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MÉXICO, DF., 3 de agosto de 2014.- De los laberintos se sale por arriba, afirma categórico Jorge Melguizo, ex secretario de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, Colombia, “y para salir por arriba hay que buscar otras propuestas y posibilidades”.
El laberinto, en este caso, es la situación de violencia, inseguridad y criminalidad que azota a países como Colombia y México.
“Salir por arriba” significó, en el caso de esa ciudad, apostar por la educación y la cultura aumentando significativamente su presupuesto lo que se tradujo en una reducción del 92.2 por ciento de muertes violentas en comparación con 20 años atrás.
“En 2004 le dimos a la educación el 40 por ciento del presupuesto de la ciudad (antes era el 12 por ciento) y le dimos a la cultura el 5 por ciento cuando antes se destinaba el 0.6 por ciento. Como secretario de Cultura, tuve la responsabilidad de manejar más presupuesto en ese rubro para Medellín que el ministerio de Cultura para el país entero, un país de 44 millones de habitantes”.
En entrevista con Quadratín México a propósito de su participación en el Congreso Internacional Vivarte -celebrado en el Centro Nacional de las Artes del jueves al sábado pasados-, el ahora consultor internacional en gestión pública y cultura en los barrios de mayor pobreza y violencia, parafrasea a Albert Einstein al decir que no se pueden tener resultados diferentes si se hacen las mismas cosas siempre.
“Colombia –como México– sigue dedicando muchísimo más presupuesto a la guerra que a la cultura o la educación”.
Y da un ejemplo: En 2015 el presupuesto del ministerio de Defensa en Colombia equivale al presupuesto del ministerio de Cultura para 77 años. Otro: el presupuesto de Defensa en los últimos 10 años equivale al presupuesto del ministerio de Cultura de este año para 2 mil 100 años.
“Los gobiernos tiene que darse cuenta que sólo saldremos de los grandes problemas estructurales con soluciones estructurales, no con soluciones coyunturales”, señala.
En Medellín, apunta, hemos venido diciendo que lo contrario a la inseguridad no es la seguridad; lo contrario a la inseguridad es la convivencia y ésta se construye con proyectos sociales, educativos y culturales.
“Nos han hecho creer que para combatir la inseguridad hay que militarizar las ciudades, poner un policía en cada esquina y llenarlas de cámaras de vigilancia, pero realmente lo que construye la seguridad son tres palabras: inclusión, equidad y oportunidades”, sostiene.
Esos tres elementos no se consiguen con inversión en policía, ejército y armas, “se consiguen con inversión en mejoramiento en calidad educativa, en proyectos culturales que nos ayuden a entendernos y construirnos como sociedad, la cultura más allá de las bellas artes e inversiones que permitan reconstruir el tejido social, es decir, fortalecer las instituciones y afianzar la ciudadanía”.
El también ex secretario de Desarrollo Social de la alcaldía de Medellín reflexiona en torno a la situación de los jóvenes conocidos como ninis:
“El planteamiento que hicimos en Medellín es que había que llenar de oportunidades los barrios. Las oportunidades que les ofrecen los narcos y delincuentes, la guerrilla o el paramilitarismo en Colombia son muy amplias. Un muchacho de 15 años que hoy ni estudia ni trabaja sale a su esquina y consigue una oportunidad para el delito fácilmente.
“Entonces lo que tenemos que hacer es cerrar esas oportunidades con un trabajo de seguridad, de justicia, que el Estado funcione en la persecución del narcotráfico, la guerrilla y el paramilitarismo, pero al mismo tiempo tenemos que abrir las oportunidades para algo positivamente, de tal suerte que ese chico tenga dos opciones y no una sola.
“La evidencia es que la mayoría de las personas eligen la opción de las oportunidades positivas aun cuando la opción de las oportunidades negativas les ofrezca mayor cantidad de dinero”.