería disfrutar del silencio.